domingo, 13 de noviembre de 2016

Ante el V Centenario de la muerte del cardenal Cisneros

El pasado martes, 8 de noviembre, se cumplían 499 años de la muerte del cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, arzobispo de Toledo, inquisidor general y regente del reino. Ese día comenzaban ya en algunos lugares, como en la tan querida para el cardenal ciudad de Alcalá de Henares, los actos conmemorativos del Quinto Centenario de su fallecimiento. Es, sin duda, una buena oportunidad para acercarse a una de las mayores figuras de nuestra historia, a veces denostada desde la falta de conocimiento y el exceso de prejuicio, por lo que puede representar la posibilidad de conocer, sine ira et studio, una personalidad desbordante, clave para entender el paso de la Edad Media a la Europa de la Modernidad.

El cardenal Cisneros, por Juan de Borgoña (Sala Capitular de la Catedral de Toledo)
Coincide su centenario con el de otro religioso que también marca un antes y un después en la historia del continente y de la humanidad, Martín Lutero y la Reforma protestante. Merecería la pena contrastar ambas figuras, la del austero franciscano y la del atormentado agustino, y ver cómo ambos afrontaron, desde posiciones muy diferentes, la urgente reforma de la Iglesia de su tiempo. Se ha afirmado que, si España no sufrió los desgarros que rompieron la Europa central por la cuestión religiosa, se debió a que la reforma cisneriana hizo innecesaria la luterana.
Cisneros fue, además de un profundo reformador religioso, un promotor de la cultura, destacando su dos magnas obras, la fundación de la Universidad de Alcalá de Henares, y la publicación de la monumental Biblia Políglota Complutense. En Toledo promovió la construcción de espectacular retablo del Altar Mayor, y otros muchos edificios de su extensa archidiócesis toledana recibieron los beneficios de su munificencia.
Político, Cisneros afrontó, por encima de los intereses particulares, la búsqueda del bien del reino, en una concepción que le aproxima a lo que después sería el interés general del Estado. Fueron muchas la acciones encaminadas a este fin. Entre las mismas está la construcción de pósitos, para evitar hambrunas. Asimismo el cardenal se impuso a los revoltosos y egoístas nobles.
Una figura, la del cardenal de España, impresionante. Creo que acercarnos a él puede hacernos crecer como ciudadanos comprometidos con el bien común, y creo, asimismo, que si nuestros políticos conocieran su figura y la imitaran, esto supondría una auténtica y benéfica brisa fresca capaz de alejar tantas miasmas de egoísmos y falta de altura. Cisneros ha sido considerado por un autor de la talla de Pierre Vilar como "un estadista que se anticipa a las concepciones modernas del ejercicio del poder", y Joseph Pérez nos recuerda que para los autores franceses del siglo XVII, Cisneros era superior que el cardenal Richelieu. Por lo tanto, el adentrarnos en su rica personalidad puede ofrecernos, a lo largo de este próximo centenario, la oportunidad de contemplar a uno de esos gigantes que, de vez en cuando, surgen en los caminos de la historia.

Son muchos los estudios e investigaciones que se han realizado sobre el cardenal. Para aquellos que deseen conocer en profundidad al cardenal, señalo tan sólo dos: por una parte está la monumental obra del padre García Oro, quizá el mejor estudioso de la vida de Cisneros; por otra, un libro muy recomendable, más orientado a la divulgación para el gran público, es el de Joseph Pérez.

GARCÍA ORO, José, El Cardenal Cisneros. Vida y empresas 2 Vol., Madrid, BAC, 1992-1993
PÉREZ, Joseph, Cisneros, el cardenal de España, Madrid, Taurus, 2014 

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