sábado, 5 de mayo de 2018

Wannsee

Creo que me va a ser difícil olvidar la hermosa y bucólica tarde del sábado 28 de abril. Una bonita excursión a los alrededores de Berlín en un marco de amistad y buena compañía. Un lugar bello, apacible, Wannsee, con su hermoso lago, rodeado de vegetación en plena exuberancia primaveral. Una tarde cálida, casi calurosa, plena de luz, desdeñosa con el prejuicio español de una ciudad fría y gris que solemos aplicar a la capital alemana. Una fresca y agradable brisa. Y sin embargo...

Villa de la Conferencia de Wannsee
Es difícil expresar el contraste entre tanta belleza ambiental y la terrible, espeluznante decisión que se tomó aquí. La "Solución Final", la decisión de acabar con todos los judíos que aún se encontraban dentro de las fronteras del Reich. Y no a cargo de unos monstruos de maldad, de seres horribles salidos de entre la oscuridad de una noche de pesadilla, sino de unos impecables funcionarios, que trataban de afrontar un "problema" con la misma pulcritud, eficiencia y organización con que resolverían cualquier cuestión burocrática. Quizá esto sea lo más impactante. No estaban reunidos en la bonita villa al lado del lago unos psicópatas repugnantes, al amparo de un escondite tenebroso, sino gente culta, sensible, heredera de la honrada y cumplidora burocracia prusiana; hombres que leían literatura, poesía, filosofía; que se habían formado en las mejores universidades de Europa, las más avanzadas y fecundas; que iban a la opera y se conmoverían con Wagner, Haendel o Mozart; esposos y padres cariñosos y ejemplares...

Sala donde tuvo lugar la Conferencia
Esto es quizá lo más incomprensible, lo terriblemente demoníaco, lo que se escapa a la lógica de cualquier humanidad. Es el enfrentamiento, que desgarra la reflexión racional, con el abismo de las tinieblas que pueden poblar el interior de la persona...la capacidad de destruir al otro, sin sentir la culpabilidad por aniquilar a un semejante...
Quizá, ahora, como no había sido antes capaz de hacerlo, puedo comprender a Hanna Arendt y sus reflexiones sobre la banalidad del mal. Pero quizá, ahora, me resulta más incomprensible el ser humano...