domingo, 28 de noviembre de 2021

ALFONSO X

 Comparto mi columna del pasado 24 de noviembre en el diario La Tribuna de Toledo, sobre el rey Alfonso X el Sabio en su octavo centenario

Toledo es cuna de muchos hombres y mujeres ilustres, la mayoría bastante olvidados. Sin embargo, siempre ha mantenido, con orgullo, el recuerdo de uno de sus hijos más preclaros, de quien celebramos ahora el octavo centenario de su nacimiento, el rey Alfonso X de Castilla, una de las figuras más importantes, no sólo de su tiempo, sino de toda la Historia de España, de cuyo estudio sería gran impulsor.

En un tiempo en el que los soberanos eran conocidos por apelativos guerreros, como “el Fuerte”, “el Bravo” o “el Conquistador”, es hondamente significativo que nuestro paisano sea denominado “el Sabio”, señalando uno de sus principales rasgos, el amor profundo, apasionado, por el saber, por la cultura, por la producción científica. Una dimensión que, en muchas ocasiones, siendo siempre alabada, se ha contrapuesto a una actuación política que ha sido en gran medida descalificada, no haciendo justicia a la verdadera labor del rey.

Alfonso X de Castilla, el Sabio
Esta doble percepción, en gran manera heredada de la justificación que el vencedor de la guerra civil desatada al final de su reinado, su hijo Sancho IV, hubo de hacer para legitimar su corona frente a quienes debían, en el deseo de Alfonso, ser los herederos, los infantes de La Cerda, está siendo, gracias a las últimas investigaciones, superada, destacando, más allá del fracaso del monarca en su aspiración a la corona imperial, sus actuaciones en Castilla, tanto a nivel político como militar. El centenario puede ser una estupenda ocasión para seguir profundizando en esta recuperación de la figura del rey, más allá de la tradicional, que venía avalada por la autoridad de Juan de Mariana.

Recordar las figuras del pasado no puede ser un ejercicio estéril de nostalgia. El centenario, más allá de los diferentes eventos programados, es una oportunidad magnífica para preguntarnos acerca del valor de la cultura, de la ciencia, de la investigación en nuestra sociedad, de un modo particular de su impulso y desarrollo en nuestra ciudad. Hemos de plantear seriamente cómo se transmite ese rico acervo recibido a las nuevas generaciones –no, desde luego, con una nefasta legislación educativa que, bajando los niveles, va a condenar a la precariedad laboral a los hijos de las familias con menor nivel económico-, especialmente el amor a nuestra historia, que explica y da sentido a lo que somos. Las Humanidades, potenciadas por el rey, hoy tan maltratadas, y que son la mejor y mayor garantía para una ciudadanía libre, tolerante, comprometida, necesitan ser recuperadas y valoradas. Alfonso X cultivó las matemáticas, la astronomía, la historia, la poesía, sin marcar esa dicotomía tan nefasta entre ciencias y letras, pues ambas son necesarias al ser humano para lograr un desarrollo integral.

Bajo el rey Sabio prosiguieron las obras de la catedral primada, iniciadas por su padre, san Fernando III. El centenario del monarca debería servir de prólogo y arranque de la preparación del de la Dives Toletana que celebraremos en 2026.

domingo, 14 de noviembre de 2021

TARDE DE OTOÑO EN SAN ILDEFONSO

 Comparto mi columna en La Tribuna de Toledo del miércoles 3 de noviembre

Con la llegada del otoño, cumplo con una muy querida tradición personal, casi un ritual imprescindible en esta estación, la de regresar a los jardines del Real Sitio de La Granja de San Ildefonso y deambular, sin prisa, absorto en la espléndida belleza que se despliega a mi alrededor.

Sentado junto a la Fuente de las Tres Gracias, que corona la Cascada Nueva, contemplo la fachada del palacio en el que Felipe V quiso mitigar sus ataques de melancolía. Comprendo perfectamente al soberano, pues la hermosura del paisaje, el esplendor de los jardines, la íntima delicadeza que despliega la exquisita decoración de un edificio que, pese a lo que se diga, no imita a Versalles sino que evoca al castillo de Marly, donde Luis XIV se refugiaba en la compañía de sus íntimos, es capaz de sanar las heridas del alma. Mientras escribo siento la calidez del sol, que, a modo de delicado orfebre, dora las amarillentas y verdosas hojas de los árboles. De vez en cuando, una fresca brisa nos recuerda lo avanzado de octubre. El cielo, azul claro, es  indolentemente surcado por alguna algodonosa nube, mientras las peladas cumbres anhelan las primeras nieves que las recubran con su cándida túnica.

Es hermoso contemplar cómo danzan las hojas en los árboles. Algunas, más atrevidas, inician un rítmico vuelo que las conduce a las mansas aguas de las fuentes, que, en el silencio, apenas interrumpido por una horda de turistas anglófonos, narran las viejas historias de los dioses del Olimpo. Llegado al estanque de El Mar, observo las montañas cubiertas de masas verdosas de pinos, entre las que serpentea el marrón de la vegetación brotada sobre las cenizas del último incendio, en un mensaje esperanzador de renacimiento. El rumor de la cascada que vierte sus espumantes aguas sobre las oscuras del estanque es melodía que arrulla mientras la vista se exalta con los fulgores de los árboles caducifolios, en los que las hojas, a punto de desprenderse, destellan en un dorado intenso que contrasta con el verde refulgente y ambarino de las que aún se aferran a la rama que les alimenta y vivifica.

Sentado, de nuevo, junto a la Fuente de Andrómeda, recuerdo el relato mítico. Perseo, a punto de acabar con el monstruo marino Ceto, al que muestra la mortífera cabeza de Medusa, convirtiéndolo en coral, es asistido por Atenea, mientras unos amorcillos tratan de liberar a la hija de la soberbia Casiopea, culpable de su trágico destino. Me pregunto cuántos de nuestros estudiantes, a los que el desastre educativo priva del conocimiento de la gran tradición humanística, podrían descifrar lo que muestra el espléndido conjunto.

Fuente de Andrómeda
La tarde avanza. Cae el sol, desciende la temperatura. Es momento de abandonar los jardines, no sin antes echar una mirada cómplice a Dafne que escapa, entre los parterres, de Apolo. Tañen las campanas de la Colegiata. Embebido de belleza, retorno.

lunes, 1 de noviembre de 2021

REFLEXIONES EDUCATIVAS

 Comparto el texto de mi columna de la semana pasada en La Tribuna de Toledo

EL DIABLO NO ES DÉBIL

A pesar de lo que el título les pueda sugerir, no voy a hablarles hoy ni de Angelología ni de los Novísimos, sino de algo más terrenal. De que el diablo no es débil. O mejor, que débil no es devil. Algo que parecerá obvio, pero que no lo es, al menos para muchos alumnos que lo suelen confundir al escribir. Bueno, no sólo confunden eso, sino muchas cosas más, como podemos comprobar cada vez más profesores al corregir trabajos, entregas o exámenes. Una de las muchas muestras de la lamentable situación en la que se está precipitando la Educación en España.

Llevo más de veinticinco años impartiendo clases. En BUP, en ESO, en la Universidad. He pasado por Institutos, Colegios privados y concertados. Soy un entusiasta de la docencia y disfruto dando clases, sobre todo cuando tengo alumnos que responden con deseo de aprender. Saco de mi tiempo libre horas para acompañarles a visitar museos y he comenzado un seminario informal con mis alumnos de Políticas para leer y comentar textos filosóficos e históricos, sin recibir otra compensación que la de ver cómo quieren, ilusionados, llevar a la práctica el viejo lema del sapere aude. Por ello, puedo denunciar, con profundo dolor, el hondo abismo al que nos han conducido cuarenta años de continuos cambios legislativos y de absurdos experimentos pedagógicos, las más de las veces proyectados desde despachos en los que se ha obviado la experiencia y el saber de los docentes.

Alegoría de la Filosofía (Giacinto Brandi)

Hace pocos días leí en Twitter, por parte de un profesor universitario, lo siguiente: “llevo varios cursos viendo que los alumnos de primero NO saben qué era una polis griega. Gracias a Celáa y Castells ahora no sabrán que existe Grecia”. Confirmo la primera constatación y temo, con fundamento, la segunda. La LOMLOE y la LOSU vendrán a dar la puntilla a nuestro ya deteriorado sistema educativo. Se está privando, a consecuencia de la tiranía de las “nuevas pedagogías”, de especiosos argumentos, de falaces ocultamientos de la dolorosa realidad, a las nuevas generaciones del acervo de conocimientos que les permitirán navegar el proceloso mar de una información casi inabarcable, para lo que carecen de herramientas intelectuales adecuadas. Impera una “happycracia” que genera seres inmaduros, manipulables, sometidos a la tiranía del consumo instantáneo.

Y lo siento, pero por más que me traten de convencer –quizá porque pude estudiar Filosofía y tengo la “funesta manía de pensar”-, me niego a asumir que el descenso de los niveles educativos sea progresista. Porque, a la larga, sólo genera mayores desigualdades sociales y económicas. Servirá para enmascarar las estadísticas de fracaso educativo real, pero, “pan para hoy y hambre para mañana” –nunca mejor dicho- llevará a muchos jóvenes a ser mano de obra barata de un mercado laboral precario.

Urge un gran pacto educativo nacional que remedie esta tremenda catástrofe. Aunque temo que no es una prioridad real de ningún partido.