jueves, 23 de octubre de 2014

Un sínodo extraordinario

El pasado domingo 19, con la ceremonia de beatificación del Papa Pablo VI, concluía en Roma el Sínodo extraordinario, dedicado a la familia. Como las percepciones acerca del mismo son variadas y contrapuestas, allá va la que yo creo, desde mi coincidente estancia romana, más ajustada a la realidad.

En primer lugar, frente a los que afirman que el sínodo no ha servido para nada, hay que recordar que el trabajo sinodal no ha concluido. Ahora se debe reflexionar sobre sus conclusiones, de cara a preparar el sínodo ordinario del año que viene, que completará el estudio sobre la familia, y del cual saldrá, como suele ocurrir, un documento escrito por el Papa. De modo que, realmente, la temática sobre la que se ha debatido no está cerrada, sino que se ha de culminar y completar el año próximo. Este año han sido dos semanas las dedicadas a reflexionar sobre la familia, el año que viene serán tres.
Además, este sínodo ha supuesto una gran novedad, y aquí me parece que está lo esencial, y es la gran libertad que ha existido para exponer todas las posturas. Ese ha sido el deseo del Papa. Y ese objetivo se ha cumplido plenamente, de modo que todas las tensiones que han podido trascender, y que en algunos casos han sido magnificadas o desvirtuadas, no son más que la expresión lógica de poder hablar con libertad; es más, con tanta libertad que el Papa ha escuchado posturas de las que podría disentir. Ese espíritu de libertad, insisto, ha sido clave en este sínodo.
Por otra parte, en esa exposición de posturas, el Papa ha querido, o al menos esa es la impresión, que estuvieran presentes voces que en otras ocasiones no estaban. Eso explica algunas presencias y también notables ausencias. Se ha querido escuchar lo que nunca se dice, o se dice en otros ámbitos, sin rehuir las cuestiones más espinosas, a pesar de que se sabía podrían generar polémica.
Los problemas existentes en torno a la familia son de gran calado y no es fácil saber cuál será el resultado final, que en cualquier caso no será sencillo de alcanzar. Pero para ello aún hay que esperar otro año (y otro más hasta que aparezca el documento pontificio), aunque lo que si está claro es que ha habido y seguirá habiendo en los próximos meses en las diócesis, y de nuevo en el otoño romano de 2015, un auténtico caminar juntos, que eso es lo que significa sínodo.

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