sábado, 16 de diciembre de 2017

Remembranza de diciembre

Estos fríos días previos a la Navidad son propicios a la melancolía y al ensimismamiento. El año que se acaba nos recuerda, una vez más, la fugacidad de la existencia humana. El tiempo, en su incansable fluir, va dejando en el alma los surcos, cada vez más profundos, de una historia que se construye desde el progresivo aniquilamiento del sujeto que la sustenta. Mirar hacia atrás puede ser un saludable ejercicio de valoración de lo que se ha logrado, con tal que no nos detengamos demasiado, y quedemos petrificados como la mujer de Lot, nostálgica de una Sodoma que dejó de ser. Y sin embargo, la tentación está ahí, en pensar que "cualquier tiempo pasado fue mejor", que los ajos y las cebollas de Egipto son un manjar más delicioso que el vino cananeo, aún por conquistar, en la duda ¿razonable? de si seremos capaces de realizar la hazaña. Y preferimos la mediocritas, por supuesto sin aurea, al vértigo de un riesgo que nos saca de nuestra zona de confort. No nos gusta que nos zarandeen y nos desinstalen del alcazar ebúrneo en el que estamos atrincherados. Y sin embargo...
Diciembre, tiempo de melancolía...¿o sólo de vértigo ante lo inasible del correr vital?
Entre las nubes, sigue brillando el sol

Les Très Riches Heures du duc de Berry- Décembre

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