miércoles, 8 de julio de 2015

Historia de la Institución Teresiana (1911-1936)

Francisca Rosique (ed.), Historia de la Institución Teresiana (1911-1936), Sílex, Madrid, 2014, 583 pp.

Uno de los ámbitos de la historiografía española aún más necesitados de investigación es el del papel que las mujeres católicas desempeñaron en el origen y crecimiento del movimiento feminista en España a comienzos del siglo XX, papel en modo alguno irrelevante y que condujo a iniciativas que tuvieron un gran auge y desarrollo, como fue el surgimiento de la Acción Católica de la Mujer, promovida por el cardenal primado Victoriano Guisasola en 1919. Entre los principales pioneros en la promoción de las mujeres está el sacerdote Pedro Poveda Castroverde (1874-1936) con la fundación de la Institución Teresiana en 1911, obra original y profundamente renovadora, que permitió que un gran número de mujeres accediera al mundo de la cultura, la investigación y la docencia, y pasaran a formar parte de las élites científicas y educadoras del país. Pedro Poveda selló con su sangre su compromiso sacerdotal y cristiano en favor de las mujeres, pero su obra, expresión de una vida reconocida por la Iglesia mediante su canonización, sigue viva, extendida por todo el mundo. Junto al padre Poveda emerge otra gran figura, la de la maestra Josefa Segovia Morón (1891-1957), que sería la primera directora general de la Institución. Sin embargo, hasta ahora, carecíamos de un estudio riguroso sobre los orígenes y desarrollo de dicha Institución. Es esta laguna historiográfica la que viene a llenar el presente libro, publicado cuando apenas han pasado tres años de la celebración del primer centenario de la fundación.

La obra ha sido dirigida y editada por la doctora en Historia Contemporánea y directora de la Cátedra Pedro Poveda de Historia de la Institución Teresiana, Francisca Rosique Navarro. La doctora Rosique, cuya obra investigadora se ha centrado en el primer tercio del siglo XX español, especialmente en temas relacionados con la Segunda República, como la reforma agraria, los grupos de presión o figuras del feminismo tales como María de Echarri, ha coordinado a un grupo de diversas investigadoras, tanto de España como de Italia y América, que, desde diferentes ángulos, nos presentan el origen y desarrollo de la Institución Teresiana durante su primera etapa, hasta el momento en que, con el asesinato del padre Poveda en el Madrid revolucionario de 1936, sea preciso iniciar un nuevo periodo, ya sin el aliento e inspiración del fundador. Las autoras que colaboran con la doctora Rosique son Carmen Aparicio, de la Universidad Gregoriana de Roma; Carmen Cabezas, de la de Salamanca; Camino Cañón, de la Universidad Pontificia Comillas; Anna Doria, profesora en liceos de Turín y Roma; Consuelo Flecha, de la Universidad de Sevilla; Berta Marco, de la Fundación Castroverde; María Guadalupe Pedrero, de la Universidad Estatal Paulista de Brasil; María Dolores Peralta, de la Escuela Universitaria de Magisterio ESCUNI; Mercedes Samaniego, de la Universidad de Salamanca y Ángela del Valle, de la Complutense de Madrid.
De la mano de estas autoras, prestigiosas especialistas en sus ámbitos de investigación, entramos en contacto con los problemas y dificultades iniciales de una obra católica moderna, que animaba a las mujeres que se internaban en el mundo de la cultura, de la investigación o de la política y que se planteaban y trataban de vivir su misión de seglares en el seno de la Iglesia. Nos acercamos así no sólo al padre Poveda y a Josefa Segovia, sino también al grupo de sus colaboradoras y colaboradores más cercanos, como Antonia López Arista, Isabel del Castillo, Carmen Cuesta, Josefa Grosso, María de Echarri, Gonzalo de Figueroa, Miguel Vegas y un largo etcétera. Nos aproximamos también a aquella España de la Restauración, a los niños y jóvenes a los que se ofrecía no sólo la alfabetización, sino también una educación integral que les llevara a su pleno desarrollo personal, desde un profundo compromiso cristiano. Recorremos cómo desde sus orígenes humildes, superando numerosas dificultades y problemas, la Institución logró asentarse y más tarde expandirse fuera de España, logrando, a mediados de los años treinta, una vitalidad capaz de superar la muerte del fundador.
Francisca Rosique escribe los cuatro primeros capítulos, Contextos para una obra nueva; De los comienzos a la consolidación; Otras asociaciones de la Institución Teresiana y Relación de la Institución Teresiana con la Acción Católica. El capítulo V, de Ángela del Valle, Una propuesta educativa en las primeras décadas del siglo XX, aborda la renovación pedagógica de comienzos de la centuria, así como las aportaciones en este campo del padre Poveda. María Dolores Peralta, en el siguiente capítulo, Realidad educativa de IT en los años veinte: crecimiento, consolidación y nuevas aportaciones, desgrana el desarrollo de las residencias femeninas de estudiantes, así como los estudios de las academias teresianas y la creación en 1923 del Instituto Católico Femenino. El capítulo VII, escrito por Mercedes Samaniego, nos presenta La acción educadora en la Segunda República (1931-1936), con los desafíos planteados por la legislación republicana y las soluciones que se buscaron. Consuelo Flecha, en el VIII, Un feminismo católico con perfiles propios, aborda el estudio, incorporado por las nuevas corrientes historiográficas, de los movimientos católicos femeninos, que ponen de manifiesto el dinamismo de unas mujeres a las que su compromiso católico las llevó a implicarse en proyectos confesionales de carácter colectivo desde fines del siglo XIX. En el capítulo IX, Aportación de Poveda a la controversia ciencia-fe: una perspectiva de integración, Camino Cañón arroja luz sobre la recepción de las nuevas ciencias en la España de comienzos de siglo y nos muestra cual fue la postura y aportación de Pedro Poveda, con su propuesta de un humanismo en el que las ciencias estuvieran entroncadas en el mundo de la vida, donde situaba su fe. Sobre la ciencia profundizan Berta Marco y María del Carmen Cabezas en un capítulo conjunto, el X, titulado La Ciencia en los Boletines de las Academias de Santa Teresa (años 1913 a 1936). Las características propias de la espiritualidad de la Institución se nos muestran en el capítulo XI, Espiritualidad en tiempos de inclemencia, de Carmen Aparicio. Por último, la expansión de la Institución Teresiana fuera de nuestras fronteras, tanto en Chile como en Italia, es estudiado en sendos capítulos, el XII, de María Guadalupe Pedrero, La Institución Teresiana ensancha sus fronteras: Chile, y el XIII, de Anna Doria, Fundación en Italia, ¿conveniencia o necesidad?.

Se trata, por tanto, de una obra de lectura muy conveniente, pues nos descubre una realidad tremendamente dinámica y, sin embargo, demasiado olvidada, como fue la de los movimientos femeninos católicos en los primeros años del siglo XX, insertos a su vez en una Iglesia, la de la Restauración, que, más allá de prejuicios historiográficos, derivados en gran medida de la falta de investigaciones solventes y profundas, se nos presenta mucho más emprendedora, e incluso innovadora, de lo que solemos creer. Sea bienvenida por ello, y esperemos que sirva de aliento y acicate para la tan deseada normalización y homologación de la historiografía españolas en el ámbito de los estudios sobre la Iglesia en relación con lo que se escribe e investiga en otros países europeos.