sábado, 10 de octubre de 2015

El cardenal Enrique Reig y Casanova (I)

Una figura destacada en la vida eclesial y social española de principios del siglo XX fue el cardenal Reig y Casanova. Sin embargo, desde el punto de vista historiográfico, está aún poco estudiada. Por ello quiero compartir el texto de una conferencia que impartí sobre el mismo, y que ha sido publicada, como artículo, en el número 30 la revista Toletana, pp. 257-311, donde se puede encontrar con todo el aparato crítico que, por comodidad para su lectura, suprimo aquí.

Retrato del cardenal Reig en la Sala Capitular de la Catedral Primada de Toledo

Enrique Reig y Casanova nació en Valencia, en la parroquia de los Santos Juanes, el 20 de enero de 1859. Matriculado en el Instituto de Játiva, cursó allí la segunda enseñanza desde 1871 a 1875. Sintiendo la vocación eclesiástica se incorporó al seminario conciliar de Valencia, en el que aprobó, con brillantes calificaciones, hasta cuarto de Teología. En 1878 obtuvo por oposición una beca en el Colegio Mayor de la Presentación y Santo Tomás de Villanueva. Desde 1880 a 1886 abandonó los estudios eclesiásticos y pasó a la Universidad de Valencia, donde cursó toda la carrera de Derecho, en la que también obtuvo notas brillantes, ganando por oposición 10 premios y matrículas de honor. En 1885 se le adjudicó el premio extraordinario que se otorgaba en cada Facultad, en virtud del cual se le expidió el título de licenciado en Derecho civil y canónico, libre de gasto. Como remate a su carrera obtuvo el doctorado en la Universidad Central de Madrid.
Durante este periodo contrajo matrimonio con una pariente suya, Francisca Albert Reig, previa dispensa del matrimonio por consanguinidad. La ceremonia tuvo lugar el 15 de julio de 1883. El matrimonio tuvo dos hijos. Pero durante la epidemia de cólera de 1885 ambos fallecieron, al igual que su madre. Esto llevó a Reig a replantearse su vocación eclesiástica, continuando sus estudios de Teología y Cánones, primero en el seminario de Almería y en el de Mallorca, después.
En 1886 se ordenó de sacerdote en Almería, acogido por el obispo José María Orberá Carrión, valenciano y amigo suyo; allí desempeñó las tareas de catedrático de Historia Eclesiástica, capellán de Nuestra Señora de Gador y fiscal de la subdelegación castrense. En octubre de 1886 el obispo de Mallorca, Jacinto María Cervera, le llamó a Mallorca, de cuyo obispado fue secretario de cámara y gobierno, hasta que fue nombrado provisor y vicario general. En 1891, previa oposición, fue nombrado canónigo penitenciario de la catedral mallorquina. A la muerte del prelado fue elegido por unanimidad ecónomo de la mitra sede vacante. Fue visitador del hospital y cofradía de san Pedro y san Bernardo, del colegio de Nuestra Señora de la Sapiencia y de la congregación de hermanas de la Pureza de María Santísima; examinador prosinodal de la diócesis y consiliario de hacienda del seminario conciliar; vicepresidente de una junta de patronato y auxilios para obreros; vocal de la comisión provincial de estadística de las islas Baleares, de la junta provincial de Instrucción pública y de las de la exposición histórica americana, de la de auxilios de las inundaciones de Consuegra, Almería y Valencia; de la exposición nacional agrícola de Madrid y de la de indumentaria retrospectiva de Barcelona.
De Mallorca pasó a Toledo, de cuya catedral fue nombrado canónigo, tomando posesión de su nuevo cargo el 1 de enero de 1901; dos años después alcanzó la dignidad de arcediano. El cardenal Sancha le confió los cargos de provisor, vicario general, juez metropolitano sustituto y delegado general de capellanías del arzobispado. Además, en el seminario conciliar, fue profesor de Sociología. Acompañó al cardenal Sancha en los viajes que realizó para asistir a las fiestas del vigésimo quinto aniversario de la coronación de León XIII y con motivo del cónclave en el que resultó elegido Pío X. En Toledo comenzó a darse a conocer por su actividad en el campo social, por medio de la prensa y del movimiento obrero católico. Gracias a su iniciativa nació en 1904 el periódico El Castellano, a la vez que su fama se iba extendiendo a nivel nacional. Recopilando diversos artículos publicados anteriormente en diferentes revistas, divulgó asimismo cuestiones relacionadas con el Derecho Canónico.
Una nueva etapa comenzó en Madrid en 1905, al ser nombrado auditor del Supremo Tribunal de la Rota española. Aquí desarrolló una intensa labor en la prensa, en el púlpito, al frente de entidades y asociaciones. Fue el primer rector de la Academia Universitaria Católica; presidió asambleas y congresos; dirigió la revista Paz Social, de cuestiones sociales; fundó Revista Parroquial y fomentó los sindicatos de obreros.

Obispo de Barcelona

En mayo de 1914 fue preconizado obispo de Barcelona, siendo consagrado el 8 de noviembre; el 21 de dicho mes hizo su entrada en la capital de su diócesis. En Barcelona organizó misiones generales, celebradas desde el 22 de febrero al 11 de marzo de 1917, además de las especiales que hubo para obreros, sirvientes, dependientes de comercio e industria. Llevó a cabo el concurso a curatos, proveyendo más de las dos terceras partes de parroquias, que estaban vacantes; trabajó en la intensificación de la vida litúrgica, mediante la preparación y celebración del congreso litúrgico de Montserrat de 1915; creó nuevas parroquias y aumentó hasta seis el número de tenencias o ayudas de parroquias. Celebró el centenario de la fundación de la orden de la Merced; como delegado pontificio presidió el congreso de sacerdotes y esclavos de María. Para mejorar el nivel del clero regularizó el día de retiro y los ejercicios espirituales para sacerdotes, y promulgó el nuevo reglamento para el seminario. Otras actuaciones suyas fueron el arreglo beneficial, la inauguración del museo arqueológico diocesano, la celebración del sínodo diocesano para implantar las disposiciones del nuevo Código de Derecho Canónico y visitó toda la diócesis. En cuanto a su labor social, en febrero de 1916 publicó una carta pastoral sobre la Acción Católica, sentando las bases para la organización de la misma en la diócesis, complementada con la pastoral de 1917 sobre las juntas parroquiales; fundó la Acción Popular; en enero de 1918 publicó una exhortación pastoral sobre los deberes sociales del momento, traducida a varias lenguas; jornadas y asambleas diocesanas para la Federación de Patronatos de obreros y de centros católicos.

Arzobispo de Valencia
           
El 20 de febrero de 1920 fue nombrado arzobispo de Valencia, entrando oficialmente el 27 de junio. Durante los dos años y medio que rigió la diócesis valenciana, aplicó sus energías a la santificación del clero y al cuidado de su mejora material; estableció el cabildo de párrocos y organizó las comunidades de beneficiados de la capital; celebró concurso a curatos; dio impulso al Montepío del clero, proporcionándole locales y abundantes medios para su desenvolvimiento y creando la cooperativa de trajes talares; restauró la pía unión y congregación sacerdotal de san Vicente de Agullent; fundó la Unión Misionera del clero e inauguró una institución de sacerdotes diocesanos. Dedicó cada año cinco meses a la visita pastoral; unificó y revisó el texto del catecismo diocesano; erigió la congregación diocesana de religiosas operarias del Divino Maestro; celebró conferencias episcopales y formó e inauguró el museo arqueológico diocesano. La preocupación de monseñor Reig por el arte y la historia hicieron que llegara  ser académico correspondiente de la de Historia, de la de Bellas Artes de San Fernando y de la de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. En 1923 coronó, con asistencia de los reyes y del nuncio, a la Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia.  


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