Los fastos de 1926
El 27 de febrero de 1926 el primado firmaba la carta pastoral sobre el
III Congreso Eucarístico Nacional que se iba a celebrar ese año en Toledo,
dentro de los actos conmemorativos del séptimo centenario de la colocación de
la primera piedra de la catedral. El
arzobispo deseaba que todos los diocesanos conocieran su contenido, de modo
que, a pesar de ser larga, ordenó que se leyera en todas las parroquias de la
archidiócesis, en la misa más concurrida. El
primado quería destacar la importancia de la Eucaristía como centro de la
liturgia, del culto y de la vida cristiana, además de reiniciar, con alguna
periodicidad, la celebración de los Congresos Eucarísticos Nacionales, que en
España se habían celebrado en fechas tan remotas como noviembre de 1893, el de
Valencia, y agosto de 1896 el de Lugo, cuyo éxito había sido grande; asimismo
se celebraron diferentes Asambleas con carácter nacional, en Madrid en 1897; en
Lugo, 1902, en Sevilla, 1904; Granada, 1913 y de nuevo en Madrid, en 1921; en
la capital del reino se había celebrado, asimismo, un Congreso Eucarístico
Internacional, en 1911. El
cardenal llevaba recibiendo los dos últimos años diversas instancias que le
insistían en la convocatoria, de un modo muy especial por parte de las Marías
de los Sagrarios, y por ello consultó a los demás metropolitanos, que acordaron
que se celebrase en Santiago de Compostela, pero debido a la muerte del
arzobispo compostelano, Manuel Lago, en la reunión de los metropolitanos de
abril de 1925 se resolvió celebrarlo en Toledo, coincidiendo con el centenario
de la catedral. Antes de publicar la pastoral, Reig había informado de ello al
papa, mediante una carta autógrafa, firmada el 14 de enero, en la que solicitaba
su bendición. El 26 de enero, el
cardenal Gasparri, en nombre de Pío XI, respondía, señalando cómo el papa
esperaba que la celebración diese un nuevo y vigoroso impulso al resurgimiento
de la piedad y de la virtud cristiana, y animaba tanto al primado como a los
demás organizadores a continuar con ánimo la preparación del Congreso. Reig
deseaba recibir, sin embargo, alguna palabra directa del papa, y por ello
insistió al nuncio en este sentido;
realizadas por Tedeschini las gestiones oportunas, el secretario de estado,
Gasparri, le respondió el 13 de marzo que el mensaje enviado al cardenal no
excluía una carta pontificia, que se enviaría a su tiempo, dado que tanto el
Congreso como el centenario no se celebrarían hasta el otoño, y que el papa
había querido que antes se enviara una palabra de ánimo, junto a su bendición
paternal, tanto al arzobispo como a los que le asistían en la obra de
organización. Finalmente, el 8 de
octubre, Gasparri envió al primado el autógrafo que el papa le dirigía con
motivo del Congreso y del centenario de la catedral de Toledo.
Como preparación al Congreso, se continuó en la diócesis con las Asambleas
Eucarísticas comarcales. El 4 de marzo tuvo lugar en el convento de los
dominicos de Ocaña una reunión de los arciprestazgos de Ocaña, Yepes,
Villacañas y Esquivias para preparar la de la zona, constituyéndose la Junta
organizadora y formándose las comisiones. El
15 de abril era Torrijos la localidad que reunía, en torno al cardenal primado,
a un numeroso grupo de sacerdotes de los arciprestazgos de Bargas, Escalona,
Fuensalida, Gálvez, Illescas, Navahermosa, Polán, Torrijos, Val de Santo
Domingo y Villaluenga de la Sagra, para preparar la Asamblea Eucarística de esa
comarca. El
11 de mayo comenzaba en Ocaña la Asamblea Eucarística, que se prolongó durante
los días 12 y 13. La Asamblea fue
precedida de una misión a cargo de Juan Carrillo, capellán de Reyes. El viernes
11 por la tarde tenía lugar en la parroquia de Santa María la inauguración, en
el que tras el discurso de saludo del párroco, Vidal Santamera, intervino el
cardenal. En mañana del sábado hubo celebración en el convento de los
dominicos, predicando el canónigo Emiliano Segura y por la tarde procesión. En
la mañana del domingo celebró de pontifical el arzobispo, con sermón a cargo
del dominico padre Urbano, y por la tarde tuvo lugar la procesión eucarística,
finalizando con la bendición y reserva del Santísimo Sacramento. A las nueve de
la noche se clausuraba la Asamblea, con la lectura y aprobación de las
conclusiones.
El 14 de abril de 1926 se creaba en la archidiócesis la comisión
diocesana de arte sagrado, con el fin de proteger y custodiar el rico
patrimonio existente en la archidiócesis primada, siguiendo así las
disposiciones que el papa había dado a los obispos italianos sobre la
protección del arte religioso y la formación cultural de los fieles en relación
con el arte. Formaban la comisión,
como presidente, José Polo Benito, deán de la catedral; vicepresidente,
Ildefonso Montero, dignidad de tesorero de la misma; Rafael Martínez Vega,
comisario de alhajas; Eduardo Estella, canónigo archivero; José Campoy,
presidente de la Junta Provincial de conservación de monumentos; Juan García
Ramírez, arquitecto diocesano; Francisco San Román, delegado regio de Bellas
Artes. Las atribuciones de la comisión eran inventariar los objetos de arte;
dictaminar en los asuntos de arte y en todos los expedientes de enajenación de
objetos artísticos; examen de los planos de nuevos edificios, de los
presupuestos de ampliaciones, decoraciones, reparaciones, etc.; proponer, a
quien lo mereciese, el título de conservador diocesano de arte religioso;
establecer delegaciones comarcales en las distintas provincias y distritos de
la archidiócesis; la formación de la cultura artística en la diócesis, bien por
medio de libros, bien a través de conferencias o lecciones; elegir cuatro
miembros que formasen parte de la misma comisión durante tres años y designar
al que desempeñase el cargo de secretario; presentar al arzobispo, a principios
de enero de cada año una memoria de lo actuado durante el anterior y, por
último, ejecutar los encargos y gestiones que el prelado les confiase.
Poco después, el 19 de mayo, el Gobierno proponía al rey Alfonso XIII que
el cardenal arzobispo de Toledo fuera el delegado oficial de España en el
XXVIII Congreso Eucarístico Internacional que se celebraría en Chicago entre
los días 20 y 24 de junio de ese año; el primado iría acompañado del obispo de
Calahorra y de su capellán, Ricardo Pla Espí.
Pero antes de partir, el cardenal, dentro de los actos del centenario de
la catedral, procedió a la coronación pontificia de la patrona de Toledo, la
Virgen del Sagrario. Tuvo
lugar el domingo 30 de mayo y comenzó con dos días de preparación, en los que
pontificaron el patriarca de las Indias y el obispo prior de las Órdenes
Militares, Narciso Esténaga, predicando por las mañanas el obispo de Coria,
Pedro Segura, y por las tardes el magistral de la catedral, José Rodríguez y
los obispos prior y de Salamanca. Por la mañana del día de la coronación llegó
a Toledo el príncipe de Asturias, al que recibió, en la puerta del Perdón de la
catedral, el cardenal acompañado por los obispos de Coria, Plasencia, el
auxiliar de Toledo, el prior de las Órdenes, así como del cabildo catedral, y
las capillas de Reyes, mozárabes y beneficiados. A las nueve y media de la
mañana comenzaba el pontifical, celebrado por el nuncio Tedeschini; la imagen
de la Virgen, revestida con el manto de las 70.000 perlas, regalo del cardenal
Sandoval y rehecho en el pontificado del cardenal Fernández de Córdoba, se
ubicó en el crucero, ante la reja de Céspedes. Al acabar el pontifical se
efectuó la ceremonia de bendición de la nueva corona de la Virgen y a
continuación se organizó la procesión hasta la plaza de Zocodover, donde, tras
la entrega de la corona por parte del príncipe de Asturias, tuvo lugar el acto
de coronación, celebrado también por Tedeschini, dirigiendo a continuación el
cardenal Reig la palabra a la multitud que llenaba la plaza.
Coronación de la Virgen del Sagrario, por el nuncio Federico Tedeschini
A su regreso de Estados Unidos el cardenal dirigió una circular a los
diocesanos narrándoles lo que había supuesto el Congreso Eucarístico Internacional
de Chicago. El primado agradecía a
Dios la experiencia vivida, el haber podido tomar parte en dicho Congreso, que
había contado con la presencia de doce cardenales, sesenta arzobispos, ciento
noventa obispos, muchos centenares de sacerdotes seculares y regulares y más de
un millón de católicos; agradecía, asimismo, al Gobierno las facilidades dadas
para la realización del viaje, así como a los cardenales, autoridades y
personas católicas de Nueva York y de Chicago. A su juicio, había resultado interesante
la sección de habla española y destacó la presencia de la delegación mexicana,
al estar el país en plena efervescencia de la política anticlerical; en
relación con esto, y siguiendo las indicaciones del papa, que había ordenado
rogativas por la Iglesia de México, el cardenal mandaba que estas se hicieran
en todas las iglesias de la archidiócesis el 1 de agosto; en la parroquia
santuario de Nuestra Señora de Guadalupe se harían durante ocho días más. Reig
había enviado el 3 de julio, en nombre de todo el episcopado español, una carta
a los obispos mexicanos, para consolarles en la difícil situación que estaban
viviendo, carta que fue respondida con agradecimiento por el arzobispo de
México.
Pero no se limitó a esto el cardenal, sino que el 15 de septiembre dirigió una
carta circular a los metropolitanos de España y América, en la que, ante la
situación persecutoria en México, comunicaba a sus hermanos en el episcopado
que había mandado que en la archidiócesis toledana, el día 12 de octubre,
fiesta de la Raza, se celebrasen misas de comunión general de niños, por los
católicos de México, por si los demás obispos juzgaban conveniente realizar
actos similares en sus diócesis.
El 20 de octubre, miércoles, daba comienzo el III Congreso Eucarístico
Nacional, junto con los actos del VII Centenario de la catedral primada. Como
actos preparatorios inmediatos se celebraron triduos en todas las parroquias de
la ciudad, además de otro que el obispo de Coria y electo de Burgos, Pedro
Segura, impartió a la Adoración nocturna. El
programa preparado era muy intenso y variado.
Toledo se vio inundada de congresistas, de modo que la comisión de hospedaje
tuvo que preparar 2.500 habitaciones en hoteles, fondas y pensiones, además de
las habitaciones cedidas por particulares, mientras en el seminario se alojaban
más de quinientos sacerdotes; al congreso concurrían sesenta y dos delegados
diocesanos, entre ellos uno de México, dos de Alemania y uno de Bolonia;
éste último, Dante Dallacasa, capellán del Colegio Español de San Clemente,
ostentaba la representación del cardenal Rocca di Corneliano, arzobispo de
Bolonia, a quien Reig invitó por los especiales vínculos que unían a esta
ciudad con Toledo.
Tras el canto del Veni Creator
y las palabras de bienvenida del deán de la catedral, el obispo de Ciudad Real
pronunció un discurso sobre La Catedral
de Toledo y la Sagrada Eucaristía; después se constituyeron las mesas. A
continuación el cardenal Reig realizó la apertura del Congreso, culminando el
acto con la inauguración de la ampliación del museo catedralicio. Por la tarde
hubo diversas reuniones y hora santa. El jueves 21, tras la misa de comunión y
el pontifical a cargo del arzobispo de Granada, se inauguró la Exposición
Eucarística Diocesana, en el palacio arzobispal; por la tarde, reuniones y hora
santa. Al día siguiente, tras la misa de comunión celebrada por el arzobispo de
Valladolid y la misa en rito mozárabe, tuvieron lugar la reunión de las
diversas secciones y por la tarde, hora santa. El sábado 21 comenzaba con misa
de comunión general de niños, presidida por el arzobispo de Valencia, para, a
continuación, presentar a la Virgen del Sagrario los niños de España; por la
tarde tuvo lugar la solemne sesión de clausura. Por la noche tuvo lugar la
solemne vigilia nacional de la Adoración Nocturna Española, con sermón del
arzobispo electo de Burgos, Pedro Segura.
Para aquellos diocesanos que no pudieran asistir, el cardenal había
dispuesto que el domingo 24 se celebraran cultos eucarísticos especiales, que
consistirían en comunión general, misa solemne con exposición y cultos con
exposición, bendición y reserva por la tarde. Ese
día era, en efecto, el momento culminante del Congreso, con la procesión
eucarística que recorrió las calles toledanas cruzando las murallas de la
ciudad hasta el hospital de Tavera, donde, tras la lectura de la consagración a
Cristo Rey por parte del primado, el nuncio Tedeschini impartió la bendición
con el Santísimo a unas cincuenta mil personas que se hallaban presentes;
tomaron parte en la procesión unas diez mil personas, presididas por cuarenta
obispos y cuatro cardenales.
Como complemento del Congreso, el lunes 25 se realizó una excursión eucarística
a Torrijos, para visitar los restos de Teresa Enríquez, la “Loca del
Sacramento”, con procesión y bendición con el Santísimo por la tarde, impartida
por el cardenal primado, quien por la mañana celebró en la catedral la misa de
pontifical en el día del centenario de la catedral.