miércoles, 2 de marzo de 2016

El cardenal Enrique Reig y Casanova (VI)

Los fastos de 1926

El 27 de febrero de 1926 el primado firmaba la carta pastoral sobre el III Congreso Eucarístico Nacional que se iba a celebrar ese año en Toledo, dentro de los actos conmemorativos del séptimo centenario de la colocación de la primera piedra de la catedral. El arzobispo deseaba que todos los diocesanos conocieran su contenido, de modo que, a pesar de ser larga, ordenó que se leyera en todas las parroquias de la archidiócesis, en la misa más concurrida. El primado quería destacar la importancia de la Eucaristía como centro de la liturgia, del culto y de la vida cristiana, además de reiniciar, con alguna periodicidad, la celebración de los Congresos Eucarísticos Nacionales, que en España se habían celebrado en fechas tan remotas como noviembre de 1893, el de Valencia, y agosto de 1896 el de Lugo, cuyo éxito había sido grande; asimismo se celebraron diferentes Asambleas con carácter nacional, en Madrid en 1897; en Lugo, 1902, en Sevilla, 1904; Granada, 1913 y de nuevo en Madrid, en 1921; en la capital del reino se había celebrado, asimismo, un Congreso Eucarístico Internacional, en 1911. El cardenal llevaba recibiendo los dos últimos años diversas instancias que le insistían en la convocatoria, de un modo muy especial por parte de las Marías de los Sagrarios, y por ello consultó a los demás metropolitanos, que acordaron que se celebrase en Santiago de Compostela, pero debido a la muerte del arzobispo compostelano, Manuel Lago, en la reunión de los metropolitanos de abril de 1925 se resolvió celebrarlo en Toledo, coincidiendo con el centenario de la catedral. Antes de publicar la pastoral, Reig había informado de ello al papa, mediante una carta autógrafa, firmada el 14 de enero, en la que solicitaba su bendición. El 26 de enero, el cardenal Gasparri, en nombre de Pío XI, respondía, señalando cómo el papa esperaba que la celebración diese un nuevo y vigoroso impulso al resurgimiento de la piedad y de la virtud cristiana, y animaba tanto al primado como a los demás organizadores a continuar con ánimo la preparación del Congreso. Reig deseaba recibir, sin embargo, alguna palabra directa del papa, y por ello insistió al nuncio en este sentido; realizadas por Tedeschini las gestiones oportunas, el secretario de estado, Gasparri, le respondió el 13 de marzo que el mensaje enviado al cardenal no excluía una carta pontificia, que se enviaría a su tiempo, dado que tanto el Congreso como el centenario no se celebrarían hasta el otoño, y que el papa había querido que antes se enviara una palabra de ánimo, junto a su bendición paternal, tanto al arzobispo como a los que le asistían en la obra de organización. Finalmente, el 8 de octubre, Gasparri envió al primado el autógrafo que el papa le dirigía con motivo del Congreso y del centenario de la catedral de Toledo.
Como preparación al Congreso, se continuó en la diócesis con las Asambleas Eucarísticas comarcales. El 4 de marzo tuvo lugar en el convento de los dominicos de Ocaña una reunión de los arciprestazgos de Ocaña, Yepes, Villacañas y Esquivias para preparar la de la zona, constituyéndose la Junta organizadora y formándose las comisiones. El 15 de abril era Torrijos la localidad que reunía, en torno al cardenal primado, a un numeroso grupo de sacerdotes de los arciprestazgos de Bargas, Escalona, Fuensalida, Gálvez, Illescas, Navahermosa, Polán, Torrijos, Val de Santo Domingo y Villaluenga de la Sagra, para preparar la Asamblea Eucarística de esa comarca. El 11 de mayo comenzaba en Ocaña la Asamblea Eucarística, que se prolongó durante los días 12 y 13. La Asamblea fue precedida de una misión a cargo de Juan Carrillo, capellán de Reyes. El viernes 11 por la tarde tenía lugar en la parroquia de Santa María la inauguración, en el que tras el discurso de saludo del párroco, Vidal Santamera, intervino el cardenal. En mañana del sábado hubo celebración en el convento de los dominicos, predicando el canónigo Emiliano Segura y por la tarde procesión. En la mañana del domingo celebró de pontifical el arzobispo, con sermón a cargo del dominico padre Urbano, y por la tarde tuvo lugar la procesión eucarística, finalizando con la bendición y reserva del Santísimo Sacramento. A las nueve de la noche se clausuraba la Asamblea, con la lectura y aprobación de las conclusiones.
El 14 de abril de 1926 se creaba en la archidiócesis la comisión diocesana de arte sagrado, con el fin de proteger y custodiar el rico patrimonio existente en la archidiócesis primada, siguiendo así las disposiciones que el papa había dado a los obispos italianos sobre la protección del arte religioso y la formación cultural de los fieles en relación con el arte. Formaban la comisión, como presidente, José Polo Benito, deán de la catedral; vicepresidente, Ildefonso Montero, dignidad de tesorero de la misma; Rafael Martínez Vega, comisario de alhajas; Eduardo Estella, canónigo archivero; José Campoy, presidente de la Junta Provincial de conservación de monumentos; Juan García Ramírez, arquitecto diocesano; Francisco San Román, delegado regio de Bellas Artes. Las atribuciones de la comisión eran inventariar los objetos de arte; dictaminar en los asuntos de arte y en todos los expedientes de enajenación de objetos artísticos; examen de los planos de nuevos edificios, de los presupuestos de ampliaciones, decoraciones, reparaciones, etc.; proponer, a quien lo mereciese, el título de conservador diocesano de arte religioso; establecer delegaciones comarcales en las distintas provincias y distritos de la archidiócesis; la formación de la cultura artística en la diócesis, bien por medio de libros, bien a través de conferencias o lecciones; elegir cuatro miembros que formasen parte de la misma comisión durante tres años y designar al que desempeñase el cargo de secretario; presentar al arzobispo, a principios de enero de cada año una memoria de lo actuado durante el anterior y, por último, ejecutar los encargos y gestiones que el prelado les confiase.
Poco después, el 19 de mayo, el Gobierno proponía al rey Alfonso XIII que el cardenal arzobispo de Toledo fuera el delegado oficial de España en el XXVIII Congreso Eucarístico Internacional que se celebraría en Chicago entre los días 20 y 24 de junio de ese año; el primado iría acompañado del obispo de Calahorra y de su capellán, Ricardo Pla Espí.
Pero antes de partir, el cardenal, dentro de los actos del centenario de la catedral, procedió a la coronación pontificia de la patrona de Toledo, la Virgen del Sagrario. Tuvo lugar el domingo 30 de mayo y comenzó con dos días de preparación, en los que pontificaron el patriarca de las Indias y el obispo prior de las Órdenes Militares, Narciso Esténaga, predicando por las mañanas el obispo de Coria, Pedro Segura, y por las tardes el magistral de la catedral, José Rodríguez y los obispos prior y de Salamanca. Por la mañana del día de la coronación llegó a Toledo el príncipe de Asturias, al que recibió, en la puerta del Perdón de la catedral, el cardenal acompañado por los obispos de Coria, Plasencia, el auxiliar de Toledo, el prior de las Órdenes, así como del cabildo catedral, y las capillas de Reyes, mozárabes y beneficiados. A las nueve y media de la mañana comenzaba el pontifical, celebrado por el nuncio Tedeschini; la imagen de la Virgen, revestida con el manto de las 70.000 perlas, regalo del cardenal Sandoval y rehecho en el pontificado del cardenal Fernández de Córdoba, se ubicó en el crucero, ante la reja de Céspedes. Al acabar el pontifical se efectuó la ceremonia de bendición de la nueva corona de la Virgen y a continuación se organizó la procesión hasta la plaza de Zocodover, donde, tras la entrega de la corona por parte del príncipe de Asturias, tuvo lugar el acto de coronación, celebrado también por Tedeschini, dirigiendo a continuación el cardenal Reig la palabra a la multitud que llenaba la plaza.

Coronación de la Virgen del Sagrario, por el nuncio Federico Tedeschini

A su regreso de Estados Unidos el cardenal dirigió una circular a los diocesanos narrándoles lo que había supuesto el Congreso Eucarístico Internacional de Chicago. El primado agradecía a Dios la experiencia vivida, el haber podido tomar parte en dicho Congreso, que había contado con la presencia de doce cardenales, sesenta arzobispos, ciento noventa obispos, muchos centenares de sacerdotes seculares y regulares y más de un millón de católicos; agradecía, asimismo, al Gobierno las facilidades dadas para la realización del viaje, así como a los cardenales, autoridades y personas católicas de Nueva York y de Chicago. A su juicio, había resultado interesante la sección de habla española y destacó la presencia de la delegación mexicana, al estar el país en plena efervescencia de la política anticlerical; en relación con esto, y siguiendo las indicaciones del papa, que había ordenado rogativas por la Iglesia de México, el cardenal mandaba que estas se hicieran en todas las iglesias de la archidiócesis el 1 de agosto; en la parroquia santuario de Nuestra Señora de Guadalupe se harían durante ocho días más. Reig había enviado el 3 de julio, en nombre de todo el episcopado español, una carta a los obispos mexicanos, para consolarles en la difícil situación que estaban viviendo, carta que fue respondida con agradecimiento por el arzobispo de México. Pero no se limitó a esto el cardenal, sino que el 15 de septiembre dirigió una carta circular a los metropolitanos de España y América, en la que, ante la situación persecutoria en México, comunicaba a sus hermanos en el episcopado que había mandado que en la archidiócesis toledana, el día 12 de octubre, fiesta de la Raza, se celebrasen misas de comunión general de niños, por los católicos de México, por si los demás obispos juzgaban conveniente realizar actos similares en sus diócesis.
El 20 de octubre, miércoles, daba comienzo el III Congreso Eucarístico Nacional, junto con los actos del VII Centenario de la catedral primada. Como actos preparatorios inmediatos se celebraron triduos en todas las parroquias de la ciudad, además de otro que el obispo de Coria y electo de Burgos, Pedro Segura, impartió a la Adoración nocturna. El programa preparado era muy intenso y variado. Toledo se vio inundada de congresistas, de modo que la comisión de hospedaje tuvo que preparar 2.500 habitaciones en hoteles, fondas y pensiones, además de las habitaciones cedidas por particulares, mientras en el seminario se alojaban más de quinientos sacerdotes; al congreso concurrían sesenta y dos delegados diocesanos, entre ellos uno de México, dos de Alemania y uno de Bolonia; éste último, Dante Dallacasa, capellán del Colegio Español de San Clemente, ostentaba la representación del cardenal Rocca di Corneliano, arzobispo de Bolonia, a quien Reig invitó por los especiales vínculos que unían a esta ciudad con Toledo.
Tras el canto del Veni Creator y las palabras de bienvenida del deán de la catedral, el obispo de Ciudad Real pronunció un discurso sobre La Catedral de Toledo y la Sagrada Eucaristía; después se constituyeron las mesas. A continuación el cardenal Reig realizó la apertura del Congreso, culminando el acto con la inauguración de la ampliación del museo catedralicio. Por la tarde hubo diversas reuniones y hora santa. El jueves 21, tras la misa de comunión y el pontifical a cargo del arzobispo de Granada, se inauguró la Exposición Eucarística Diocesana, en el palacio arzobispal; por la tarde, reuniones y hora santa. Al día siguiente, tras la misa de comunión celebrada por el arzobispo de Valladolid y la misa en rito mozárabe, tuvieron lugar la reunión de las diversas secciones y por la tarde, hora santa. El sábado 21 comenzaba con misa de comunión general de niños, presidida por el arzobispo de Valencia, para, a continuación, presentar a la Virgen del Sagrario los niños de España; por la tarde tuvo lugar la solemne sesión de clausura. Por la noche tuvo lugar la solemne vigilia nacional de la Adoración Nocturna Española, con sermón del arzobispo electo de Burgos, Pedro Segura.
Para aquellos diocesanos que no pudieran asistir, el cardenal había dispuesto que el domingo 24 se celebraran cultos eucarísticos especiales, que consistirían en comunión general, misa solemne con exposición y cultos con exposición, bendición y reserva por la tarde. Ese día era, en efecto, el momento culminante del Congreso, con la procesión eucarística que recorrió las calles toledanas cruzando las murallas de la ciudad hasta el hospital de Tavera, donde, tras la lectura de la consagración a Cristo Rey por parte del primado, el nuncio Tedeschini impartió la bendición con el Santísimo a unas cincuenta mil personas que se hallaban presentes; tomaron parte en la procesión unas diez mil personas, presididas por cuarenta obispos y cuatro cardenales.
Como complemento del Congreso, el lunes 25 se realizó una excursión eucarística a Torrijos, para visitar los restos de Teresa Enríquez, la “Loca del Sacramento”, con procesión y bendición con el Santísimo por la tarde, impartida por el cardenal primado, quien por la mañana celebró en la catedral la misa de pontifical en el día del centenario de la catedral.

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