domingo, 13 de julio de 2014

Ildefonso Montero, promotor de la prensa católica española (y IV)

Nueva etapa en Toledo

Montero contó para el crecimiento de su proyecto con el apoyo del primado, cardenal Reig, a partir del traslado de la obra a Toledo, que, como hemos visto, se produjo en 1925. El día 3 de agosto de 1925 Reig comunicaba al cabildo de la catedral toledana el nombramiento como dignidad de tesorero de Ildefonso Montero[1]. Dicho nombramiento había sido firmado el 22 de julio de ese mismo año por el rey Alfonso XIII.

miércoles, 9 de julio de 2014

Ildefonso Montero, promotor de la prensa católica española (III)

La proyección internacional de Montero

Al año siguiente se iniciaba la participación en Congresos  Internacionales, con la asistencia e intervención de Ildefonso Montero en el Congreso de Luxemburgo[1]. El Congreso se abrió el domingo 30 de julio de 1922, en la iglesia de los redentoristas, con un sermón en el que el predicador recordó el papel que la Iglesia debía desempeñar en el momento actual conforme a su misión secular. Por la tarde tuvo lugar la sesión de apertura, con asistencia de representantes de diecisiete países. Montero fue elegido presidente de la comisión de emigración. Después de la elección intervino, saludando en el nombre de la obra de la prensa internacional. También tomó la palabra en la primera sesión plenaria, dando a conocer los trabajos que se estaban realizando en España.

miércoles, 2 de julio de 2014

Ildefonso Montero, promotor de la prensa católica española (II)

 La Asociación Ora et Labora

En enero de 1914, con los antiguos seminaristas ya sacerdotes, se organizaba la Asociación Ora et Labora de Cruzados de la Prensa, a la que pertenecerían sacerdotes y seglares de todas las diócesis de España, apareciendo el primer número del órgano de esta asociación, titulado La Cruzada de la Prensa; el lema era “A Christo per sacerdotes salus”. Su aspiración era continuar y completar la obra en favor de la prensa católica ya emprendida, no limitándose a favorecer determinado periódico sino que prestaría su apoyo a todas las publicaciones católicas y a cuantas obras tuvieran por objeto el perfeccionamiento, en todos sus ámbitos, de las mismas; se distinguía claramente cuál era el papel del sacerdote y cuál el de los seglares, y cada uno, individualmente tendría tres deberes: incorporar la cruzada a sus intenciones en la oración; contribuir con una peseta anual y trabajar en la forma más acomodada a sus circunstancias, pudiendo desempeñarse esta tarea bien en la propaganda oral, bien en la escrita o en la organización, y se proponían la propia santificación mediante el ejercicio de la “obra de misericordia espiritual” realizada