sábado, 21 de enero de 2017

Cisneros, humanista

En este V centenario de la muerte del cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, iré presentando alguno de los aspectos más destacados de su vida, para poder conocer al "mayor hombre de Estado que tuvo España", en palabras del historiador Joseph Pérez.

La labor cultural de Cisneros hay que enmarcarla en íntima conexión con sus afanes y deseos de reforma de la Iglesia en España. En este ámbito, sus dos grandes realizaciones fueron la Universidad de Alcalá y la Biblia Políglota. Con la creación de la Universidad de Alcalá, Cisneros se insertaba en una larga tradición de mecenazgo impulsada por los arzobispos toledanos, desde tiempos de don Gil de Albornoz, fundador del Colegio Mayor de San Clemente de Bolonia y continuada por don Pedro González de Mendoza, que protegió el surgimiento de estudios en Sigüenza, coincidiendo en el tiempo con la estancia seguntina de Cisneros1.
Alcalá fue el corazón de la reforma cisneriana, la universidad del humanismo español y de la Reforma católica en España, que permitió la regeneración de la Teología. Este era el objetivo inicial, servir de escuela para la formación sacerdotal. En Alcalá la ciencia preponderante debía ser la Teología. Las constituciones se inspiraron en las de París y los primeros profesores se habían formado allí. Una de sus mayores originalidades consistió en la ausencia de facultad de derecho, consecuencia de esta preeminencia teológica y de la aversión y desprecio de Cisneros hacia los pleitos, en lo que coincidía con muchos de los humanistas. Tan sólo se hizo un pequeño lugar para el derecho canónico, reservando dos cátedras para la medicina, en las que se alternarían Avicena con Hipócrates y Galeno. La Teología enseñada no seguía estrictamente ninguna de las escuelas en boga en ese momento, sino que daba entrada a las tres más importantes: tomismo, escotismo y nominalismo, aunque su mayor originalidad vino de su orientación preferentemente bíblica. Se fundó el colegio trilingüe de San Jerónimo, pues para poder estudiar la Biblia era preciso conocer bien las lenguas originales en las que había sido compuesta. Cisneros manifestaba de este modo el profundo amor que sentía por el estudio de la Sagrada Escritura, lo que le había llevado a iniciarse en el conocimiento de la lengua hebrea. El conocimiento de las lenguas orientales era reflejo del gran influjo que tuvo en Cisneros la figura y el pensamiento de Ramón Llull (conocido en Castilla como Raimundo Lulio); esto se manifestó también en la creación de una cátedra dedicada al estudio de su doctrina. Llull, admirado y leído por el cardenal, tuvo una importancia decisiva en algunas de las actuaciones y proyectos de Cisneros, entre ellas el espíritu de cruzada que le hizo soñar con un Mediterráneo cristiano y con la recuperación de los Santos Lugares.

Alcalá sería el auténtico vivero del eramismo español2, que alcanzaría tantísima importancia a lo largo del siglo XVI. Este erasmismo era ante todo una nueva actitud religiosa, más interiorista, más emotiva y retórica, una fe que se aplica a la vida. Algunos personajes fundamentales serían Francisco de Vergara, Miguel de Eguía, el helenista Álvar Gómez de Castro, futuro biógrafo del cardenal, y Juan de Vergara.
El fruto más importante de este amor al texto sagrado fue la Biblia Políglota, de una impresionante modernidad en su concepción, buscando volver a las fuentes. En ella trabajaron numerosos filólogos, algunos de origen converso. Arrancó la empresa en 1502, reuniendo en Alcalá un grupo de humanistas3, filólogos y orientalistas, entre los que había algunos conversos, como Pablo Coronel, quienes trabajaron siguiendo las pautas del arzobispo4; se consiguieron, por préstamo o compra, numerosos códices bíblicos, incluyendo Biblias hebreas. Con este material, se comenzó el trabajo y en 1511 uno de los mejores tipógrafos del momento, Arnao Guillén de Brocar se puso a fundir los elegantes caracteres griegos y hebreos. El primer volumen concluido fue el quinto, que contenía el Nuevo Testamento en griego, con el texto latino de la Vulgata5.
Asimismo, e íntimamente relacionado con ésto, para mejorar el nivel espiritual y cultural del clero, el cardenal hizo imprimir a su costa y distribuir libros de piedad y de devoción a sacerdotes, frailes y monjes reformados, introduciendo libros de espiritualidad, repartiéndolos también en los conventos de monjas. Cisneros promovió la traducción al castellano de numerosas obras, de modo que algunos escritos claves de la espiritualidad europea pudieron ser conocidos en España, gracias a su mecenazgo.
Otros grandes proyectos editoriales del cardenal se encaminaron a las obras de Alonso de Madrigal, El Tostado; de Ramón Llull (conocido en Castilla como Raimundo Lulio), cuyo influjo en el cardenal es profundo y evidente, y de Aristóteles6. Si bien no pudieron realizarse, demuestran el gran interés y preocupación que tuvo el cardenal por la cultura y el proveer de ediciones rigurosas que fomentaran el estudio y la investigación.


1A. FERNÁNDEZ COLLADO, "Mecenazgo universitario de los Arzobispos de Toledo", en AAVV, Los Arzobispos de Toledo y la Universidad española, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca 2002, pp. 49-66.
2F. J. ARANDA PÉREZ, "El influjo complutense, de Cisneros y Fonseca a Carranza", en I. J. GARCÍA PINILLA (coord.), Disidencia religiosa en Castilla la Nueva en el siglo XVI, Almud. Ediciones de Castilla-La Mancha, Toledo 2013, pp. 29-57.
3Más adelante, en 1517, el cardenal invitaría a acudir a España al propio Erasmo, que, sin embargo decidió no acudir, señalando que non placet Hispania. Véase M. BATAILLON, Erasmo...op. cit. pp. 77-78.
4Esto hizo que Antonio de Nebrija, al que el cardenal encomendó que estableciese el texto de la Vulgata basándose en los mejores manuscritos latinos, abandonara la obra, pues prefería realizar una nueva traducción latina.
5El siguiente volumen fue el sexto, como introducción al Antiguo Testamento, conteniendo un diccionario hebraico-caldeo, además de una gramática hebrea, realizada por Pablo Coronel, con índices explicativos de los nombres propios que aparecen en la Biblia. Los siguientes volúmenes, que abarcan del primero al cuarto, están dedicados al Antiguo Testamento.
6El proyecto pretendía presentar, de un modo similar a la Biblia Políglota, el texto en tres columnas, de modo que figuraran el original griego, la versión latina del mismo y una glosa del texto literal.

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