miércoles, 9 de julio de 2014

Ildefonso Montero, promotor de la prensa católica española (III)

La proyección internacional de Montero

Al año siguiente se iniciaba la participación en Congresos  Internacionales, con la asistencia e intervención de Ildefonso Montero en el Congreso de Luxemburgo[1]. El Congreso se abrió el domingo 30 de julio de 1922, en la iglesia de los redentoristas, con un sermón en el que el predicador recordó el papel que la Iglesia debía desempeñar en el momento actual conforme a su misión secular. Por la tarde tuvo lugar la sesión de apertura, con asistencia de representantes de diecisiete países. Montero fue elegido presidente de la comisión de emigración. Después de la elección intervino, saludando en el nombre de la obra de la prensa internacional. También tomó la palabra en la primera sesión plenaria, dando a conocer los trabajos que se estaban realizando en España.
Como una de las grandes dificultades para la colaboración internacional, sobre todo en los congresos y a la hora de redactar las revistas internacionales, era el tema del idioma, se trató la cuestión del empleo del esperanto, como medio de combatir dicha dificultad; Montero tomaría la idea y utilizaría dicha lengua en sus publicaciones internacionales.
Ildefonso Montero
En 1923 participó Montero en el Congreso Internacional de Constanza, al que presentó cuatro conclusiones, que resultarían las cuatro primeras de las siete aprobadas en el Congreso; en primer lugar, la necesidad de que los directores de las obras católicas de todo el mundo utilizaran la prensa como instrumento eficaz en dichas obras, procurando la publicidad de su labor en los grandes periódicos de información; en segundo lugar, que los católicos de todo el mundo protegieran la prensa católica, con suscripciones, anuncios y colaboraciones; que se celebrara todos los años, el día 29 de junio, el Día de la Prensa Católica, con el programa de oración, propaganda y colecta; por último, la formación de una comisión permanente internacional de prensa católica, que tuviera como labor preferente la fundación de una Agencia Informativa internacional para la prensa católica[2]. El Congreso se había desarrollado entre los días 10 y 15 de agosto, aunque don Ildefonso, deliberadamente, llegó el día anterior a la inauguración del mismo, el jueves 9, hospedándose, junto a los directores de IKA, la Liga Internacional Católica, en el seminario menor de San Conrado; a partir de ese momento desarrolló una intensa labor, siendo designado, en el acto de inauguración, presidente de la conferencia internacional de prensa, una de las varias que integraban el Congreso; al día siguiente distribuyó entre los asistentes ciento cincuenta ejemplares del número de Ora et Labora, dedicado al Congreso, impreso en ocho idiomas[3]. El domingo 12 fue invitado por el presidente de la Internacional de Jóvenes Católicos, MOKA, tomando parte en la sesión pública dedicada a los mismos; aprovechó, además la ocasión, para invitar a los congresistas a visitar una pequeña exposición de Ora et Labora que había instalado cerca del local del Congreso. A lo largo de esos días presidió la conferencia internacional de prensa, dirigiendo la palabra a los congresistas en latín, en la que presentó las cuatro conclusiones que se incluyeron entre las aprobadas; el martes 14 se acordó dejar constituida una comisión permanente internacional, compuesta por quince miembros, cuya presidencia se asignó a Montero[4]. El miércoles 15, en la sesión de clausura, impartió una conferencia sobre la prensa católica mundial.
En medio de estas reuniones europeas, en 1924 tuvo lugar en Toledo la Asamblea Nacional de la Prensa Católica. En su preparación tuvo parte Ildefonso Montero[5]. En la convocatoria de la misma, el arzobispo de Sevilla, Eustaquio Ilundáin, ponía como objetivo el deliberar acerca de los medios para la formación de buenos periodistas católicos y para perfeccionar las publicaciones periódicas católicas[6]. La Asamblea tuvo lugar los días 12, 13, 14 y 15 del mes de junio y a ella concurrieron numerosos obispos y representantes del periodismo católico[7]. La mañana del primer día fue dedicada a un retiro espiritual para periodistas, dirigido por el padre Remigio Vilariño, famoso en el campo de la propaganda católica. Por la tarde, bajo la presidencia del cardenal arzobispo de Toledo y primado de España, Enrique Reig, junto a los obispos de Málaga, Coria y el auxiliar de Toledo, se celebró la sesión de apertura, con un saludo del deán de Toledo, José Polo Benito y un discurso del periodista Manuel Simó Marín, fundador de El Diario de Valencia. En el segundo día, tras la misa de comunión celebrada en la capilla del seminario por el obispo de Málaga, comenzaron las sesiones particulares; por la tarde, Ángel Herrera impartió una conferencia. El 14 por la tarde fue Manuel Senante, director de El Siglo Futuro, el que pronunció un discurso acerca de la prensa católica en las enseñanzas de los pontífices. El último día, en la misa presidida por el obispo de Jaca, éste insistió en la necesidad de que todos los católicos, y en ese contexto los periodistas, se unieran. En la sesión de clausura, presididas por el cardenal primado, Ildefonso Montero leyó las conclusiones de la Asamblea, que fueron recibidas con un aplauso general. El cardenal Reig cerró el acto, congratulándose de la unión y concordia en la que se había desarrollado la Asamblea e invitó a llevar a la práctica las conclusiones acordadas. Entre estas, como puntos prácticos estaba la realización en los seminarios de un trabajo como el que venía realizando Ora et Labora; la celebración en Madrid de cursillos de enseñanza de materias periodísticas; la potenciación de las hojas parroquiales; se veía necesaria la creación de una agencia de publicidad, así como la utilización de los medios y adelantos científicos más modernos.
En agosto de ese mismo año, entre los días 15 y 20, se celebró en Lugano, Suiza, el IV Congreso Internacional Católico, al que asistió Ildefonso Montero. De su intervención en el mismo tenemos una detallada relación[8], la cual fue redactada para enviársela al nuncio Tedeschini, con quien coincidió en Roma, como recordaba al escribirle el 20 de noviembre, disculpándose por no haberlo podido hacer antes, debido al trabajo y a la enfermedad[9]. Montero llegó a Lugano la víspera de la inauguración del Congreso, el jueves 14 de agosto, a tiempo para asistir a una reunión preparatoria del mismo. Al día siguiente tuvo lugar el solemne acto de inauguración, celebrado en el salón de sesiones del municipio de Lugano, bajo la presidencia del obispo local, Aurelio Bacciarini, el cual dio a conocer un telegrama del papa Pío XI, en el que enviaba su bendición al Congreso. Montero dirigió, en español, un saludo a la asamblea, y en la misma sesión fue nombrado para formar parte de la presidencia del Congreso, formada por siete personas. El sábado 16, en la reunión de la prensa católica, impartió una conferencia, siendo aceptadas por unanimidad las conclusiones que propuso, entre ellas la de utilizar la radiotelefonía para la Acción Católica, fundando para ello una estación emisora radiotelefónica políglota e internacional; sobre este punto, y recordando el pensamiento de Balmes, que consideraba que la imprenta no era más que la perfección de la palabra, y por tanto era un medio más eficaz de comunicar con los demás el pensamiento, venciendo las limitaciones que a la voz humana imponían el tiempo y el espacio, presentó la radiotelefonía como la última conquista de la ciencia, o “mejor el último don de Dios a los hombres”, y por tanto, muy adecuado para las tareas de evangelización. El domingo quedó constituida una comisión internacional de radiotelefonía, presidida por Ildefonso Montero, y compuesta por doce miembros de Alemania, Austria, Bélgica, Checoslovaquia, España, Francia, Holanda, Hungría, Inglaterra, Italia, Yugoslavia y Polonia; Montero aprovechó para hacer la distribución de un suplemento, en varios idiomas, de Ora et Labora, así como otros impresos relativos al Día de la Prensa, radiotelefonía, institución Ora et Labora, todos en lenguas diversas e incluidos en un sobre impreso en esperanto, como lengua auxiliar internacional. El 18 se instaló una exposición de material español de propaganda, dando a conocer varias obras de la Acción Católica española, entre ellas la Tercera Asamblea Nacional de Prensa Católica de Toledo, distribuyendo el programa y conclusiones del mismo. Ese día habló otro español que tomaba parte en el Congreso, el sacerdote José María Carbó, profesor del seminario de Barcelona. El martes 19, tras las sesiones de la mañana, con conferencias internacionales especializadas, se celebró por la tarde la clausura, en la que se aprobaron las conclusiones. Cuatro de las mismas habían sido presentadas por Montero: ratificación de los acuerdos de los Congresos de Luxemburgo y Constanza, relativos a la celebración del Día de la Prensa católica en todas las naciones el 29 de junio de cada año; la petición de especial protección, por parte de los católicos, para los periodistas, protección que redundaría en perfeccionamiento de la misma prensa; recomendación de las uniones internacionales, tanto de periodistas como de publicaciones, como medio para crear una federación internacional; apoyar el establecimiento de una estación emisora internacional y políglota de telefonía inalámbrica[10].
En la misma sesión de clausura se eligió a Ildefonso Montero como miembro de la presidencia de la Internacional Católica, constituida por seis miembros. Por ello, al finalizar el Congreso, visitó la oficina central de la Internacional, situada en Zug, en Suiza, y después se trasladó a Roma. Allí solicitó y obtuvo, el 3 de septiembre,  una audiencia con el papa Pío XI al que informó de los trabajos realizados, incluidos los de radiotelefonía. El papa le animó a seguir, y ante la petición de bendición que le hizo Montero para que la obra viviera y creciera, escribió en una foto la dedicatoria que don Ildefonso exhibiría como el mejor aliento a sus labores, deseando que dichas obras “vivant, crescant, floreant” [11].



[1] ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 884, ff. 227-238.
[2] ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 884, ff. 204-205.
[3] ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 884, ff. 206-208.
[4] ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 884, f. 209.
[5] ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 884, f. 211.
[6] BOAT, 2 de junio de 1924, pp. 179-180.
[7] BOAT, 1 de julio de 1924, pp. 209-220.
[8] ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 884, ff. 214-216.
[9] ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 884, f. 212.
[10] ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 884, f. 213.
[11] ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 884, f. 221.

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