lunes, 25 de enero de 2016

El cardenal Cisneros: reformador, humanista y estadista

Comparto el texto de la conferencia impartida en la Sacristía de la Catedral Primada de Toledo, el día 25 de junio de 2016

EL CARDENAL CISNEROS: REFORMADOR, HUMANISTA Y ESTADISTA

El 8 de noviembre del año de gracia de 1517, en un rincón de Castilla, Roa, en la casa del conde de Siruela, a las 4 de la madrugada, fallecía, sin haber logrado su objetivo de encontrarse con el flamante nuevo rey de Castilla, Carlos I, fray Francisco Jiménez de Cisneros, el humilde fraile franciscano y poderoso cardenal arzobispo de Toledo, regente del reino y reformador de la vida religiosa. Pero, ¿quién era este personaje, clave para entender la vida religiosa, política, cultural e incluso económica de la Castilla de entre siglos, en el umbral de una nueva era para la humanidad?
A ello voy a dedicar la siguiente conferencia, que pretende ser una humilde y sencilla predela, un escalón, sobre el que se vayan desarrollando, tal y como se merece Cisneros, las conmemoraciones del V centenario de su muerte, que tendrán lugar el próximo 2017, y que, de alguna forma, van precedidas por este V centenario del comienzo de su regencia, tras la muerte de Fernando el Católico, el 23 de enero de 1516.
La exposición la voy a dividir en dos apartados: en primer lugar, una presentación general de la vida del cardenal, para pasar después a analizar tres ámbitos en los que destacó de una forma particular: como reformador de la Iglesia y de la vida religiosa, como humanista y como hombre de estado, que desempeñó de un modo particular durante las dos regencias de Castilla.


El cardenal Cisneros, por Juan de Borgoña
(Sala Capitular de la S. I. Catedral Primada de Toledo)

VIDA

A la hora de acercarnos a la vida del cardenal Cisneros, hay que hacerlo desde la obra del que ha sido gran estudioso del mismo, el padre José García Oro[1], que, tanto en su monumental biografía del cardenal, en dos volúmenes, como en otros trabajos[2], ha abordado con exhaustividad su figura, así como el entorno social, cultural, político y religioso. Más recientemente, y asumiendo los estudios del padre Oro, el historiador Joseph Pérez, ha publicado, dentro del proyecto de biografías de españoles eminentes de la Editorial Taurus, una nueva vida del prelado[3], pero dándole un enfoque por un lado, divulgativo, pero por otro, se interesa por su obra y el papel que desempeño en la historia de Castilla, dedicando un enriquecedor estudio sobre la figura de Cisneros vista desde Francia, que creo puede ayudar a superar muchos de los mitos en los que, por estos pagos españoles, está envuelto el cardenal.
Quiero detenerme brevemente aquí: en efecto, ya desde época muy temprana, en la Francia de Luis XIV, Cisneros fue analizada, y lo que resulta más llamativo, comparada con la figura del cardenal Richelieu, llegaron a la conclusión de que, en todos los conceptos, Cisneros era superior[4]. Conclusión que sigue vigente hoy en día, quizá como toque de atención a la historiografía española de cara a una nueva valoración del papel de Cisneros en nuestra historia, y del conocimiento y divulgación de su figura, reducida incluso al tópico desprestigiador de la quema de libro árabes en Granada. La primera biografía francesa, de Michel Baudier[5], data de 1645. Este autor señala que Richelieu trató de seguir la huella de Cisneros, e imitarlo, llamando la atención de cómo el prelado toledano supo mantener a raya a los nobles y sumisos a la autoridad real. Dejando a un lado otros autores franceses, y situándonos en la época contemporánea, hay que destacar la imagen que tiene de él un historiador marxista como Pierre Vilar, para quien Cisneros era un estadista que se anticipa a las concepciones modernas del ejercicio del poder, un progresista.
Lo primero que hay que resaltar es que, de la mayor parte de la vida de Cisneros, hasta su nombramiento como arzobispo de Toledo en 1495, poseemos pocos datos, quizá los suficientes para saber de sus grandes etapas vitales, pero sin poder concretar, al menos por el momento, en algunos puntos. La fecha que tradicionalmente se da de su nacimiento es el año 1436, pero sin que lo podamos asegurar plenamente. Tuvo lugar en Torrelaguna, en la actual comunidad de Madrid y entonces perteneciente al arciprestazgo de Uceda, en la archidiócesis de Toledo. Era villa desde 1390, cuando Juan I de Castilla y el arzobispo Pedro Tenorio la desanexionaron de Uceda. Sus padres fueron Alfonso Jiménez de Cisneros y Marina de la Torre. Le impusieron de nombre de pila Gonzalo, como uno de sus tatarabuelos. Tras los estudios iniciales en su pueblo, marchó a comenzar los estudios universitarios, tal vez en Salamanca, obteniendo el grado de bachiller en Leyes. Decidido a seguir la carrera eclesiástica, en torno a 1460 marchó a Roma. Allí obtuvo una de las bulas, llamadas expectativas, que le habilitaban para desempeñar el primer beneficio que quedara vacante en la diócesis de Toledo. La ocasión surgiría al promoverse una causa contra el arcipreste de Uceda. Esta población era la tercera por sus rentas, en la diócesis toledana, tras Alcalá y Zorita. Cisneros denunció al arcipreste y logró ser designado sucesor del mismo. Pero esta maniobra no gustó nada al belicoso arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo, de modo que Cisneros acabó en la prisión del castillo de Uceda y luego en la cárcel de clérigos de Santorcaz. Todo ello le llevó a ponerse bajo la protección de otro de los clérigos más importantes del reino, el obispo de Sigüenza y futuro arzobispo de Toledo, Pedro González de Mendoza. En Sigüenza fue nombrado capellán mayor de la catedral y más tarde, provisor y vicario general de la diócesis seguntina.
Pero en 1484 la vida de Gonzalo Jiménez de Cisneros va a dar un cambio radical, abandonando Sigüenza camino de un oratorio franciscano de la Custodia de Toledo, cambiando su nombre de pila por el de Francisco. Aunque la tradición atribuyó su ingreso en el flamante monasterio de San Juan de los Reyes, esto no pudo ser posible, pues la fábrica del mismo no estuvo concluida hasta 1496, siendo lo más probable que se retirara al eremitorio de La Salceda[6], entre las poblaciones de Tendilla y Peñalver, en las actuales tierras de Guadalajara. Era uno de los conventos en los que se estaba viviendo una profunda reforma de la vida religiosa, y que sería uno de los centros más activos de la espiritualidad española.
Sin embargo otro hecho iba a impedir que fray Francisco pasara una vida oculta y retirada. En 1492, tras el nombramiento de fray Hernando de Talavera, confesor de la reina Isabel, como arzobispo de Granada, la reina acudió al cardenal Mendoza para consultarle sobre quien podría sustituirle. Mendoza no lo dudó y le recomendó a su antiguo vicario general, el cual recibió el nombramiento el 2 de junio de 1492. Intentó desde el primer momento armonizar su nuevo oficio con su vida eremítica, poniendo como condición no residir en la corte, sino en el convento más cercano. Fray Francisco impresionó en la corte debido a su ascesis y pronto la reina confió en su consejo. A la muerte de Mendoza, el 11 de enero de 1495 pensará en Cisneros como sucesor.
La mitra de Toledo era la primera del reino, tanto por su extensión como por su riqueza. Desde el norte de la provincia de Madrid hasta Cazorla, el arzobispo ejercía poderes administrativos, judiciales e incluso militares, sobre una población de unos 100.000 habitantes. La diócesis constaba de una catedral, dos colegiatas (Alcalá y Talavera), más de doscientos beneficios, veinte arciprestazgos, cuatro vicarías, cerca de trescientas parroquias, etc. además de varias fortalezas. Nombraba regidores, alcaldes, fiscales y gobernadores militares de diversas ciudades y aldeas. Todo un pequeño estado incrustado dentro del reino de Castilla. El 20 de febrero, Cisneros era nombrado nuevo arzobispo. El 11 de octubre fue consagrado obispo en Tarazona. Su primera preocupación fue la honestidad de vida del clero, empezando por el clero capitular, para lo que escribió una carta al cabildo. Poco después tuvo que hacer frente a la agitaciones que se daban en el seno del mismo. Y enseguida comenzó con un plan edilicio, que conllevó, ya en 1497, la construcción del claustro alto. Ese año hizo, por fin, su entrada solemne en la catedral. Y convocó el que sería su primer gran sínodo, en Alcalá. Dicho sínodo promoverá la reforma y renovación pastoral de la diócesis. Comenzó las obras de arreglo del altar mayor de la catedral, con el traslado de la capilla de los Reyes Viejos, buscando dar la debida grandeza a la misma. Otras obras fueron promovidas en Alcalá, en la iglesia magistral, en Talavera, Brihuega y Santorcaz. En 1497 se creaba también el primer instrumento para el gobierno temporal de la iglesia de Toledo, las Constituciones sinodales de rentas.
A petición de la reina intervino en Granada en 1499. Su polémica actuación se saldaría con la rebelión de los moriscos granadinos
En1504 moría la reina Isabel. Cisneros, en Alcalá reorganizaba la misión de Indias y programaba la edición de la Biblia Políglota.
Cisneros iba a saltar al primer plano de la vida política del reino tras la inesperada muerte del rey Felipe el Hermoso en 1506 y la manifiesta incapacidad de la reina Juana, en una situación de extrema gravedad, a punto de estallar una guerra civil por las ambiciones de los nobles. Durante los meses en los que le tocó ejercer la gobernación, hasta el inicio de la regencia de Fernando el Católico, procuró evitar que la situación empeorara.
El 5 de junio de 1507, a petición del rey Fernando, Cisneros fue nombrado inquisidor general para la corona de Castilla. Pocas semanas antes, el 17 de mayo, era creado cardenal, asignándole el título de Santa Balbina.
Preocupado por seguir la política africana de los Reyes Católicos, junto con el objetivo de la extensión de la fe cristiana entre los infieles[7], promovió y sufragó económicamente con los abundantes fondos de la mitra toledana, la campaña de Orán de 1509, que culminó con la incorporación de la ciudad a la corona de Castilla y a la diócesis toledana hasta el s. XVIII y que quedó inmortalizada en los frescos de Juan de Borgoña de la capilla mozárabe de la catedral[8]. El propio Cisneros asistió y entró en la ciudad conquistada, montado en una yegua blanca y precedido por la cruz de plata que su predecesor, el cardenal Mendoza, había colocado sobre las torres de la Alhambra tras la conquista de la ciudad.
El 23 de enero de 1516 moría el rey Fernando el Católico. En su testamento nombraba a su hijo Alfonso, arzobispo de Zaragoza, gobernador de la corona de Aragón, y a Cisneros de Castilla. Se iniciaba así la segunda regencia del cardenal, en la que tuvo que afrontar tres grandes problemas:
a)                           La cuestión dinástica, tras la decisión de don Carlos de proclamarse rey, obviando que la reina propietaria era su madre, a la vez que se producían intrigas para que fuera rey el infante don Fernando, educado en Castilla.
b)                           La necesidad de mantener el orden público y la justicia, amenazadas, una vez más, por los nobles
c)                           Las complicadas relaciones con la corte de Bruselas

El gobierno de Cisneros se concretó en dos ámbitos: la pragmática, de gobierno diario, y la política, de afirmación de la nueva monarquía.
A principios de agosto de 1517, al enterarse Cisneros del próximo viaje del rey, se puso en camino para salir a su encuentro. Cisneros era ya un hombre desgastado y enfermo. No pudo conocer al monarca cuya corona había salvaguardado, muriendo, como ya hemos señalado, en Roa. El 15 de noviembre se celebró en Alcalá, siendo enterrado, tal como dispuso, en el colegio de San Ildefonso. Pocos años después la universidad mandó edificar el sepulcro de mármol, cuyo epitafio dice así:

Yazgo ahora en este exiguo sarcófago. Uní la púrpura al sayal, el casco al sombrero. Fraile, Caudillo, Ministro, Cardenal, junté sin merecerlo la corona a la cogulla cuando España me obedeció como a Rey  
           
En 1626 se iniciaría el proceso de beatificación, que en la actualidad se encuentra “durmiendo”, en Roma.

CISNEROS REFORMADOR
Uno de los aspectos más trascendentales de la obra de Cisneros fue la de reformador religioso, que en línea con la política emprendida por los Reyes Católicos, trataba de renovar la vida espiritual en los reinos hispanos. Dos fueros los modos de actuar: uno, con su participación activa en la renovación de las órdenes religiosas; otra, con sus grandes realizaciones culturales, alimento de vida espiritual posterior.
En primer lugar su actuación se centró en la orden franciscana, buscando la superación del conventualismo, más laxo y relajado, por la observancia. El programa, que arrancó ya antes de ser arzobispo, en 1493, culminaría en 1517, cuando el papa León X estableció la primacía de la rama observante como única y legítima representante de la orden.
Asimismo Cisneros se implicó en la reforma de la rama femenina, las Clarisas, de modo que tuvo una intervención más directa y constante. En 1494 fue nombrado reformador de las Clarisas de Castilla, y al año siguiente, reformador de los conventos femeninos en general. Consiguió la integración de las Clarisas en la observancia, y al mismo tiempo colaboró de modo entusiasta con el surgimiento de un nuevo brote franciscano femenino, las religiosas concepcionistas.
Fundó varios monasterios, destacando el magnífico (y desaparecido en 1936) de San Juan de la Penitencia de Toledo (1514). en Illescas fundaría el de Madre de Dios
Ya arzobispo de Toledo, demostró una gran y constante solicitud por la reforma de los religiosos de su diócesis, especialmente de las casas femeninas. Asimismo se empeñó en la reforma del clero secular y de la vida pastoral, desarrollando un vasto plan en el que empleó todos los medios a su alcance, tanto tradicionales (visitas canónicas, sínodos diocesanos) como modernos (sobre todo, el empleo de la imprenta), arbitrando los modos concretos de hacer cumplir las soluciones adoptadas. Cisneros comenzó con un intento de reforma del cabildo de Toledo, que suscitó una fuerte oposición. Cisneros quería un cabildo ejemplar, pues en la diócesis primada se miraban todas las demás iglesias de España. Tras el primer conflicto, que llegó incluso a Roma, Cisneros volvió a intentar la reforma mediante visitas canónicas, de las que conocemos tres.
Otro medio de reforma fue la celebración de Sínodos diocesanos. En 1497 se celebró sínodo en Alcalá y al año siguiente en Talavera. En las constituciones de este último destaca la preocupación por la instrucción religiosa del pueblo, en ocasiones sumido en terrible ignorancia, mandando que todos los domingos por la tarde se enseñara el catecismo a los niños y se explicase el evangelio a los adultos en la misa del domingo, a la vez que se les exhortase a practicar las obras de misericordia. Asimismo se dieron normas para la honesta vida de los clérigos, y, con antelación a Trento, manda que todos los párrocos llevasen un registro de los bautizados en sus iglesias, así como un registro completo de sus feligreses. Como apéndice se incluía un breve catecismo.
La aplicación de las constituciones se llevó a cabo mediante la extirpación de los males por medio de visitas, remociones, etc. y a través de otras iniciativas encaminadas a mejorar la formación y cultura de los clérigos, con la impresión de libros, y, sobre todo, con la creación de la Universidad de Alcalá. Practicó, además, una escrupulosa selección de sus párrocos.
Otro de los puntos del programa reformista de Cisneros era la dignificación y fomento del culto divino. En este sentido, procuró la restauración del rito mozárabe, construyendo la capilla del Corpus Cristi, dotándola de capellanes e imprimiendo los libros litúrgicos, con la edición del misal y breviario isidoriano.
También en relación con las reformas de la vida pastoral hay que señalar lo realizado a favor de la beneficencia y la previsión social, destacando de un modo especial la creación de los pósitos, con la función de aseguras la provisión de grano en tiempo de carestía. Fundo cuatro: Toledo, Alcalá de Henares, Torrelaguna y Cisneros

CISNEROS HUMANISTA
La labor cultural de Cisneros hay que enmarcarla en íntima conexión con el punto anterior. En este ámbito, sus dos grandes realizaciones fueron la Universidad de Alcalá y la Biblia Políglota. Alcalá fue el corazón de la reforma cisneriana, la universidad del humanismo español y de la Reforma católica en España, que permitió la regeneración de la Teología. Este era el objetivo inicial, servir de escuela para la formación sacerdotal. En Alcalá la ciencia preponderante debía ser la Teología. Las constituciones se inspiraron en las de París y los primeros profesores se habían formado allí. La Teología enseñada no seguía estrictamente ninguna de las escuelas en boga en ese momento, sino que daba entrada a las tres más importantes: tomismo, escotismo y nominalismo, aunque su mayor originalidad vino de su orientación preferentemente bíblica. Se fundó el colegio trilingüe de San Jerónimo. El fruto más importante fue la Biblia Políglota, de una impresionante modernidad en su concepción, buscando volver a las fuentes. En ella trabajaron numerosos filólogos, algunos de origen converso.
Asimismo, para mejorar el nivel espiritual y cultural del clero, el cardenal hizo imprimir a su costa y distribuir libros de piedad y de devoción a sacerdotes, frailes y monjes reformados, introduciendo libros de espiritualidad, repartiéndolos también en los conventos de monjas.

CISNEROS ESTADISTA
           Al ser elevado a la mitra de Toledo, que conllevaba ser canciller mayor de Castilla, Cisneros se vio metido de lleno en el mundo de la política, aunque como confesor real ya había tenido que interesarse en temas políticos. El culmen de esa subida al poder fue la regencia, que desempeñó en dos ocasiones. Durante veinte años fue el hombre fuerte de su tiempo. ¿Cuál era la concepción que tenía Cisneros de la política? En palabras actuales consideraba que estaba destinada a la defensa del bien común, de la justicia y del orden público, estando por encima de las diversas facciones. Cisneros tuvo que enfrentarse a los grandes del reino, que ponían sus intereses por encima del bien común en dos ocasiones: 1506-1507 y 1516-1517. Su preocupación por el orden público le llevó a la creación de la Gente de Ordenanza. El cardenal se presenta a sí mismo como continuador de la política de los Reyes Católicos, aunque si es preciso no duda en apartarse de ella e incluso censurarla a partir de la defensa del bien común.

Con esta sucinta presentación esperamos abrir el apetito para que muchos se acerquen a conocer la figura extraordinaria del cardenal, y a que el próximo centenario de su muerte no se quede en eventos pasajeros sino en una recuperación de su figura, aprovechando las aportaciones que, al día de hoy, puede seguir aportando a la sociedad española.


[1] GARCÍA ORO, José, El cardenal Cisneros Vol. I y II, BAC, Madrid 1992 y 1993
[2] GARCÍA ORO, José, La Iglesia de Toledo en tiempos del cardenal Cisneros (1495-1517), Estudio Teológico de San Ildefonso, Toledo 1992
[3] PEREZ, Joseph, Cisneros, el cardenal de España, Taurus, Madrid 2014.
[4] Ibídem p. 268.
[5] BAUDIER, Michel, Histoire de l´administration du cardinal Ximenez, Paris, 1645.
[6] Fundado por Pedro de Villacreces, uno de los pioneros de la reforma franciscana en España.
[7] Cisneros acariciaba el sueño de una África cristiana e hispana que llegara hasta la misma Tierra Santa.
[8] La ciudad fue conquistada el 17 de mayo.

sábado, 16 de enero de 2016

LOS FONDOS DEL ARCHIVO DIOCESANO DE TOLEDO COMO FUENTE HISTÓRICA PARA UNA HISTORIA DE MADRID

No se puede poner en duda la importancia que, para cualquier periodo de la historia de España, tanto a nivel nacional como local, tienen los fondos guardados en los archivos eclesiásticos. En el caso de Madrid, junto a los archivos parroquiales, de las diversas instituciones religiosas y de las tres diócesis en las que actualmente se divide eclesiásticamente la comunidad autónoma, hay que contar con los riquísimos fondos del Archivo diocesano de Toledo, dado que, hasta 1885, el territorio madrileño perteneció a la archidiócesis primada. En ese año, el 7 de marzo, por la bula Romani Pontifices Praedecesores del Papa León XIII, era erigida, segregándola de la archidiócesis de Toledo, a la que pertenecía desde la Reconquista, la nueva diócesis de Madrid-Alcalá, quedando sufragánea de la misma y conformándose con el territorio de la provincia civil de Madrid, surgida de la división provincial de 1833. El 25 de marzo de 1964 el Papa Pablo VI la elevaría a sede arzobispal, sin sufragáneas, dependiendo directamente de la Santa Sede y dejando de ser sufragánea de Toledo. El 23 de julio de 1991 el Papa Juan Pablo II, por la bula In hac beati Petri cathedra, creó las diócesis de Alcalá de Henares y Getafe, desmembrándolas de Madrid-Alcalá, que a partir de este momento queda con el nombre de Madrid, con el rango de archidiócesis metropolitana y con estas dos de sufragáneas.

EL ARCHIVO DIOCESANO DE TOLEDO

El Archivo diocesano de Toledo contiene una riquísima documentación, generada por las diversas instituciones que servían para la administración de la archidiócesis, además de los fondos procedentes de los archivos privados de los arzobispos, así como de la administración de los señoríos jurisdiccionales de los mismos, como Talavera de la Reina, el Adelantamiento de Cazorla o Alcalá de Henares. Abarca desde el segundo tercio del siglo XVI hasta la actualidad. En el caso de los documentos referentes a Madrid llega hasta la creación de la diócesis de Madrid-Alcalá, en 1885. Se encuentran diseminados en todo el archivo, dentro de los fondos correspondientes:

-          Capellanías, Fundaciones y Obras Pías: son más de 1900 legajos, clasificados por el nombre del fundador, especificándose año y pueblo de la fundación, así como el asunto.
-          Reparación de Templos: en él se describen las diversas obras, de construcción y reparación, de las iglesias y ermitas.
-          Visitas Pastorales: en este fondo se recogen la documentación correspondiente a los informes periódicos que los visitadores daban al arzobispado sobre la situación y estado de cada parroquia, con el número de habitantes, rentas, cofradías, situación de los sacerdotes. A veces se describen también costumbres y la vida de los diversos pueblos. Del Partido de Alcalá existen 6 cajas; de Mondéjar, Buitrago y Valle del Lozoya, 1 caja; Madrid ciudad, 4 cajas.
-          Cofradías: ordenanzas, acuerdos, pleitos de las mismas. Al día de hoy hay un total de 31 cajas correspondientes a Madrid más otras cinco sin catalogar.
-          Órdenes: se conservan los expedientes de ordenación de los sacerdotes de la archidiócesis, desde 1561, incluyendo partidas de bautismo, limpieza de sangre, formación, etc. de los ordenandos
-          Pontificados: corresponde a los diversos arzobispos que han regido la diócesis, con documentación muy variada, que abarca desde la privada de los prelados hasta asuntos del gobierno diocesano.
-          Matrimonial. Licencias y Atestados: desde 1592 recoge las diversas dispensas para contraer matrimonio, así como otros documentos referentes a la celebración del matrimonio.
-          Religiosos: documentación referente a los diversos conventos, masculinos y femeninos. Entre estos últimos existen documentos del Viso del Marqués (Franciscanas) El Pardo (Carmelitas de Santa Teresa) Colmenar de Oreja (Agustinas) Boadilla (Carmelitas) Cubas (Clarisas), Chinchón, Griñón, (Clarisas) Ciempozuelos (Franciscanas) San Martín de Valdeiglesias (Clarisas) Aranjuez (Concepcionistas) Lozoya, El Escorial, Torrelaguna (Concepcionistas) Pinto (Capuchinas) Valdemoro (Franciscanas); Madrid (Visitación, Trinitarias descalzas, Jerónimas del Corpus Christi, Clarisas-Descalzas Reales, Bernardas, Carmelitas, Concepcionistas del Caballero de Gracia, Clarisas-Constantinopla, Benedictinas de San Plácido, Comendadoras, etc.
-          Cuentas y diezmos: documentación económica de diversa índole. De diezmos hay catalogadas, referentes a Madrid, 7 cajas, más 5 de Alcalá.
-          Procesos: recoge los pleitos civiles o criminales relacionados con asuntos eclesiásticos.


Uno de los documentos más antiguos del Archivo Diocesano de Toledo:
venta de casas en la colación de San Andrés de Toledo, 1444

Hay que tener en cuenta que la distribución territorial no se corresponde a la actual demarcación provincial, por lo que para estudiar las diversas poblaciones hay que conocer dentro de qué demarcación se encontraban. Así, según el Libro Becerro de 1570, conservado en el mismo Archivo Diocesano, en el arciprestazgo de Ocaña tenemos Chinchón, Colmenar; en el de Canales, al norte de la actual provincia de Toledo, Humanes, Moraleja de Enmedio, Navalagamella, Brunete, Navacerrada, Galapagar, Navalcarnero; en el de Escalona, Las Rozas, San Martín de Valdeiglesias, Robledo de Chavela. Siguiendo el mismo Libro Becerro aparecen los arciprestazgos de Madrid, Buitrago, Val de Lozoya y la Vicaría de Alcolea de Torote, con pueblos como Valdemoro.
Un fondo muy rico, y apenas investigado, es el referente al Archivo de Santa Cruzada, que abarca desde el siglo XVI al XX. En relación a Madrid, existen un total de 63 cajas.

PERSPECTIVAS DE INVESTIGACIÓN

Todas estas fuentes documentales nos permiten analizar aspectos muy variados del ámbito territorial de la Comunidad de Madrid, que abarcan desde la geografía física y humana, hasta la economía, las costumbres, el arte, etc. Las visitas pastorales nos describen, de forma a veces muy detallada, los diferentes lugares, con su número de habitantes, edificios notables, extensión, oficios, costumbres. En ocasiones nos encontramos con planos, como el magnífico de San Fernando de Henares. Podemos, desde la documentación, conocer con bastante detalle la situación económica y social de la población. Se han realizado ya algunos estudios de historia local, reconstruyendo el devenir histórico de varias poblaciones. Los fondos de administración, fundaciones y capellanías, proporcionan datos acerca del nivel de vida, la distribución de los bienes de un lugar, ciclos de buenas o malas cosechas. Asimismo puede seguirse la evolución de instituciones como hospitales, colegios, etc.
Sobre las personas podemos estudiar no sólo los aspectos económicos, sino también creencias, práctica religiosa, nivel educativo, relaciones con las instituciones civiles y eclesiásticas. Sobre la beneficencia y asistencia social y caritativa también podemos encontrar numerosos datos, dado que hasta el s. XIX, y aún en este, dependía estrechamente de la Iglesia, lo mismo que colegios y otras instituciones educativas.
La documentación correspondiente al periodo en el que Madrid perteneció a la archidiócesis de Toledo es consultable, al día de hoy, sin ninguna limitación, salvo la derivada de la falta de catalogación total o parcial, de alguno de sus fondos, laguna que se está procurando subsanar.

BIBLIOGRAFÍA

AA VV, Los Primados de Toledo, Toledo, Diputación Provincial de Toledo-Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, 1993.

DIONISIO VIVAS, Miguel Ángel, El Archivo Diocesano de Toledo. Hacia una descripción de sus fondos, en Toletana. Cuestiones de Teología e Historia. Nº 24 pp. 371-407. Toledo, Instituto Teológico San Ildefonso, 2011.

GONZÁLEZ RUIZ, Rosario (coord.) El sueño de un rey. Historia de San Fernando de Henares desde la prehistoria hasta la actualidad, San Fernando de Henares, Ayuntamiento, 1996.

SÁNCHEZ GAMERO, Juan Pedro, Fondos madrileños en el Archivo Diocesano de Toledo, en Primeras Jornadas sobre Fuentes Documentales para la Historia de Madrid, pp. 57-63, Madrid, Comunidad de Madrid-Consejería de Cultura, 1990.

TORRE BRICEÑO, Jesús Antonio de la, Historia de la Villa de Morata de Tajuña, Madrid, Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.

VEGA VELASCO, Fernando de la, Santoral Hispano-Mozárabe de la diócesis de Madrid, en Memoria Ecclesiae XXXV pp. 531-556, Oviedo, Asociación de Archiveros de la Iglesia en España, 2011