domingo, 26 de febrero de 2017

El cardenal Cisneros, estadista

Cisneros estadista

Al ser elevado a la mitra de Toledo, que conllevaba ser canciller mayor de Castilla, Cisneros se vio metido de lleno en el mundo de la política, aunque como confesor real ya había tenido que interesarse en temas políticos. El culmen de esa subida al poder fue la regencia, que desempeñó en dos ocasiones. Durante veinte años fue el hombre fuerte de su tiempo. ¿Cuál era la concepción que tenía Cisneros de la política? En palabras actuales consideraba que estaba destinada a la defensa del bien común, de la justicia y del orden público, estando por encima de las diversas facciones. Cisneros tuvo que enfrentarse a los grandes del reino, que ponían sus intereses por encima del bien común en dos ocasiones: 1506-1507 y 1516-1517. Su preocupación por el orden público le llevó a la creación de la Gente de Ordenanza, para asegurar la tranquilidad social, y de este modo, velar por el bien común, pues bien sabía el cardenal, por la experiencia del reinado de Enrique IV, que cuando los reyes no disponían de fuerza militar, quedaban a disposición de los nobles y con ello se ponía en peligro la paz y el bienestar del reino. Y dado que la monarquía era la única que podía garantizar ese bien común, todos sus esfuerzos tendieron a reforzar y mantener su prestigio y autoridad1, de un modo particular durante su segunda regencia.

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Es aquí, quizá, y más allá de las acciones concretas que hubo de realizar en ambas regencias, donde se encuentra la gran aportación política del cardenal, la herencia que ha podido legar a la posteridad, y por la que, ya en el siglo XVII, era valorado por parte de muchos autores franceses como superior al propio cardenal de Richelieu2. Historiadores de la época de Luis XIV se interesaron por la figura y la obra del cardenal Jiménez, como era conocido, considerándolo un estadista de primera categoría, el más grande que había dado la Europa moderna. Una valoración que tal vez no hemos sido capaces de apreciar en su justa medida y que nos habla de la trascendencia internacional del cardenal de España. Para Cisneros lo esencial era el bien común y la preeminencia del monarca, es decir, del poder estatal que garantizaba la paz y prosperidad del reino. En una sugerente reflexión, basada en una idea de Pierre Vilar, el hispanista Joseph Pérez llega a afirmar que nuestro protagonista es un estadista que se anticipa a las concepciones modernas del ejercicio del poder, en la línea de lo que sería más tarde el modelo republicano francés, con su búsqueda del bien común como superior a los intereses particulares, cuya promoción y defensa correspondía al Estado como garante3.

1En su preocupación por defender y ensalzar la monarquía, Cisneros pensó en recoger todas las escrituras y registros relacionados con la corona, y que estaban en manos de secretarios, embajadores y otros oficiales, y guardarlos en unos archivos que evitaran su dispersión y pérdida.
2J. PÉREZ, Cisneros, el cardenal de España, Madrid, Taurus, 2014 pp. 268-275.
3Ibídem pp. 122-123.

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