miércoles, 25 de julio de 2018

Rávena (I)

La pasada semana pude cumplir, por fin, un deseo largamente anhelado, visitar la ciudad de Rávena y contemplar sus maravillosos mosaicos. Y la verdad es que se cumplió con creces, pues desbordó todas mis expectativas. Creo que ha sido una de las mejores visitas que he realizado a una ciudad italiana (y ya son bastantes a lo largo de estos años) y recomiendo vivamente a todo el que ame el arte que en algún momento de su vida, se pase por allí.
En la mañana del 17 de julio, y tras superar la prueba que supone montar en los ferrocarriles italianos, que no dejan de deparar continuas sorpresas (y algún sobresalto), llegué a Rávena. La antigua línea de costa ha ido ganando terreno al mar, por lo que a primera vista no se entiende el papel que tuvo el puerto de esta capital imperial, refugio de la dinastía teodosiana ante el avance de los pueblos del norte, que acabaron saqueando Roma; corte del rey ostrogodo Teodorico y capital del exarcado bizantino de Italia, etapas todas que marcaron el esplendor de la ciudad.
El primer monumento visitado fue la basílica de San Juan Bautista, una de las iglesias más antiguas del mundo, construida en acción de gracias por la emperatriz Gala Placidia por haber sobrevivido a una tormenta cuando regresaba de Constantinopla en el 424. Despojada de los mosaicos que la ornamentaron originalmente, presenta una austera desnudez que nos impide hacernos una idea de lo que realmente fue.
Exterior de la basílica de San Juan Evangelista

Interior de la basílica de San Juan Evangelista
Muy cerca de esta basílica se encuentra la primera de las grandes joyas, la basílica de San Apolinar Nuevo. Uno queda deslumbrado ante los espléndidos mosaicos, con los dos grandes cortejos, en primer lugar, el de las vírgenes, que parte de la representación de la ciudad de Classe, formado por veintidós figuras femeninas, vestidas ricamente y adornadas con perlas, que van al encuentro de Nuestra Señora sentada en el trono con Jesús, precedidas por la representación de los Magos.

Puerto de Classe y procesión de vírgenes

Los Magos y la Virgen María entronizada con Jesús

En el muro de enfrente, Cristo Redentor, sentado en el trono, rodeado de cuatro ángeles, recibe al cortejo encabezado por san Martín (primer titular de la basílica), al que siguen veinticinco mártires, que parten del palacio de Teodorico, aunque esta representación, tras el paso del culto arriano al católico, sufrió una dannatio memoriae, que eliminó las figuras que aparecían en los arcos del palacio, así como la figura a caballo del rey Teodorico.

Procesión de los mártires
Muy cerca de la basílica se encuentra el denominado palacio de Teodorico, aunque en realidad se trata de una construcción del siglo VIII, habiendo sido destruido el verdadero palacio durante las invasiones de los longobardos. 

Fachada del palacio de Teodorico y campanile de San Apolinar Nuevo

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