sábado, 22 de noviembre de 2014

El clero toledano en la Primavera Trágica de 1936

Dentro del marco de mis investigaciones sobre violencia anticlerical en la España de los años treinta, acaba de salir publicado mi último libro "El clero toledano en la Primavera Trágica de 1936" (Toledo, Instituto Teológico San Ildefonso, 2014), del que os hago una pequeña presentación: 

Portada. El beato Domingo Sánchez Lázaro con otros sacerdotes del arciprestazgo de Puente del Arzobispo
Uno de los principales problemas que afectaron a la vida pública española durante la Segunda República fue la llamada “cuestión religiosa”, con una exacerbación de la violencia anticlerical que culminaría en los dramáticos acontecimientos del verano de 1936, tras el golpe de estado del mes de julio, con una terrible violencia antirreligiosa y clerófoba dentro del ámbito territorial que se mantuvo bajo el más nominal que efectivo poder del Gobierno republicano. Esa violencia no surgió de repente, sino que se venía manifestando con mayor o menor virulencia desde las elecciones de febrero de 1936, que dieron la victoria al Frente Popular, e incluso podemos rastrear sus raíces en la progresiva y previa demonización del adversario, fuera del signo que fuese, desarrollada a lo largo de todo el periodo republicano. El estallido de la guerra civil permitió que desaparecieran todas las barreras que hasta entonces habían contenido esa violencia, pero no la instauraron ex novo. Por ello no resulta cierto el afirmar que dicha violencia clerófoba y el furor iconoclasta desatado a partir del 18 de julio es la consecuencia lógica del posicionamiento de la Iglesia hispana a favor de los sublevados. Esto nos lleva a plantear la cuestión de dicha violencia dentro de un marco mucho más complejo. Su génesis, su desarrollo, sus porqués, motivaciones, manifestaciones, han sido y siguen siendo objeto de estudio no sólo desde la historia, sino también, y es un enfoque cada vez más necesario para su correcta comprensión, desde la antropología, que nos invita a enfocarlo dentro de un marco espacio-temporal mucho más amplio, pues como es frecuente, solemos dejar que los árboles del verano de 1936 nos impidan descubrir el bosque del fenómeno del anticlericalismo español contemporáneo. En cualquier caso, lo que se puede constatar es que ese anticlericalismo que, con mayor o menor intensidad se venía dando desde la crisis del Antiguo Régimen, reapareció con la llegada de la Segunda República, en un doble plano, el legislativo y el popular. Atenuado, aunque no suprimido del todo, el dirigido desde el Gobierno durante el bienio radical-cedista, la victoria del Frente Popular lo reactivó, viéndose desbordados los gobernantes por la radicalización de las masas, dando lugar a un anticlericalismo que, como señala Fernando del Rey “ya no era el del primer bienio. Ahora se presentaba con tintes más sombríos, más radicales y revanchistas.” 
La cuestión requiere aún un profundo análisis interdisciplinar. A pesar de lo realizado en estos últimos años, sigue siendo esencialmente cierta la afirmación de José Álvarez Junco de que “el tema del anticlericalismo ha dado lugar a escasa reflexión por parte de los historiadores”. Asimismo, como señala Julio de la Cueva “el conflicto entre clericalismo y anticlericalismo es una de las manifestaciones más señaladas de la casi continuada crisis… (de) la contemporaneidad española”. Esta importancia no se refleja debidamente en la historiografía, aunque algo va cambiando, con nuevas aportaciones, que por un lado, amplían el horizonte, insertando el tema de la violencia anticlerical dentro de los estudios acerca de la violencia en general, mientras que por otro destacan la peculiaridad de la violencia contra el clero en la España de 1936. Dentro de la violencia desatada en este año, los estudios, desde el análisis clásico de Antonio Montero, que significó un hito frente a los anteriores martirologios redactados tras el conflicto, hasta los más recientes, se han centrado ante todo en lo ocurrido a partir del 18 de julio, dejando al margen lo sucedido en los meses previos, en concreto el periodo que va desde las elecciones de febrero hasta el 18 de julio, reservándose la atención tan sólo para los incendios de mayo de 1931 y, a veces, para los ataques contra el clero en 1934 en Asturias. Esto en gran parte se ha debido a la falta de fuentes fiables y accesibles. Afortunadamente la reciente apertura de la documentación del Archivo Vaticano correspondiente al pontificado de Pío XI ha permitido acceder a una cantidad de datos abrumadora en cantidad y calidad; en la misma medida en que esta apertura se extendiera a todos los archivos diocesanos españoles, podríamos completar de un modo bastante aproximado el conocimiento de estos meses, claves para comprender lo ocurrido a lo largo del verano.
Al mismo tiempo sigue siendo un tema controvertido, partiendo de su misma denominación, ya sea persecución religiosa, clericidio, violencia anticlerical, martirio, etc. Las mismas y diversas manifestaciones de dicha violencia, desde las más burdas hasta las que podríamos considerar “ritualizadas” nos están hablando de la complejidad de la cuestión. Incluso se podría, ya hablando de la explosión clericida e iconoclasta del verano, de un auténtico genocidio, en el sentido de supresión, exterminio o eliminación sistemática de un grupo social, por motivo de raza, de religión o de política. Se trató de hacer desaparecer el clero como tal. Ser sacerdote, durante los primeros meses de la guerra, bastaba para ser asesinado, muchas veces en medio de tormentos atroces. No era impedimento que se hubieran dedicado a los más pobres de sus parroquias, o que ellos mismos vivieran, en muchas ocasiones al borde de la miseria. Era preciso, para instaurar un orden nuevo, acabar de raíz con la Iglesia, eliminando cualquier semilla que permitiera su resurgimiento en España.
No es mi objetivo, en este libro, abordar tal estudio global y multidisciplinar. Me limito a algo más concreto, una aproximación a lo ocurrido en la archidiócesis de Toledo en los meses que van desde la victoria del Frente Popular, el 16 de febrero de 1936, hasta el estallido de la guerra. Y lo hago partiendo de un material archivístico hasta ahora inédito, el Fondo Secretaría de Cámara del Archivo Diocesano de Toledo. Este fondo recoge la documentación enviada y generada por la Secretaría de Cámara de la archidiócesis, institución a través de la cual el arzobispo, por medio del secretario de cámara, persona de su absoluta confianza y que en nuestro caso era Gregorio Modrego, atendía los asuntos ordinarios de la vida de la diócesis. A partir de febrero de 1936 la correspondencia se refiere cada vez menos a asuntos de la vida ordinaria (reparaciones de los templos, problemas económicos, autorizaciones de todo tipo, etc.) y más a las angustias, dificultades y problemas que los sacerdotes iban sufriendo ante la progresiva violencia, primero verbal y legal, después también física. Desde esta correspondencia se ha intentado reconstruir lo que fue la vida del clero toledano a lo largo de esos meses. Por tanto, no me limito a presentar lo que fue la exclusiva violencia, sino que trato de enriquecer el panorama con otros aspectos que hacen referencia al desarrollo de la vida eclesial toledana durante ese periodo, incluyendo no sólo la situación del clero, sino también acercándome a otras realidades, como el apostolado seglar, con el desarrollo de la Acción Católica o la vida religiosa de las gentes. El dar a conocer las potencialidades para el investigador de dicho fondo de Secretaría de Cámara, que suele estar presente en todos los archivos diocesanos, creo que es una de las principales aportaciones del libro.
Al hablar de la violencia empleo el término persecución religiosa, y lo hago no sólo porque esta denominación va ganando seguidores en el ámbito historiográfico, sino porque asumiendo una perspectiva que la antropología ha integrado plenamente en sus investigaciones, la emic, era la concepción que tenía en 1936 no sólo la inmensa mayoría del clero, sino también los seglares católicos. Son ellos los protagonistas de las páginas siguientes. He preferido dejarles hablar, manifestar sus sentimientos, sus miedos, su fe o su desesperanza; a lo largo de las páginas (263) del libro, cedo el paso a aquellos hombres que, con sus miserias y grandezas, fueron protagonistas, unos quizá involuntarios, otros conscientes de que era el momento de alcanzar la palma del martirio, y decididos a ello, de una de las páginas más dramáticas de nuestra historia reciente. Muchos habían escuchado aquellos versos que me recordaba durante la investigación un joven seminarista de aquel tiempo, veterano sacerdote de la diócesis de Toledo hoy, don Jaime Colomina Torner:
“Abajo el clero, curas y frailes. Que mueran todos. ¡Queremos sangre!



jueves, 23 de octubre de 2014

Un sínodo extraordinario

El pasado domingo 19, con la ceremonia de beatificación del Papa Pablo VI, concluía en Roma el Sínodo extraordinario, dedicado a la familia. Como las percepciones acerca del mismo son variadas y contrapuestas, allá va la que yo creo, desde mi coincidente estancia romana, más ajustada a la realidad.

En primer lugar, frente a los que afirman que el sínodo no ha servido para nada, hay que recordar que el trabajo sinodal no ha concluido. Ahora se debe reflexionar sobre sus conclusiones, de cara a preparar el sínodo ordinario del año que viene, que completará el estudio sobre la familia, y del cual saldrá, como suele ocurrir, un documento escrito por el Papa. De modo que, realmente, la temática sobre la que se ha debatido no está cerrada, sino que se ha de culminar y completar el año próximo. Este año han sido dos semanas las dedicadas a reflexionar sobre la familia, el año que viene serán tres.
Además, este sínodo ha supuesto una gran novedad, y aquí me parece que está lo esencial, y es la gran libertad que ha existido para exponer todas las posturas. Ese ha sido el deseo del Papa. Y ese objetivo se ha cumplido plenamente, de modo que todas las tensiones que han podido trascender, y que en algunos casos han sido magnificadas o desvirtuadas, no son más que la expresión lógica de poder hablar con libertad; es más, con tanta libertad que el Papa ha escuchado posturas de las que podría disentir. Ese espíritu de libertad, insisto, ha sido clave en este sínodo.
Por otra parte, en esa exposición de posturas, el Papa ha querido, o al menos esa es la impresión, que estuvieran presentes voces que en otras ocasiones no estaban. Eso explica algunas presencias y también notables ausencias. Se ha querido escuchar lo que nunca se dice, o se dice en otros ámbitos, sin rehuir las cuestiones más espinosas, a pesar de que se sabía podrían generar polémica.
Los problemas existentes en torno a la familia son de gran calado y no es fácil saber cuál será el resultado final, que en cualquier caso no será sencillo de alcanzar. Pero para ello aún hay que esperar otro año (y otro más hasta que aparezca el documento pontificio), aunque lo que si está claro es que ha habido y seguirá habiendo en los próximos meses en las diócesis, y de nuevo en el otoño romano de 2015, un auténtico caminar juntos, que eso es lo que significa sínodo.

martes, 7 de octubre de 2014

La Iglesia española y la (no) denuncia ante la crisis

Hace unos días, ante el trino que emití en twiter "La Iglesia española, admirable en atender a los afectados por la crisis, falló en denunciar la corrupción e injusticia que son su base", alguien me preguntaba cuales eran las razones de ello. Porque si hay algo que es incuestionable, es el hecho de que la Iglesia en sus diversos niveles, desde obispos y sacerdotes que han entregado la décima parte de su suelto a los parados, pasando por las diversas instituciones eclesiales, de un modo particular las parroquias y las cáritas parroquiales y diocesanas, con su atención a todo el que se acerca y lo necesita, ha estado a la altura de las necesidades, a veces desgarradoras y terribles, que la crisis ha producido en amplias capas de la sociedad española. Una atención generosa, solidaria, buscando recursos donde no los había, multiplicando y multiplicándose para paliar tantas y tantas pobrezas, materiales y espirituales, dedicando tiempo y esfuerzos. Y sin embargo, y esto no deja de ser una opinión muy personal, pero creo que no soy el único que piensa así, ha faltado algo esencial: la denuncia profética tanto de los orígenes y raíces de la crisis como de la situación por ella generada.
Es cierto que a nivel particular, obispos, sacerdotes, instituciones, han hablado de la crisis moral que se halla (sin duda) en la base de la crisis económica, del sacrificio de la persona en aras del interés económico, de la injusticia imperante en nuestro marco social. Pero muchos han echado en falta que la Iglesia española, junto a su testimonio de ayuda, hubiera alzado la voz, hubiera denunciado a los mercaderes que han robado, no sólo el dinero, sino la esperanza, el futuro, a tantas y tantas personas. Parece que el error se va a subsanar, y que un obispo tan caracterizado por el compromiso social como Juan José Omella, está preparando un documento a nivel de Conferencia Episcopal. Pero como parece ser norma, esto llega tarde.
¿Cual es la causa? ¿Por qué no se ha hecho lo que, por otra parte, a nivel de comunicación hubiera sido una mejora -de la que anda tan necesitada- de la imagen eclesial en nuestro país?
Creo que es difícil dar una respuesta adecuada, pero en mi opinión, uno de los grandes males de la Iglesia española, es el de una especie de complejo de intervenir, como un interlocutor más, en la vida pública. Y me explico, porque en opinión de muchos, la Iglesia interviene demasiado. En un país democrático y con una ciudadanía adulta, las diferentes instituciones pueden y deben dar su opinión ante los grandes temas de la vida pública. Si unos sindicatos sobredimensionados y no menos desprestigiados que la Iglesia, son considerados "agentes sociales", una institución que, al día de hoy, aún a pesar de la creciente secularización de la vida española, representa a varios millones de ciudadanos, está perfectamente legitimada para opinar, aportar ideas, sugerir, apoyar y denunciar. Lo propio de cualquier grupo social o institución de peso. Sin pretender imponerse, desde el respeto y la aceptación de que existan otras posiciones. Pero igual a la inversa. Esto es lo normal en las grandes democracias. Y aún está lejos de ser lo normal en España. Un complejo que, de modo paradójico, viene desde la Transición, como si después de la omnipresencia eclesial durante el franquismo, la mejor política era la de "desaparecer". De este modo se dilapidó un capital humano y unos medios prestigiosos, como el "YA", ahora imposibles de recuperar. Un error que los hagiógrafos de Tarancón pasan por alto y sus enemigos parece que también obvian.
Pero junto a esto, hay otra causa. La Iglesia en España, en los últimos años, ha dado la sensación de estar guiada por una sola persona, casi un vice-papa, que ha impuesto su particular visión tanto de la realidad española como de la realidad eclesial, como si la Iglesia española fuera un todo monolítico, sin fisuras. Y, tanto por experiencia personal como por mis investigaciones históricas, estoy convencido de lo contrario. Nunca la Iglesia española ha sido algo uniforme, "prietas las filas" y mucho menos al día de hoy. Y esta particular política ha llevado, creo, a evitar todo lo que pudiera suponer crear conflictos o problemas al Gobierno (lo cual contrasta con lo ocurrido en anteriores legislaturas, pero esto requiere otra reflexión). Y se ha callado no sólo ante una política económica que, más allá de que sea la correcta o no (mis conocimientos económicos no llegan a eso) ha generado pobreza, marginación, sufrimiento y dolor a muchas personas; también se ha guardado silencio, canis muti, ante la corrupción política, el saqueo del Estado, el enriquecimiento escandaloso de algunos o la degradación de la Sanidad (es una falta moral gravísima recortar en Sanidad mientras se despilfarra en cosas innecesarias)
Creo que estas dos son, grosso modo, las causas principales. Puede que haya más, o que quizá sean otras. Tal vez. Pero es mi particular percepción de la realidad eclesial española. Pienso, además, que es urgente corregir la situación. El testimonio evangélico de curar las heridas al que está tirado al borde del camino es inseparable de la voz profética que denuncia el mal, todo tipo de mal, venga de donde venga. El Concilio recordó que el hombre es el camino de la Iglesia, que las alegrías y sufrimientos de la humanidad son las alegrías y sufrimientos de la Iglesia. Ni falsos complejos ni conveniencias políticas deberían alejar de esta línea. La misma que trazó Jesús: "la verdad os hará libres"

sábado, 27 de septiembre de 2014

Remembranza costarricense

La llegada de las primeras lluvias otoñales es un buen momento para evocar, un poco entre nostalgia, las correrías veraniegas, que este año han sido centroamericanas. Un interesante recorrido tanto por un país querido y ya casi entrañado, como Guatemala, como por unas nuevas tierras a explorar, Costa Rica y el estado de Chiapas, al sur de México.

domingo, 13 de julio de 2014

Ildefonso Montero, promotor de la prensa católica española (y IV)

Nueva etapa en Toledo

Montero contó para el crecimiento de su proyecto con el apoyo del primado, cardenal Reig, a partir del traslado de la obra a Toledo, que, como hemos visto, se produjo en 1925. El día 3 de agosto de 1925 Reig comunicaba al cabildo de la catedral toledana el nombramiento como dignidad de tesorero de Ildefonso Montero[1]. Dicho nombramiento había sido firmado el 22 de julio de ese mismo año por el rey Alfonso XIII.

miércoles, 9 de julio de 2014

Ildefonso Montero, promotor de la prensa católica española (III)

La proyección internacional de Montero

Al año siguiente se iniciaba la participación en Congresos  Internacionales, con la asistencia e intervención de Ildefonso Montero en el Congreso de Luxemburgo[1]. El Congreso se abrió el domingo 30 de julio de 1922, en la iglesia de los redentoristas, con un sermón en el que el predicador recordó el papel que la Iglesia debía desempeñar en el momento actual conforme a su misión secular. Por la tarde tuvo lugar la sesión de apertura, con asistencia de representantes de diecisiete países. Montero fue elegido presidente de la comisión de emigración. Después de la elección intervino, saludando en el nombre de la obra de la prensa internacional. También tomó la palabra en la primera sesión plenaria, dando a conocer los trabajos que se estaban realizando en España.

miércoles, 2 de julio de 2014

Ildefonso Montero, promotor de la prensa católica española (II)

 La Asociación Ora et Labora

En enero de 1914, con los antiguos seminaristas ya sacerdotes, se organizaba la Asociación Ora et Labora de Cruzados de la Prensa, a la que pertenecerían sacerdotes y seglares de todas las diócesis de España, apareciendo el primer número del órgano de esta asociación, titulado La Cruzada de la Prensa; el lema era “A Christo per sacerdotes salus”. Su aspiración era continuar y completar la obra en favor de la prensa católica ya emprendida, no limitándose a favorecer determinado periódico sino que prestaría su apoyo a todas las publicaciones católicas y a cuantas obras tuvieran por objeto el perfeccionamiento, en todos sus ámbitos, de las mismas; se distinguía claramente cuál era el papel del sacerdote y cuál el de los seglares, y cada uno, individualmente tendría tres deberes: incorporar la cruzada a sus intenciones en la oración; contribuir con una peseta anual y trabajar en la forma más acomodada a sus circunstancias, pudiendo desempeñarse esta tarea bien en la propaganda oral, bien en la escrita o en la organización, y se proponían la propia santificación mediante el ejercicio de la “obra de misericordia espiritual” realizada

domingo, 29 de junio de 2014

Ildefonso Montero, promotor de la prensa católica española (I)

Una de las mayores satisfacciones de la investigación histórica es el descubrimiento de personajes fascinantes, pero que, sin embargo, por diversas circunstancias, han caído en el olvido. Este es el caso de Ildefonso Montero, uno de los más activos promotores de la prensa católica española de principios del s. XX, un auténtico adelantado a su tiempo que, sin embargo, es totalmente desconocido. Por ello quiero ir compartiendo el texto de un artículo que escribí el pasado año sobre él, y que espero pueda ser el esbozo de un estudio más profundo y sistemático, o que sirva para que alguien profundice en él:

En 1905 diez seminaristas de Sevilla, por iniciativa de Ildefonso Montero, constituían, con la aprobación de sus superiores, la sección de propaganda del seminario sevillano. Daba así origen una de las más interesantes iniciativas de la Iglesia española en el primer tercio del siglo XX, que impulsaría decisivamente el desarrollo de la prensa católica. En este artículo queremos aproximarnos a la figura del que fue fundador y alma del proyecto, Ildefonso Montero Díaz, en la convicción de que el personaje requiere aún un estudio monográfico más profundo y exhaustivo.

sábado, 17 de mayo de 2014

La obra de El Greco en la Capilla de San José de Toledo

Comparto el texto de la comunicación pronunciada en Toledo el 17 de mayo de 2014

La espiritualidad tridentina en la obra de El Greco: la iconografía josefina de la capilla de San José de Toledo

Si hay una temática que predomina en la obra de Domenicos Theotocopoulos, El Greco, es la religiosa. Sin entrar en el debate, sometido a revisión[1], sobre la supuesta espiritualidad del pintor cretense[2], queremos abordar el análisis de una obra, el San José con el Niño, de la capilla toledana homónima, en la que el candiota refleja, de un modo perfecto, el ambiente espiritual posterior al Concilio de Trento, en concreto el gran desarrollo que tuvo el culto a san José.

El culto a san José

El culto a san José nació en la Edad Media como consecuencia de la devoción a la infancia de Jesús[3]. En el Nuevo Testamento, José aparece como hijo de Jacob, de la familia de David, ejerciendo el

domingo, 11 de mayo de 2014

Isidro Gomá y Tomás (y II)

Segunda entrega de mi conferencia en Tarragona, el martes 6 de mayo de 2014

Gomá ante los retos de una etapa convulsa

No existe ninguna duda del papel esencial que desempeñó el cardenal Gomá en los principales acontecimientos de la vida eclesial y política de los años treinta. Significó el culmen de una brillante carrera iniciada en Tarragona, donde había destacado como escritor de prestigio, con proyección no sólo nacional, sino incluso internacional. Esta fama, a pesar de los diversos problemas derivados de su antagonismo con el cardenal Vidal y Barraquer, le permitió alcanzar el episcopado, en una pequeña diócesis como Tarazona en la que, sin embargo, supo desplegar sus dotes, convirtiéndose, en palabras del nuncio Tedeschini, en uno de los obispos más activos de España. Su magisterio, desarrollado en las circunstancias difíciles del fin del reinado de Alfonso XIII y los inicios de la República, se caracterizó por una coherencia de pensamiento que se mantuvo firme hasta el final de su vida. Optó por la línea de resistencia ante el anticlericalismo republicano, si bien defendió que catolicismo y república no eran incompatibles, mostrando una mayor flexibilidad doctrinal que el primado Segura[1]. Es este un punto en el que vale la pena detenerse.

sábado, 10 de mayo de 2014

Isidro Gomá y Tomás (I)

Ofrezco el texto de la conferencia que impartí en Tarragona el 6 de mayo de 2014

La figura de Isidro Gomá y Tomás (La Riba, 1869-Toledo, 1940) es una de las más controvertidas en el ámbito de nuestros convulsos años treinta, tanto dentro del ámbito civil como del eclesiástico. Símbolo de un modo de entender el catolicismo, que parecía triunfante en 1939, a partir de los años 60, con  los nuevos aires eclesiales tras el Concilio Vaticano II, y de las profundas transformaciones sociales, culturales y políticas, acaecidas en los últimos años del franquismo, pasó a convertirse en “el cardenal de la guerra”, aquel que optó por la Cruzada y la beligerancia intransigente. Hoy, con mayor distancia y perspectiva, así como con un mayor conocimiento de las fuentes, fundamentalmente el propio y riquísimo archivo personal

domingo, 13 de abril de 2014

Pregón de Semana Santa

Para ambientar estos días de Semana Santa, reproduzco, con alguna supresión, el texto del pregón de Semana Santa que pronuncié el año pasado:
Un año más, mientras la naturaleza se despoja de las oscuridades invernales y estalla en explosión de luz y color, el calendario litúrgico de la comunidad cristiana y el ritmo de nuestra historia y cultura más entrañable nos trae la celebración la Semana Santa, de la Semana Grande, de la Semana de Pasión y de Gloria, del paso doloroso, purificador, de las tinieblas a la luz, del pecado a la gracia, de la muerte a la vida.

lunes, 7 de abril de 2014

"Otra Iglesia. Clero disidente durante la Segunda República y la guerra civil"

En mis últimos escritos he hecho referencia a dos sacerdotes, Régulo Martínez y Ambrosio Ayuso, que, de formas diversas, se vincularon a la República y su defensa, en los azarosos y dramáticos años treinta españoles. Ambas figuras no son sino un ejemplo de la diversidad existente en el seno de la Iglesia en España (de entonces y de ahora), más allá de reduccionismos y simplificaciones. El darlas a conocer se inserta dentro de un proyecto colectivo de investigación, dirigido por el profesor Feliciano Montero, catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá de Henares, en el que participamos un grupo de diferentes historiadores. Dicho proyecto, partiendo de la constatación de la existencia de una serie de figuras, desconocidas u olvidadas, dentro del clero español, y en una línea de normalización del estudio de la historia de la Iglesia en España,

jueves, 6 de febrero de 2014

Otro cura republicano: Ambrosio Ayuso Pizarro

Uno de los tópicos historiográficos más extendidos es el que nos presenta a la Iglesia española como una realidad monolítica, en la que todos, "prietas las filas", compartían unas mismas ideas y actuaban de un modo uniforme, por supuesto, reaccionario. Y sin embargo, a medida que vamos profundizando en la investigación del clero español, encontramos una mayor diversidad de la supuesta. Quizá el problema es que, hasta hace muy poco tiempo, han faltado investigaciones y estudios sobre el clero en España, al contrario de lo que ocurre en otros países, como Francia. Conocemos lo que pensaban algunos obispos españoles (muy pocos, a decir verdad) e ignoramos todo, o casi todo, del clero secular.
Quiero presentar otra figura sobre la que estoy investigando, el sacerdote Ambrosio Ayuso Pizarro. Es poco lo que sabemos de él, sobre todo comparándolo con lo que he presentado sobre Régulo Martínez,

martes, 28 de enero de 2014

Régulo Martínez Sánchez (y II)

En la primera entrega dejábamos a Régulo en París, intentando lograr apoyos para un último intento de acabar de forma pactada la guerra.
Régulo volvió a Madrid, cuarenta y ocho horas antes de que cayera la capital[1]; a los pocos días le visitó la policía franquista, siendo detenido y conducido a los sótanos de Gobernación. La principal acusación era la de su responsabilidad en la creación de los tribunales populares y su relación con el

miércoles, 22 de enero de 2014

Régulo Martínez Sánchez (I)

En alguna ocasión he manifestado que, como historiador, tengo el compromiso, en mi trabajo investigador, de recuperar del olvido a figuras que, por encontrarse entre los "perdedores de la historia", han quedado relegadas, marginadas u olvidadas. Entre ellas está Régulo Martínez Sánchez, cuya biografía aparecerá próximamente en un libro colectivo sobre sacerdotes republicanos en la España de los años treinta. Como anticipo, quiero compartir un resumen de su vida, esperando que, él, y otros como él, obtengan el lugar que les corresponde
Régulo Martínez junto a Federica Montseny (a su derecha)

Régulo había nacido el 30 de marzo de 1895 en la localidad toledana de Cazalegas, donde su padre  ejercía de médico rural. El influjo de su padre sería decisivo a la hora de tomar conciencia de las profundas injusticias sociales de la España de su tiempo. Régulo era el decimotercero entre una prole de dieciséis hermanos. El sentido catolicismo de su madre le llevó a él y a su hermano Marino al sacerdocio.

miércoles, 8 de enero de 2014

Estambul

Un fin de semana en Estambul es siempre una experiencia extraordinaria. Sumergirse en la belleza de sus cúpulas, del brillo de los mosaicos de Santa Sofía o de San Salvador de Cora, de sus rincones abandonados o en el bullicio del Gran Bazar. Es encontrarse con una realidad ambivalente, como la de la Turquía actual, debatiéndose entre los deseos de modernidad o la reislamización creciente.

Santa Sofía al anochecer

Días intensos, recorriendo a pie o en taxi (previo precio concertado) sus calles. Primera visita, Santa Sofía. Su belleza deja anonadado. La grandiosidad de un edificio que en deseo del emperador Justiniano debía superar la gloria de Salomón. Luego, el recorrido en barco por el Cuerno de Oro y el Bósforo, contemplando los bastiones impresionantes de Rumeli Hisari, "el castillo de Europa", con el que Mehmet II dejó claro que no pensaba cejar hasta entrar en Constantinopla. Tras una comida típica, visita a la Yerebatan Sarnici, espectacular cisterna, construida por Constantino y que en su estado actual, data de tiempos de Justiniano. Después, la Mezquita Azul, bellísima. Y por último, el Gran Bazar.
El domingo 5 comenzó, previo madrugón, con la visita al Topkapi, muestra palpable del poder y riqueza de los sultanes otomanos. Y luego, la que para mí es la joya de Estambul, la herencia más bella de la vieja Constantinopla, la iglesia de San Salvador de Cora y sus espectaculares mosaicos.
San Salvador de Cora. Cúpula con mosaicos: La Teotokos
Es la segunda ocasión en la que visito Cora. Y siempre me abruma su hermosura, el brillo de sus mosaicos, la esperanza en la Resurrección del fresco de la Anástasis. Reconozco que me lleno de nostalgia por el fin de una civilización tan refinada y lamento el desconocimiento de la historia bizantina que impera en nuestro mundo académico español. He hecho propósito de profundizar, conocer esa historia, esa cultura a la que, ignorantes, tanto debemos.
Luego, paseo por la ciudad. Lástima del abandono y desidia en la conservación de la ciudad, amenazada por la UNESCO con sufrir la desclasificación de su legado cultural de la lista de Patrimonio de la Humanidad. A pie hasta la Torre de Gálata. Y por la tarde, participación en la entrañable Eucaristía de la pequeña comunidad católica local, en español, y con numerosos erasmus italianos. Una comunidad que sufre la marginación y la falta de libertad en un país supuestamente democrático. Una muestra más de las terribles contradicciones en las que se debate el país.
El remate del viaje, el lunes 6, poco antes de partir para el aeropuerto, visita a la Süleymaniye Camii, la mezquita del sultán Solimán el Magnífico, una de las construcciones más bellas y suntuosas de Estambul, obra maestra del gran arquitecto Sinán. Un broche de oro para una visita siempre corta. Aunque Estambul invita a regresar.















Interior de la Süleymaniye Camii