lunes, 29 de febrero de 2016

El cardenal Enrique Reig y Casanova (V)

Santificando a la comunidad cristiana

El 28 de enero de 1925, bajo la presidencia del primado, tuvo lugar en Guadalajara una reunión preliminar para la organización de una Asamblea Eucarística comarcal. La reunión tuvo dos sesiones, la primera sólo de sacerdotes, a los que el cardenal dirigió la palabra para explicar el objeto de la Asamblea, que no era otro que el de avivar la vida de piedad y espíritu eucarístico en los pueblos de la Alcarria; la segunda sesión, en la iglesia de los paúles, estuvo abierta, además de a los sacerdotes, a representantes de las cofradías y hermandades, así como a otras personas, a los que Reig habló de la necesidad de la vida eucarística en unos tiempos de materialismo. A continuación se presentó y aprobó el reglamento y se constituyó la junta organizadora, presidida por el párroco arcipreste de Santiago de Guadalajara, como representante del arzobispo. La Asamblea  comenzó el sábado 20 de junio y se prolongó hasta el martes 23. A las once de la noche del 20 tuvo lugar, en la iglesia de Santa María, la vigilia solemne de la Adoración Nocturna, en la que, tras la exposición del Santísimo, el cardenal Reig pronunció una plática. A las siete de la mañana del domingo, el arzobispo celebró la misa de comunión general de hombres, con más de trescientos comulgantes; a las diez se cantó una misa solemne, oficiada por los franciscanos, predicando el canónigo de Toledo, José María Basés. A las cuatro de la tarde, en la capilla de los paúles tuvo lugar la sesión de apertura, presidida por el cardenal primado; a continuación se constituyeron las mesas de las diversas secciones, asistiendo Reig a la de caballeros. A las seis y media de la tarde, en la iglesia de Santa María tuvo lugar la exposición del Santísimo, con predicación del canónigo toledano Hernán Cortés. El segundo día tuvo lugar la misa de comunión general de mujeres, y seguidamente continuaron mañana y tarde trabajando las secciones, discutiéndose las memorias y votando en algunas las conclusiones; por la tarde volvió a predicar el canónigo Cortés. A las ocho de la noche, la Diputación provincial y el Ayuntamiento ofrecieron una recepción al cardenal, que acabó con sendos discursos del presidente de la Diputación y del prelado. Al día siguiente, último día del triduo, hubo una misa de comunión general de niños, a las ocho de la mañana, y luego, a las diez, se celebró misa de pontifical, en la que predicó José María Basés. Después se reunieron las secciones y votaron las conclusiones. Por la tarde, a las cinco, en la iglesia de los paúles, presidida por el cardenal, tuvo lugar la sesión de clausura, con la aprobación de las conclusiones; a las siete de la tarde comenzaba la procesión eucarística por las calles de Guadalajara, con participación de parroquias, instituciones, cofradías, hermandades, clero y autoridades, presididos por el primado, procesión que duró tres horas, y que concluyó con la bendición papal, impartida por el cardenal.
El cardenal Reig y Casanova
En cumplimiento del acuerdo tomado por los metropolitanos españoles, el cardenal Reig elevó, en enero de 1925, preces a la Santa Sede, a fin de que, para disipar dudas y conseguir la uniformidad en todas las diócesis de España, el papa confirmara el privilegio que Clemente VII había otorgado en 1526, de poder realizar el precepto del cumplimiento pascual desde el miércoles de ceniza; esta costumbre secular, tras la promulgación del Código de Derecho Canónico, había suscitado una controversia entre los canonistas acerca de su vigor, controversia que fue solventada al confirmar el papa Pío XI, al recibir el 18 de noviembre en audiencia al cardenal prefecto de la sagrada congregación del Concilio, el privilegio español, por un periodo de diez años.
El 30 de enero de 1925 abrió el cardenal la visita pastoral a la catedral primada. El acto se iniciaba con la llegada del prelado al templo, donde veneró el Lignum Crucis que le ofreció el deán; a continuación fueron en procesión hasta la capilla mayor, donde el deán cantó las oraciones prescritas en el ceremonial. Después el cardenal dio la bendición y, revistiéndose de capa negra, se cantaron responsos por los prelados, capitulares y miembros de la catedral fallecidos, así como por las almas de los fundadores y bienhechores del templo. Tras dar la bendición con el Santísimo, Reig, precedido por los cabildos, se dirigió a la sala capitular, donde pronunció una alocución, en la que expuso lo que significaba la visita pastoral, enumerando sus fines principales, destacando la inspección y cuidado de los tesoros artísticos de la iglesia. Reig indicó que hacía la visita en espíritu de caridad y de mansedumbre, con el pensamiento y deseo de que con ella se unieran estrechamente el pueblo y el cabildo de Toledo, bajo la égida del pastor, y que ello produjera un mayor fervor por el culto y las glorias de la catedral.
El 23 de febrero firmaba el cardenal la carta pastoral sobre la santificación de las fiestas. El primado comenzaba justificando un tema que podría parecer anacrónico, el abordar las reivindicaciones sociales sobre el descanso dominical, pero señalaba que lo hacía debido a las demandas que desde varios puntos se le dirigían para que no prevalecieran subterfugios y amaños para burlar la ley, así como las noticias adquiridas en los pueblos al realizar la visita pastoral. Consideraba que la primera y más lamentable de las plagas sociales, la más desastrosa por sus efectos, era la profanación del domingo. Recorriendo la Escritura, recogía el precepto del descanso y santificación del séptimo día, así como las sanciones prescritas. Se dirigía después a los obreros, recordándoles lo que significaba para su salud corporal y espiritual dicho precepto. Respecto a la legislación civil, se remontaba a Constantino, que convirtió en norma legal la santificación del domingo, algo en lo que le siguieron después los soberanos cristianos, hasta que la llegada del liberalismo, con la revolución francesa, hizo triunfar un sistema económico en el que reinaba el individualismo, buscando producir lo más posible con el menor coste posible. Reig señalaba que con esto el reposo semanal, la salud, la dignificación personal se convirtieron, para los economistas, en algo baladí, que había de sucumbir, y destacaba como los primeros socialistas reaccionaron, reconociendo el valor social del precepto religioso. A continuación recogía el magisterio de Pío IX y León XIII, así como las últimas leyes promulgadas por diferentes parlamentos. Pero estas leyes no eran observadas, confesando el prelado que en este punto los países anglosajones llevaban ventaja a los países latinos, destacando cómo se realizaba el descanso dominical tanto en Inglaterra como en Estados Unidos, frente a lo cual lamentaba que España, que tradicionalmente había observado los días festivos, la situación era algo “bochornoso lo que entre nosotros…ocurre”, con lugares en los que no había distinción entre los días de fiesta y los que no lo eran. El cardenal recogía las quejas y reivindicaciones que le habían llegado por parte de obreros, indefensos ante la presión de sus patronos y señalaba las dificultades para la aplicación de las leyes, entre ellas las deficiencias, por falta de medios, en la inspección laboral, aunque a su juicio, la ley no se observaba porque ella misma proporcionaba recursos para burlarla. Tras haber hablado del descanso dominical, el primado pasaba a hablar de la parte positiva del precepto divino, esto es, de la santificación del día del Señor y se preguntaba que se hacía para llenar las iglesias. En este sentido se refería la asamblea que había convocado en Guadalajara, que debería tratar, entre otros asuntos, la asistencia a misa los días festivos, buscando soluciones prácticas. Hacía una llamada a salvar el domingo de la profanación, para concluir con una serie de consejos, destinados a los sacerdotes, para poder restaurar su vivencia, invitándoles a hacer cumplir la ley civil, pero, ante todo, cumpliendo ellos con solicitud para procurar que se llenaran los templos y que los días festivos se santificaran, no dejando ningún domingo la predicación del Evangelio ni la catequesis. Al mismo tiempo, Reig se dirigía a los obreros, invitándoles a seguir confiando en la Iglesia y recurriendo a ella en demanda de apoyo y defensa de sus derechos, a la vez que a cumplir con el deber de santificar las fiestas.
Ese mismo día daba el primado las instrucciones con motivo del inicio de la Cuaresma. En primer lugar se indicaba el tiempo para poder realizar el cumplimiento pascual, desde el miércoles de ceniza has la domínica de la Santísima Trinidad; después prohibía a los sacerdotes ausentarse del lugar en el que desempeñaban algún cargo, salvo por causa grave y con su permiso; los sacerdotes deberían insistir en la predicación y catequesis. Al ser Año Santo, el prelado recordaba a los párrocos y predicadores cuaresmales las gracias y privilegios espirituales del mismo. Por último, recordaba a los párrocos y a los que hicieran sus veces, la obligación de leer en lengua vulgar el decreto Quam singulari. Sobre el Año Santo, Reig escribió una circular en la que señalaba las facultades que habían recibido los obispos del papa para facilitar a los fieles la obtención de las gracias jubilares, e indicaba cómo se habían de aplicarse en la archidiócesis; al mismo tiempo invitaba a los fieles a acudir en peregrinación a Roma y establecía, para el domingo de Ramos, una colecta destinada al Santo Padre.
Con motivo del séptimo centenario de la catedral de Toledo, que se celebraría al año siguiente, el cardenal Reig, gran amante del arte y de la historia, dirigió el 13 de abril, una alocución a los diocesanos y a la provincia eclesiástica, en la que invitaba a todos a participar en las solemnidades que se preparaban con ese motivo y el de la coronación canónica de la patrona de Toledo, la Virgen del Sagrario; para este acto abría una suscripción con el objeto de recoger donativos para realizar la corona que ceñiría la imagen.
Ese mismo día firmó el decreto de convocatoria de órdenes sagradas para el 16 de junio; la circular en la que, ante la inminente peregrinación a Roma y Tierra Santa, mandaba realizar, hasta el momento de su regreso, la oración pro peregrinantibus; y la circular sobre la provisión de los curatos vacantes en la diócesis.
Durante dos meses el cardenal permaneció ausente de la diócesis, no regresando hasta el 14 de junio. Primero fue Tierra Santa y luego Roma. Tras celebrar el día 10 en la iglesia del Gesù el último día del triduo de la beatificación de la madre María Micaela del Santísimo Sacramento, emprendió ese mismo día el regreso a España. Al llegar a Toledo, fue recibido por las autoridades y numeroso público, dirigiéndose a la catedral, donde pronunció una alocución, para pasar después al palacio arzobispal; en él tuvo lugar la recepción, siendo saludado por el alcalde de la ciudad, Fernando Aguirre, a lo que respondió el primado con un discurso en el que recogió las vivencias que había experimentado, sobre todo en Palestina, destacando que su presencia allí había sido por iniciativa del rey Alfonso XIII.
Tras el éxito de la Asamblea Eucarística de Guadalajara, el cardenal decidió convocar otra para la zona de Talavera de la Reina. El 6 de julio, antes de partir unos días a Guipuzcoa para descansar, Reig se reunió en la iglesia de Santa María de Talavera con los sacerdotes de los arciprestazgos de Talavera, Puente del Arzobispo, La Estrella, Belvís, Espinoso del Rey, Los Navalmorales, Cebolla y Los Cerralbos para organizar dicha Asamblea. Hubo dos sesiones, la primera a continuación de la entrada solemne del primado en la iglesia, con asistencia de autoridades y fieles, y la segunda, en la sacristía, donde se reunieron más de sesenta sacerdotes; el cardenal indicó que actos como el que proyectaba respondían a la necesidad de avivar en el pueblo el sentimiento eucarístico. A los sacerdotes les señaló cuanto esperaba de ellos, manifestando su deseo de que no se redujera todo a celebrar actos solemnes en la capital de la comarca, sino que llegaran a los más apartados rincones. Después se leyeron los nombres de los que formarían parte de la junta organizadora y distintas comisiones, así como los temas a tratar.
La Asamblea se celebró los días 24, 25, 26 y 27 de octubre. El cardenal llegó a Talavera el sábado 24, por la tarde, siendo recibido por las autoridades en Alberche. En la plaza del Pan se quemaron fuegos artificiales y después en la Colegiata se celebró la vigilia general de la Adoración Nocturna, con asistencia de las secciones de Madrid, Toledo y Brihuega. A las siete de la mañana celebró el primado la misa, administrando la comunión a más de cuatrocientos hombres; a las diez hubo otra misa, predicada por el padre Roselló, corazonista y por la tarde, a las seis, tuvo lugar el triduo eucarístico; a las cuatro y media se había celebrado la sesión de apertura, presidida por Reig, en la que, tras la intervención del secretario general de la Asamblea, Vital Villarrubia, pronunció una plática, reuniéndose, a continuación, las secciones. El lunes hubo misa de comunión general, celebrada por el cardenal, comulgando las mujeres. A las diez y a las seis, se celebraron la misa solemne, predicada por Hernán Cortés, y el triduo, en el que intervino el padre carmelita Anastasio de la Sagrada Familia. A las once y media de la mañana se reunieron las secciones, y por la tarde, a las cuatro, siendo visitadas por el cardenal. El martes, a las siete de la mañana, se celebró la misa, presidida por el obispo de Jaca, Francisco Frutos Valiente, con comunión general de niños, mas de mil. Después el primado celebro la misa pontifical, en la que predicó el obispo de Jaca y por la tarde, a las cuatro, tuvo lugar la procesión eucarística, que recorrió las calles de Talavera hasta las seis. Tras la misma se celebró en el teatro Victoria la velada literario-musical y la clausura de la Asamblea.
Instituida por el papa Pío XI la fiesta de Cristo Rey, el 11 de diciembre de 1925, mediante la encíclica Quas primas, el cardenal Reig dispuso, ya acabando el año 1925, que el 6 de enero de 1926 se celebrara en la catedral primada y en todas las parroquias e iglesias que tuvieran clero, la consagración del género humano al Sagrado Corazón de Jesús. El papa quería, con esta encíclica, explicitar algunos puntos de la Ubi Arcano, relacionados con la laicización de la vida privada y pública, tratando de demostrar que Cristo es rey no sólo de los fieles, sino de todas las criaturas; Pío XI reclamaba la libertad e independencia plenas de la Iglesia en relación con los poderes civiles, aunque no proponía subordinación alguna del poder temporal al espiritual, al mismo tiempo que no hacía juicio ni de las formas de gobierno ni de las estructuras políticas, dejando a los poderes públicos toda iniciativa, si bien les recordaba un punto doctrinal: la vida de la tierra no podía vivirse sin su relación con Dios. La encíclica pedía a los hombres de gobierno actuar según las órdenes de Dios y los principios cristianos en la elaboración de las leyes y en la administración de la justicia; la fiesta de Cristo Rey, preparada por los congresos eucarísticos celebrados tras la guerra, sería el remedio eficaz contra los errores del laicismo, mientras que el culto del Corazón de Jesús serviría de medio para llevar a cabo el proyecto de recristianización de la sociedad.

domingo, 28 de febrero de 2016

El cardenal Enrique Reig y Casanova (IV)

Conflictos jurisdiccionales con el duque de Maqueda

En diciembre de 1924, al quedar vacante la parroquia de Torrijos, cuyo patronato correspondía al duque de Maqueda, el cardenal, en conformidad con el canon 1451, invitó al mismo, al igual que había hecho con otros patronos, a renunciar a dicho patronato o al menos al derecho de presentar, ofreciéndole a cambio sufragios espirituales, indicándole que, en el caso de que esto no lo estimase oportuno, tendría que probar su derecho con arreglo al canon 1454; la negativa del duque generó un conflicto que iba a durar varios años y que involucraría a la nunciatura. El 9 de diciembre el duque escribió a Reig, quejándose de que se pusiera en duda su derecho y amenazando con recurrir al tribunal competente si no se le daba la colación al sacerdote que se proponía presentar, a lo que el cardenal respondió que no se trataba de poner en duda el patronato, sino de cumplir con las prescripciones del Código. El 26 de enero de 1925, el duque enviaba un oficio al primado notificando que había nombrado párroco de Torrijos a don Liberio González Nombela (asesinado durante la guerra civil, fue beatificado el año 2007), expresando que comunicaba el nombramiento para que se le diera la colación al nombrado; el obispo auxiliar, con quien se entrevistó el duque, le señaló que debía atenerse a lo expresado por el cardenal. Desde la curia no se concedió la colación, a lo que el duque respondió insistiendo en ello. Como el asunto se enquistaba, el cardenal Reig escribió, el 1 de noviembre de 1925, al duque indicándole la conveniencia de que tratara de palabra el asunto con el obispo auxiliar, ofreciéndole todas las facilidades posibles. La entrevista tuvo lugar el 11 de noviembre; en ella el duque manifestó que había escrito en tono fuerte al cardenal porque así se lo habían aconsejado, y terminó señalando su filial sumisión al prelado; el auxiliar respondió agradeciendo las manifestaciones del duque y explicando que nunca se había tratado de desconocer los derechos de la Casa de Maqueda sino simplemente cumplir con las disposiciones canónicas referentes a las presentaciones de los patronos, y tras exponer la tramitación de esta clase de expedientes, convino con el duque en enviar a la duquesa, que era a quien en realidad correspondía el patronato, una comunicación en la que la invitaría a renunciar o a probar su derecho; dicha carta se envió el 16 de noviembre y ese mismo día volvía a escribir el duque quejándose de que aún no se hubiera dado colación a don Liberio y dando un plazo de ocho días antes de recurrir a la acción judicial. La cuestión no hacía más que embrollarse y el día 21 de noviembre el duque enviaba una nueva carta, en la que expresaba su sorpresa porque se exigiese la prueba del patronato, reconociendo el derecho a exigirla, pidiendo apoyo y amparo y adjuntando una nota en demostración de los derechos de la Casa; en dicha nota se aducían como pruebas del patronato sobre la parroquia el nombramiento como capellán del hospital, hecho por la duquesa, el 18 de mayo de 1922, a favor de don Indalecio Maroto, al cual no opuso obstáculo el vicario capitular, así como la comunicación del cardenal del 4 de diciembre de 1924, en la que se decía que no se trataba de poner en duda los derechos del duque, además de una escritura del 22 de diciembre de 1923, sobre la reconstitución de las fundaciones de Teresa Enríquez. A ello respondió el obispo auxiliar el 26 de noviembre, reiterando que no existía prevención contra la Casa de Maqueda e insistiendo en la necesidad de cumplir las prescripciones del Código, recordando el apoyo que se había dado al patrono, no fijándole plazo para la prueba de su derecho, nombrando ecónomo a don Liberio González y explicándole la tramitación de los expedientes de patronato. El 31 de diciembre el duque escribía al nuncio Tedeschini, informándole del estado de los patronatos que ostentaba en Torrijos la casa de Maqueda, es decir, del hospital, de la comunidad de concepcionistas franciscanas y de la colegiata, lamentando que la autoridad diocesana no había rendido cuentas, como estaba obligada, junto al hecho de que el sobrante de las rentas no se estaba invirtiendo en las necesidades de las fundaciones; además se quejaba de que se hubiera trasladado al capellán del hospital de Torrijos, Indalecio Maroto, al pueblo de Burujón, sin que se le hubiera comunicado la vacante para su provisión. Para cerrar el asunto, el cardenal Reig decidió, y así se lo comunicó a Tedeschini el 16 de enero de 1926, nombrar, como de libre provisión, párroco de propiedad de Torrijos a don Liberio en la provisión de los curatos vacantes que iba a realizar, al mismo tiempo que negaba que la autoridad diocesana tuviera que rendir cuentas al duque, además de informar que el sobrante de las rentas fundacionales no debía invertirse cada año en atender las necesidades del hospital o de otras fundaciones, sino que estaba previsto que se reservaría para cuando hubiera que hacer reparaciones en la iglesia parroquial; respecto al traslado del capellán del hospital, indicaba que el mismo había pedido ser trasladado a otro destino, petición a la que accedió de inmediato, debido a que necesitaba sacerdotes para pueblos que no los tenían y que por falta de personal bastantes párrocos debían encargarse de dos parroquias.


Beato Liberio González Nombela

La atención al clero

Uno de los asuntos que preocupaban al cardenal era el de las casas de los sacerdotes, las casas rectorales, que, en general, dada su antigüedad, se encontraban en mal estado de conservación, además de que bastantes parroquias carecían de ella, de modo que el cardenal se planteó el problema urgente de construir nuevas y reparar las antiguas, siendo la principal dificultad la falta de recursos económicos; para ello creó, el 12 de mayo de 1924, la Obra de casas rectorales, con una junta presidida por el secretario de cámara y el reglamento correspondiente. Pronto comenzó a actuar y así, en enero de 1925, concedía las siguientes ayudas: al cura de Fuensalida 144 pesetas y 5 céntimos para obras en la casa rectoral; al de Rielves 2.706 pesetas con el mismo fin; la compra de una casa en Cazalegas, por 4.500 pesetas; al párroco de Ballestero, en Albacete, se le daban 974 pesetas con 95 céntimos; 765 al de Villapalacios, también en Albacete; 1477 a Villamiel; al de Cabanillas del Campo, 1178; al de Lominchar, 492 pesetas y 35 céntimos.
Para proveer las parroquias vacantes, el 29 de agosto de 1924, el cardenal convocó un concurso general, conforme a las normas del Derecho Canónico y del Concordato de 1851. Consistiría en un ejercicio escrito, realizado en castellano, o en “buen latín” para los que así lo prefiriesen, lo cual sería especial mérito, en el que se contestaría a una lección sacada por suerte entre las cien de que constaba el Programma Quaestionum, además de traducir del latín al castellano un párrafo del Catecismo de Párrocos del Concilio de Trento; junto a esto, deberían escribir una plática u homilía sobre un texto del Evangelio designado en el momento del concurso, así como resolver un caso de conciencia. Los que desearan tomar parte en el concurso deberían presentar en la secretaría de cámara, a partir del 1 de septiembre, y en un plazo de sesenta días, una instancia solicitando ser admitidos a la oposición, acompañada de la partida de bautismo, relación documentada de estudios y grados académicos, órdenes recibidas y relación de méritos y servicios prestados; los extradiocesanos presentarían, además, autorización de su prelado para tomar parte en el concurso, junto a la testimoniales de buena vida y costumbres; los exclaustrados, por su parte, tendrían que presentar documento que acreditara su situación canónica y la autorización para obtener beneficios curados. Los curatos de término, de primera, tenían una asignación de 2.500 pesetas; los de término de segunda, 2.250; los de ascenso, 2.000; los de entrada, 1750, y los curatos rurales, 1.500 pesetas. El concurso se celebró los días 20 y 21 de noviembre, en el salón del seminario conciliar, participando un total de 204 concursantes.
El 20 de enero de 1925 el primado restableció solemnemente en la capilla del palacio arzobispal la Unión Apostólica Sacerdotal, institución que pretendía fomentar entre los sacerdotes el alcance de la perfección evangélica sin desligarse de los ministerios a los que se hallaba adscrito, procurando desarrollar el espíritu de renuncia, sumisión, pureza y alcanzando así los fines del sacerdote de glorificar a Dios con su propia santificación y la del prójimo; Reig expresó sus grandes deseos de que los sacerdotes de la archidiócesis constituyeran un verdadero apostolado que perpetuara las santas tradiciones del clero toledano y ofreciera a la sociedad grandes frutos y ejemplos de santidad. El prelado establecía que el día de retiro mensual reglamentario de los sacerdotes fuera completo. En julio de ese año participarían muchos de sus miembros en los Ejercicios espirituales celebrados entre los días 6 y 15 en la casa de ejercicios de Chamartín de la Rosa. El cardenal los practicaría, con otro grupo numeroso, en la tanda celebrada entre el 14 y 21 de septiembre.
La preocupación del cardenal por el clero le llevó a mostrar una atención preferente a su formación, cuidando de un modo especial el seminario universidad pontificia de San Ildefonso. En 1924 promulgó un reglamento para la mejor organización y funcionamiento del seminario universidad y reformó el plan de estudios para que de modo más perfecto respondiese a las necesidades del momento. Asimismo encargó a las religiosas franciscanas terciarias de la Divina Pastora el servicio doméstico del mismo. Como complemento de ello, el 20 de julio de 1925, firmó la circular en la que anunciaba la fundación del seminario menor de Santo Tomás de Villanueva y de una escuela preparatoria y hablaba acerca del fomento de las vocaciones.
Conforme al canon 1357, el primado fundó, en un edificio propiedad de la diócesis, sito en la plaza de San Andrés, enfrente del seminario mayor, el seminario menor, que puso bajo la advocación del santo obispo de Valencia, Tomás de Villanueva, nacido en el arzobispado de Toledo y fundador del colegio mayor para estudiantes pobres en Valencia, una de cuyas becas había disfrutado el propio Reig. Tendría un rector, que ayudado por los prefectos de disciplina, cuidaría del mismo, profesores para las distintas clases, un mayordomo encargado de administrar los bienes, un director espiritual y dos confesores. La disciplina y la piedad se regirían por el reglamento de septiembre de 1924, en la parte aplicable. Las enseñanzas se darían bajo la dirección del prefecto de estudios de la Universidad Pontificia. En el edificio del seminario menor se creó una escuela preparatoria para el ingreso en el seminario menor, en la que se admitirían no sólo externos, sino también internos, ayudándose a los que lo merecieran por su pobreza,  aplicación y buena conducta, con becas, medias becas y cuartos de becas. La asistencia a la escuela preparatoria sería obligatoria sólo para los que residieran en la ciudad de Toledo; los de fuera podrían prepararse para el ingreso en el seminario, bien en su pueblo, si tuvieran medios de hacerlo convenientemente, o bien inscribirse como alumnos internos en la escuela. Para ingresar en ella era preciso, en primer lugar, presentar, en la secretaría del seminario menor, de una instancia pidiendo la admisión y matrícula; las partidas de bautismo y confirmación; certificación de buena conducta, expedida por el párroco; examen de lectura y escritura, catecismo y nociones de Gramática y Aritmética, además de ser mayores de nueve años.
Como uno de las mayores dificultades a la hora de promover las vocaciones era la escasez de medios económicos, el cardenal dispuso que se inculcara al pueblo las ventajas espirituales que conllevaba la fundación de becas; asimismo el último domingo de septiembre debía hacerse una colecta destinada a sostener a los seminaristas pobres; facilitaba a los párrocos el poder aplicar la misa por las intenciones del obispo, destinando ese estipendio a las necesidades de los seminarios mayor y menor; asimismo establecía que, cuando las limosnas extraordinarias y las ordinarias de las colectas ascendiesen al importe de una o de media beca, el párroco podría designar el seminarista a favor del cual se debiera aplicar.
El primado estableció también el plan de estudios:
Curso primero: Gramática Latina 1, Gramática Castellana 1, Caligrafía 1, Doctrina Cristiana 1, Aritmética 1, Geografía 1, Historia de España 1, Liturgia práctica 1, Canto 1.
Curso segundo: Gramática Latina 2, Gramática Castellana 2, Caligrafía 2, Doctrina Cristiana 2, Aritmética 2, Geografía 2, Historia de España 2, Liturgia práctica 2, Canto 2.
Curso tercero: Gramática Latina 3, Gramática Castellana 3, Gramática Griega 1, Historia Universal 1, Historia Sagrada 1, Preceptiva literaria 1, Geometría 1, Nociones de Ciencias Naturales, Liturgia práctica 3, Canto 3.
Curso cuarto: Humanidades latinas, Humanidades castellanas, Humanidades griegas, Gramática Griega 2, Historia Sagrada 2, Historia Universal 2, Preceptiva literaria 2, Geometría 2, Liturgia práctica 4, Canto 4.
Respecto a las enseñanzas en la escuela preparatoria, consistían en Gramática Castellana, ejercicios literarios del castellano, Caligrafía, Catecismo de la Doctrina Cristiana, Aritmética, Geografía, Urbanidad y Música.
El primado establecía, para ese año,  en el seminario menor el examen de ingreso e incorporación de latín el día 28 de septiembre y el 29 los de admisión a la escuela preparatoria.

viernes, 12 de febrero de 2016

Crónica londinense

No deja de ser curioso, cuanto menos, realizar una crónica, aunque sea sucinta, de mi reciente viaje a Londres, en Roma, junto a Via Giulia, la calle abierta por el belicos papa Julio II, en esta noche de lluvia, que no invita, para nada, a realizar mi habitual paseo nocturno hasta Piazza Navona. Pero, a pesar de que hace tiempo que no le dedico tiempo en serio al blog, no quiero renunciar a mi propósito de aportar mi pequeño granito de arena a ese género literario que me fascina, la crónica de viajes. Crónica, en este caso, de un viaje realizado entre el 29 de enero y el 1 de febrero de este año de gracia de 2016.
Palacio de Westminster
Cuatro días en Londres dan para mucho. La primera jornada, a pesar del cansancio del madrugón, nos hizo recorrer la City. Asombra el contraste entre la tradicional arquitectura británica y las obras vanguardistas, de cristal, que surgen por doquier. Desde el Banco de Inglaterra a la catedral de San Pablo, desde la recoleta iglesia de San Bartolomé a la más rompedora contemporaneidad de la Tate Modern. Aquí, en su cafetería, merienda de té, bollería, mantequilla y mermelada, todo muy típico inglés. Tras cruzar el Támesis, caminamos hacia el Soho. Cena en un pub de Charing Cross. Cómo no, fish and chips. Tras este agotador día inicial, un sábado, gris, muy londinense, dedicado a visitar el Palacio de Westminster, las Casas del Parlamento. Un lugar espectacular. Con una interesante explicación de la ceremonia de apertura que celebra la reina, así como del funcionamiento del sistema parlamentario británico. Esta visita es una mejores actividades que se pueden hacer en Londres. Comida en un indio (es uno de los grandes atractivos de la capital inglesa, la posibilidad de probar cocinas de todo el mundo) Tarde en la National Gallery, uno de los espacios que más me gustan de Londres; esta vez sí pude disfrutar de "Los esposos Arnolfini". Cena en un típico y antiguo pub junto al Támesis, "The dove", en Hammersmith.
Los esposos Arnolfini
El domingo comenzó algo más que lluvioso, aunque eludimos la lluvia pasando la mañana entre las riquísimas colecciones del Museo Británico. Pasé un largo rato contemplando los mármoles del Partenón. Las salas de Oriente son impresionantes, me gustan más que las egipcias, a pesar de mi pasión de egiptólogo frustrado. Tarde de paseo, y, antes de concluir cenando platos japoneses, fuimos a misa al Oratorio. Llama la atención la cantidad de gente joven que participa en, la por otro lado, muy tradicional, eucaristía que allí se celebra.                                 
Para concluir el viaje, la última mañana la dedicamos a la Torre, con la riquísima y espectacular colección de las joyas de la Corona. Y antes de recoger las maletas, visita a la bonita (aunque inacabada) catedral católica de Westminster (que no hay que confundir con la preciosa abadía anglicana, de estilo gótico), construida en neobizantino. Después...vuelta a Madrid.
Museo Británico, friso del Partenón
Sólo me queda hacer una confesión muy personal: me encanta Londres, y cada viaje es un enamorarme más de la ciudad y de Inglaterra. Lo que más me atrae del Reino Unido es esa capacidad de conjugar lo más vanguardista con un amor profundo por las tradiciones, conservar el legado del pasado a la vez que apostando por la más rompedora innovación. En fin...envidia sana.






lunes, 25 de enero de 2016

El cardenal Cisneros: reformador, humanista y estadista

Comparto el texto de la conferencia impartida en la Sacristía de la Catedral Primada de Toledo, el día 25 de junio de 2016

EL CARDENAL CISNEROS: REFORMADOR, HUMANISTA Y ESTADISTA

El 8 de noviembre del año de gracia de 1517, en un rincón de Castilla, Roa, en la casa del conde de Siruela, a las 4 de la madrugada, fallecía, sin haber logrado su objetivo de encontrarse con el flamante nuevo rey de Castilla, Carlos I, fray Francisco Jiménez de Cisneros, el humilde fraile franciscano y poderoso cardenal arzobispo de Toledo, regente del reino y reformador de la vida religiosa. Pero, ¿quién era este personaje, clave para entender la vida religiosa, política, cultural e incluso económica de la Castilla de entre siglos, en el umbral de una nueva era para la humanidad?
A ello voy a dedicar la siguiente conferencia, que pretende ser una humilde y sencilla predela, un escalón, sobre el que se vayan desarrollando, tal y como se merece Cisneros, las conmemoraciones del V centenario de su muerte, que tendrán lugar el próximo 2017, y que, de alguna forma, van precedidas por este V centenario del comienzo de su regencia, tras la muerte de Fernando el Católico, el 23 de enero de 1516.
La exposición la voy a dividir en dos apartados: en primer lugar, una presentación general de la vida del cardenal, para pasar después a analizar tres ámbitos en los que destacó de una forma particular: como reformador de la Iglesia y de la vida religiosa, como humanista y como hombre de estado, que desempeñó de un modo particular durante las dos regencias de Castilla.


El cardenal Cisneros, por Juan de Borgoña
(Sala Capitular de la S. I. Catedral Primada de Toledo)

VIDA

A la hora de acercarnos a la vida del cardenal Cisneros, hay que hacerlo desde la obra del que ha sido gran estudioso del mismo, el padre José García Oro[1], que, tanto en su monumental biografía del cardenal, en dos volúmenes, como en otros trabajos[2], ha abordado con exhaustividad su figura, así como el entorno social, cultural, político y religioso. Más recientemente, y asumiendo los estudios del padre Oro, el historiador Joseph Pérez, ha publicado, dentro del proyecto de biografías de españoles eminentes de la Editorial Taurus, una nueva vida del prelado[3], pero dándole un enfoque por un lado, divulgativo, pero por otro, se interesa por su obra y el papel que desempeño en la historia de Castilla, dedicando un enriquecedor estudio sobre la figura de Cisneros vista desde Francia, que creo puede ayudar a superar muchos de los mitos en los que, por estos pagos españoles, está envuelto el cardenal.
Quiero detenerme brevemente aquí: en efecto, ya desde época muy temprana, en la Francia de Luis XIV, Cisneros fue analizada, y lo que resulta más llamativo, comparada con la figura del cardenal Richelieu, llegaron a la conclusión de que, en todos los conceptos, Cisneros era superior[4]. Conclusión que sigue vigente hoy en día, quizá como toque de atención a la historiografía española de cara a una nueva valoración del papel de Cisneros en nuestra historia, y del conocimiento y divulgación de su figura, reducida incluso al tópico desprestigiador de la quema de libro árabes en Granada. La primera biografía francesa, de Michel Baudier[5], data de 1645. Este autor señala que Richelieu trató de seguir la huella de Cisneros, e imitarlo, llamando la atención de cómo el prelado toledano supo mantener a raya a los nobles y sumisos a la autoridad real. Dejando a un lado otros autores franceses, y situándonos en la época contemporánea, hay que destacar la imagen que tiene de él un historiador marxista como Pierre Vilar, para quien Cisneros era un estadista que se anticipa a las concepciones modernas del ejercicio del poder, un progresista.
Lo primero que hay que resaltar es que, de la mayor parte de la vida de Cisneros, hasta su nombramiento como arzobispo de Toledo en 1495, poseemos pocos datos, quizá los suficientes para saber de sus grandes etapas vitales, pero sin poder concretar, al menos por el momento, en algunos puntos. La fecha que tradicionalmente se da de su nacimiento es el año 1436, pero sin que lo podamos asegurar plenamente. Tuvo lugar en Torrelaguna, en la actual comunidad de Madrid y entonces perteneciente al arciprestazgo de Uceda, en la archidiócesis de Toledo. Era villa desde 1390, cuando Juan I de Castilla y el arzobispo Pedro Tenorio la desanexionaron de Uceda. Sus padres fueron Alfonso Jiménez de Cisneros y Marina de la Torre. Le impusieron de nombre de pila Gonzalo, como uno de sus tatarabuelos. Tras los estudios iniciales en su pueblo, marchó a comenzar los estudios universitarios, tal vez en Salamanca, obteniendo el grado de bachiller en Leyes. Decidido a seguir la carrera eclesiástica, en torno a 1460 marchó a Roma. Allí obtuvo una de las bulas, llamadas expectativas, que le habilitaban para desempeñar el primer beneficio que quedara vacante en la diócesis de Toledo. La ocasión surgiría al promoverse una causa contra el arcipreste de Uceda. Esta población era la tercera por sus rentas, en la diócesis toledana, tras Alcalá y Zorita. Cisneros denunció al arcipreste y logró ser designado sucesor del mismo. Pero esta maniobra no gustó nada al belicoso arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo, de modo que Cisneros acabó en la prisión del castillo de Uceda y luego en la cárcel de clérigos de Santorcaz. Todo ello le llevó a ponerse bajo la protección de otro de los clérigos más importantes del reino, el obispo de Sigüenza y futuro arzobispo de Toledo, Pedro González de Mendoza. En Sigüenza fue nombrado capellán mayor de la catedral y más tarde, provisor y vicario general de la diócesis seguntina.
Pero en 1484 la vida de Gonzalo Jiménez de Cisneros va a dar un cambio radical, abandonando Sigüenza camino de un oratorio franciscano de la Custodia de Toledo, cambiando su nombre de pila por el de Francisco. Aunque la tradición atribuyó su ingreso en el flamante monasterio de San Juan de los Reyes, esto no pudo ser posible, pues la fábrica del mismo no estuvo concluida hasta 1496, siendo lo más probable que se retirara al eremitorio de La Salceda[6], entre las poblaciones de Tendilla y Peñalver, en las actuales tierras de Guadalajara. Era uno de los conventos en los que se estaba viviendo una profunda reforma de la vida religiosa, y que sería uno de los centros más activos de la espiritualidad española.
Sin embargo otro hecho iba a impedir que fray Francisco pasara una vida oculta y retirada. En 1492, tras el nombramiento de fray Hernando de Talavera, confesor de la reina Isabel, como arzobispo de Granada, la reina acudió al cardenal Mendoza para consultarle sobre quien podría sustituirle. Mendoza no lo dudó y le recomendó a su antiguo vicario general, el cual recibió el nombramiento el 2 de junio de 1492. Intentó desde el primer momento armonizar su nuevo oficio con su vida eremítica, poniendo como condición no residir en la corte, sino en el convento más cercano. Fray Francisco impresionó en la corte debido a su ascesis y pronto la reina confió en su consejo. A la muerte de Mendoza, el 11 de enero de 1495 pensará en Cisneros como sucesor.
La mitra de Toledo era la primera del reino, tanto por su extensión como por su riqueza. Desde el norte de la provincia de Madrid hasta Cazorla, el arzobispo ejercía poderes administrativos, judiciales e incluso militares, sobre una población de unos 100.000 habitantes. La diócesis constaba de una catedral, dos colegiatas (Alcalá y Talavera), más de doscientos beneficios, veinte arciprestazgos, cuatro vicarías, cerca de trescientas parroquias, etc. además de varias fortalezas. Nombraba regidores, alcaldes, fiscales y gobernadores militares de diversas ciudades y aldeas. Todo un pequeño estado incrustado dentro del reino de Castilla. El 20 de febrero, Cisneros era nombrado nuevo arzobispo. El 11 de octubre fue consagrado obispo en Tarazona. Su primera preocupación fue la honestidad de vida del clero, empezando por el clero capitular, para lo que escribió una carta al cabildo. Poco después tuvo que hacer frente a la agitaciones que se daban en el seno del mismo. Y enseguida comenzó con un plan edilicio, que conllevó, ya en 1497, la construcción del claustro alto. Ese año hizo, por fin, su entrada solemne en la catedral. Y convocó el que sería su primer gran sínodo, en Alcalá. Dicho sínodo promoverá la reforma y renovación pastoral de la diócesis. Comenzó las obras de arreglo del altar mayor de la catedral, con el traslado de la capilla de los Reyes Viejos, buscando dar la debida grandeza a la misma. Otras obras fueron promovidas en Alcalá, en la iglesia magistral, en Talavera, Brihuega y Santorcaz. En 1497 se creaba también el primer instrumento para el gobierno temporal de la iglesia de Toledo, las Constituciones sinodales de rentas.
A petición de la reina intervino en Granada en 1499. Su polémica actuación se saldaría con la rebelión de los moriscos granadinos
En1504 moría la reina Isabel. Cisneros, en Alcalá reorganizaba la misión de Indias y programaba la edición de la Biblia Políglota.
Cisneros iba a saltar al primer plano de la vida política del reino tras la inesperada muerte del rey Felipe el Hermoso en 1506 y la manifiesta incapacidad de la reina Juana, en una situación de extrema gravedad, a punto de estallar una guerra civil por las ambiciones de los nobles. Durante los meses en los que le tocó ejercer la gobernación, hasta el inicio de la regencia de Fernando el Católico, procuró evitar que la situación empeorara.
El 5 de junio de 1507, a petición del rey Fernando, Cisneros fue nombrado inquisidor general para la corona de Castilla. Pocas semanas antes, el 17 de mayo, era creado cardenal, asignándole el título de Santa Balbina.
Preocupado por seguir la política africana de los Reyes Católicos, junto con el objetivo de la extensión de la fe cristiana entre los infieles[7], promovió y sufragó económicamente con los abundantes fondos de la mitra toledana, la campaña de Orán de 1509, que culminó con la incorporación de la ciudad a la corona de Castilla y a la diócesis toledana hasta el s. XVIII y que quedó inmortalizada en los frescos de Juan de Borgoña de la capilla mozárabe de la catedral[8]. El propio Cisneros asistió y entró en la ciudad conquistada, montado en una yegua blanca y precedido por la cruz de plata que su predecesor, el cardenal Mendoza, había colocado sobre las torres de la Alhambra tras la conquista de la ciudad.
El 23 de enero de 1516 moría el rey Fernando el Católico. En su testamento nombraba a su hijo Alfonso, arzobispo de Zaragoza, gobernador de la corona de Aragón, y a Cisneros de Castilla. Se iniciaba así la segunda regencia del cardenal, en la que tuvo que afrontar tres grandes problemas:
a)                           La cuestión dinástica, tras la decisión de don Carlos de proclamarse rey, obviando que la reina propietaria era su madre, a la vez que se producían intrigas para que fuera rey el infante don Fernando, educado en Castilla.
b)                           La necesidad de mantener el orden público y la justicia, amenazadas, una vez más, por los nobles
c)                           Las complicadas relaciones con la corte de Bruselas

El gobierno de Cisneros se concretó en dos ámbitos: la pragmática, de gobierno diario, y la política, de afirmación de la nueva monarquía.
A principios de agosto de 1517, al enterarse Cisneros del próximo viaje del rey, se puso en camino para salir a su encuentro. Cisneros era ya un hombre desgastado y enfermo. No pudo conocer al monarca cuya corona había salvaguardado, muriendo, como ya hemos señalado, en Roa. El 15 de noviembre se celebró en Alcalá, siendo enterrado, tal como dispuso, en el colegio de San Ildefonso. Pocos años después la universidad mandó edificar el sepulcro de mármol, cuyo epitafio dice así:

Yazgo ahora en este exiguo sarcófago. Uní la púrpura al sayal, el casco al sombrero. Fraile, Caudillo, Ministro, Cardenal, junté sin merecerlo la corona a la cogulla cuando España me obedeció como a Rey  
           
En 1626 se iniciaría el proceso de beatificación, que en la actualidad se encuentra “durmiendo”, en Roma.

CISNEROS REFORMADOR
Uno de los aspectos más trascendentales de la obra de Cisneros fue la de reformador religioso, que en línea con la política emprendida por los Reyes Católicos, trataba de renovar la vida espiritual en los reinos hispanos. Dos fueros los modos de actuar: uno, con su participación activa en la renovación de las órdenes religiosas; otra, con sus grandes realizaciones culturales, alimento de vida espiritual posterior.
En primer lugar su actuación se centró en la orden franciscana, buscando la superación del conventualismo, más laxo y relajado, por la observancia. El programa, que arrancó ya antes de ser arzobispo, en 1493, culminaría en 1517, cuando el papa León X estableció la primacía de la rama observante como única y legítima representante de la orden.
Asimismo Cisneros se implicó en la reforma de la rama femenina, las Clarisas, de modo que tuvo una intervención más directa y constante. En 1494 fue nombrado reformador de las Clarisas de Castilla, y al año siguiente, reformador de los conventos femeninos en general. Consiguió la integración de las Clarisas en la observancia, y al mismo tiempo colaboró de modo entusiasta con el surgimiento de un nuevo brote franciscano femenino, las religiosas concepcionistas.
Fundó varios monasterios, destacando el magnífico (y desaparecido en 1936) de San Juan de la Penitencia de Toledo (1514). en Illescas fundaría el de Madre de Dios
Ya arzobispo de Toledo, demostró una gran y constante solicitud por la reforma de los religiosos de su diócesis, especialmente de las casas femeninas. Asimismo se empeñó en la reforma del clero secular y de la vida pastoral, desarrollando un vasto plan en el que empleó todos los medios a su alcance, tanto tradicionales (visitas canónicas, sínodos diocesanos) como modernos (sobre todo, el empleo de la imprenta), arbitrando los modos concretos de hacer cumplir las soluciones adoptadas. Cisneros comenzó con un intento de reforma del cabildo de Toledo, que suscitó una fuerte oposición. Cisneros quería un cabildo ejemplar, pues en la diócesis primada se miraban todas las demás iglesias de España. Tras el primer conflicto, que llegó incluso a Roma, Cisneros volvió a intentar la reforma mediante visitas canónicas, de las que conocemos tres.
Otro medio de reforma fue la celebración de Sínodos diocesanos. En 1497 se celebró sínodo en Alcalá y al año siguiente en Talavera. En las constituciones de este último destaca la preocupación por la instrucción religiosa del pueblo, en ocasiones sumido en terrible ignorancia, mandando que todos los domingos por la tarde se enseñara el catecismo a los niños y se explicase el evangelio a los adultos en la misa del domingo, a la vez que se les exhortase a practicar las obras de misericordia. Asimismo se dieron normas para la honesta vida de los clérigos, y, con antelación a Trento, manda que todos los párrocos llevasen un registro de los bautizados en sus iglesias, así como un registro completo de sus feligreses. Como apéndice se incluía un breve catecismo.
La aplicación de las constituciones se llevó a cabo mediante la extirpación de los males por medio de visitas, remociones, etc. y a través de otras iniciativas encaminadas a mejorar la formación y cultura de los clérigos, con la impresión de libros, y, sobre todo, con la creación de la Universidad de Alcalá. Practicó, además, una escrupulosa selección de sus párrocos.
Otro de los puntos del programa reformista de Cisneros era la dignificación y fomento del culto divino. En este sentido, procuró la restauración del rito mozárabe, construyendo la capilla del Corpus Cristi, dotándola de capellanes e imprimiendo los libros litúrgicos, con la edición del misal y breviario isidoriano.
También en relación con las reformas de la vida pastoral hay que señalar lo realizado a favor de la beneficencia y la previsión social, destacando de un modo especial la creación de los pósitos, con la función de aseguras la provisión de grano en tiempo de carestía. Fundo cuatro: Toledo, Alcalá de Henares, Torrelaguna y Cisneros

CISNEROS HUMANISTA
La labor cultural de Cisneros hay que enmarcarla en íntima conexión con el punto anterior. En este ámbito, sus dos grandes realizaciones fueron la Universidad de Alcalá y la Biblia Políglota. Alcalá fue el corazón de la reforma cisneriana, la universidad del humanismo español y de la Reforma católica en España, que permitió la regeneración de la Teología. Este era el objetivo inicial, servir de escuela para la formación sacerdotal. En Alcalá la ciencia preponderante debía ser la Teología. Las constituciones se inspiraron en las de París y los primeros profesores se habían formado allí. La Teología enseñada no seguía estrictamente ninguna de las escuelas en boga en ese momento, sino que daba entrada a las tres más importantes: tomismo, escotismo y nominalismo, aunque su mayor originalidad vino de su orientación preferentemente bíblica. Se fundó el colegio trilingüe de San Jerónimo. El fruto más importante fue la Biblia Políglota, de una impresionante modernidad en su concepción, buscando volver a las fuentes. En ella trabajaron numerosos filólogos, algunos de origen converso.
Asimismo, para mejorar el nivel espiritual y cultural del clero, el cardenal hizo imprimir a su costa y distribuir libros de piedad y de devoción a sacerdotes, frailes y monjes reformados, introduciendo libros de espiritualidad, repartiéndolos también en los conventos de monjas.

CISNEROS ESTADISTA
           Al ser elevado a la mitra de Toledo, que conllevaba ser canciller mayor de Castilla, Cisneros se vio metido de lleno en el mundo de la política, aunque como confesor real ya había tenido que interesarse en temas políticos. El culmen de esa subida al poder fue la regencia, que desempeñó en dos ocasiones. Durante veinte años fue el hombre fuerte de su tiempo. ¿Cuál era la concepción que tenía Cisneros de la política? En palabras actuales consideraba que estaba destinada a la defensa del bien común, de la justicia y del orden público, estando por encima de las diversas facciones. Cisneros tuvo que enfrentarse a los grandes del reino, que ponían sus intereses por encima del bien común en dos ocasiones: 1506-1507 y 1516-1517. Su preocupación por el orden público le llevó a la creación de la Gente de Ordenanza. El cardenal se presenta a sí mismo como continuador de la política de los Reyes Católicos, aunque si es preciso no duda en apartarse de ella e incluso censurarla a partir de la defensa del bien común.

Con esta sucinta presentación esperamos abrir el apetito para que muchos se acerquen a conocer la figura extraordinaria del cardenal, y a que el próximo centenario de su muerte no se quede en eventos pasajeros sino en una recuperación de su figura, aprovechando las aportaciones que, al día de hoy, puede seguir aportando a la sociedad española.


[1] GARCÍA ORO, José, El cardenal Cisneros Vol. I y II, BAC, Madrid 1992 y 1993
[2] GARCÍA ORO, José, La Iglesia de Toledo en tiempos del cardenal Cisneros (1495-1517), Estudio Teológico de San Ildefonso, Toledo 1992
[3] PEREZ, Joseph, Cisneros, el cardenal de España, Taurus, Madrid 2014.
[4] Ibídem p. 268.
[5] BAUDIER, Michel, Histoire de l´administration du cardinal Ximenez, Paris, 1645.
[6] Fundado por Pedro de Villacreces, uno de los pioneros de la reforma franciscana en España.
[7] Cisneros acariciaba el sueño de una África cristiana e hispana que llegara hasta la misma Tierra Santa.
[8] La ciudad fue conquistada el 17 de mayo.

sábado, 16 de enero de 2016

LOS FONDOS DEL ARCHIVO DIOCESANO DE TOLEDO COMO FUENTE HISTÓRICA PARA UNA HISTORIA DE MADRID

No se puede poner en duda la importancia que, para cualquier periodo de la historia de España, tanto a nivel nacional como local, tienen los fondos guardados en los archivos eclesiásticos. En el caso de Madrid, junto a los archivos parroquiales, de las diversas instituciones religiosas y de las tres diócesis en las que actualmente se divide eclesiásticamente la comunidad autónoma, hay que contar con los riquísimos fondos del Archivo diocesano de Toledo, dado que, hasta 1885, el territorio madrileño perteneció a la archidiócesis primada. En ese año, el 7 de marzo, por la bula Romani Pontifices Praedecesores del Papa León XIII, era erigida, segregándola de la archidiócesis de Toledo, a la que pertenecía desde la Reconquista, la nueva diócesis de Madrid-Alcalá, quedando sufragánea de la misma y conformándose con el territorio de la provincia civil de Madrid, surgida de la división provincial de 1833. El 25 de marzo de 1964 el Papa Pablo VI la elevaría a sede arzobispal, sin sufragáneas, dependiendo directamente de la Santa Sede y dejando de ser sufragánea de Toledo. El 23 de julio de 1991 el Papa Juan Pablo II, por la bula In hac beati Petri cathedra, creó las diócesis de Alcalá de Henares y Getafe, desmembrándolas de Madrid-Alcalá, que a partir de este momento queda con el nombre de Madrid, con el rango de archidiócesis metropolitana y con estas dos de sufragáneas.

EL ARCHIVO DIOCESANO DE TOLEDO

El Archivo diocesano de Toledo contiene una riquísima documentación, generada por las diversas instituciones que servían para la administración de la archidiócesis, además de los fondos procedentes de los archivos privados de los arzobispos, así como de la administración de los señoríos jurisdiccionales de los mismos, como Talavera de la Reina, el Adelantamiento de Cazorla o Alcalá de Henares. Abarca desde el segundo tercio del siglo XVI hasta la actualidad. En el caso de los documentos referentes a Madrid llega hasta la creación de la diócesis de Madrid-Alcalá, en 1885. Se encuentran diseminados en todo el archivo, dentro de los fondos correspondientes:

-          Capellanías, Fundaciones y Obras Pías: son más de 1900 legajos, clasificados por el nombre del fundador, especificándose año y pueblo de la fundación, así como el asunto.
-          Reparación de Templos: en él se describen las diversas obras, de construcción y reparación, de las iglesias y ermitas.
-          Visitas Pastorales: en este fondo se recogen la documentación correspondiente a los informes periódicos que los visitadores daban al arzobispado sobre la situación y estado de cada parroquia, con el número de habitantes, rentas, cofradías, situación de los sacerdotes. A veces se describen también costumbres y la vida de los diversos pueblos. Del Partido de Alcalá existen 6 cajas; de Mondéjar, Buitrago y Valle del Lozoya, 1 caja; Madrid ciudad, 4 cajas.
-          Cofradías: ordenanzas, acuerdos, pleitos de las mismas. Al día de hoy hay un total de 31 cajas correspondientes a Madrid más otras cinco sin catalogar.
-          Órdenes: se conservan los expedientes de ordenación de los sacerdotes de la archidiócesis, desde 1561, incluyendo partidas de bautismo, limpieza de sangre, formación, etc. de los ordenandos
-          Pontificados: corresponde a los diversos arzobispos que han regido la diócesis, con documentación muy variada, que abarca desde la privada de los prelados hasta asuntos del gobierno diocesano.
-          Matrimonial. Licencias y Atestados: desde 1592 recoge las diversas dispensas para contraer matrimonio, así como otros documentos referentes a la celebración del matrimonio.
-          Religiosos: documentación referente a los diversos conventos, masculinos y femeninos. Entre estos últimos existen documentos del Viso del Marqués (Franciscanas) El Pardo (Carmelitas de Santa Teresa) Colmenar de Oreja (Agustinas) Boadilla (Carmelitas) Cubas (Clarisas), Chinchón, Griñón, (Clarisas) Ciempozuelos (Franciscanas) San Martín de Valdeiglesias (Clarisas) Aranjuez (Concepcionistas) Lozoya, El Escorial, Torrelaguna (Concepcionistas) Pinto (Capuchinas) Valdemoro (Franciscanas); Madrid (Visitación, Trinitarias descalzas, Jerónimas del Corpus Christi, Clarisas-Descalzas Reales, Bernardas, Carmelitas, Concepcionistas del Caballero de Gracia, Clarisas-Constantinopla, Benedictinas de San Plácido, Comendadoras, etc.
-          Cuentas y diezmos: documentación económica de diversa índole. De diezmos hay catalogadas, referentes a Madrid, 7 cajas, más 5 de Alcalá.
-          Procesos: recoge los pleitos civiles o criminales relacionados con asuntos eclesiásticos.


Uno de los documentos más antiguos del Archivo Diocesano de Toledo:
venta de casas en la colación de San Andrés de Toledo, 1444

Hay que tener en cuenta que la distribución territorial no se corresponde a la actual demarcación provincial, por lo que para estudiar las diversas poblaciones hay que conocer dentro de qué demarcación se encontraban. Así, según el Libro Becerro de 1570, conservado en el mismo Archivo Diocesano, en el arciprestazgo de Ocaña tenemos Chinchón, Colmenar; en el de Canales, al norte de la actual provincia de Toledo, Humanes, Moraleja de Enmedio, Navalagamella, Brunete, Navacerrada, Galapagar, Navalcarnero; en el de Escalona, Las Rozas, San Martín de Valdeiglesias, Robledo de Chavela. Siguiendo el mismo Libro Becerro aparecen los arciprestazgos de Madrid, Buitrago, Val de Lozoya y la Vicaría de Alcolea de Torote, con pueblos como Valdemoro.
Un fondo muy rico, y apenas investigado, es el referente al Archivo de Santa Cruzada, que abarca desde el siglo XVI al XX. En relación a Madrid, existen un total de 63 cajas.

PERSPECTIVAS DE INVESTIGACIÓN

Todas estas fuentes documentales nos permiten analizar aspectos muy variados del ámbito territorial de la Comunidad de Madrid, que abarcan desde la geografía física y humana, hasta la economía, las costumbres, el arte, etc. Las visitas pastorales nos describen, de forma a veces muy detallada, los diferentes lugares, con su número de habitantes, edificios notables, extensión, oficios, costumbres. En ocasiones nos encontramos con planos, como el magnífico de San Fernando de Henares. Podemos, desde la documentación, conocer con bastante detalle la situación económica y social de la población. Se han realizado ya algunos estudios de historia local, reconstruyendo el devenir histórico de varias poblaciones. Los fondos de administración, fundaciones y capellanías, proporcionan datos acerca del nivel de vida, la distribución de los bienes de un lugar, ciclos de buenas o malas cosechas. Asimismo puede seguirse la evolución de instituciones como hospitales, colegios, etc.
Sobre las personas podemos estudiar no sólo los aspectos económicos, sino también creencias, práctica religiosa, nivel educativo, relaciones con las instituciones civiles y eclesiásticas. Sobre la beneficencia y asistencia social y caritativa también podemos encontrar numerosos datos, dado que hasta el s. XIX, y aún en este, dependía estrechamente de la Iglesia, lo mismo que colegios y otras instituciones educativas.
La documentación correspondiente al periodo en el que Madrid perteneció a la archidiócesis de Toledo es consultable, al día de hoy, sin ninguna limitación, salvo la derivada de la falta de catalogación total o parcial, de alguno de sus fondos, laguna que se está procurando subsanar.

BIBLIOGRAFÍA

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DIONISIO VIVAS, Miguel Ángel, El Archivo Diocesano de Toledo. Hacia una descripción de sus fondos, en Toletana. Cuestiones de Teología e Historia. Nº 24 pp. 371-407. Toledo, Instituto Teológico San Ildefonso, 2011.

GONZÁLEZ RUIZ, Rosario (coord.) El sueño de un rey. Historia de San Fernando de Henares desde la prehistoria hasta la actualidad, San Fernando de Henares, Ayuntamiento, 1996.

SÁNCHEZ GAMERO, Juan Pedro, Fondos madrileños en el Archivo Diocesano de Toledo, en Primeras Jornadas sobre Fuentes Documentales para la Historia de Madrid, pp. 57-63, Madrid, Comunidad de Madrid-Consejería de Cultura, 1990.

TORRE BRICEÑO, Jesús Antonio de la, Historia de la Villa de Morata de Tajuña, Madrid, Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.

VEGA VELASCO, Fernando de la, Santoral Hispano-Mozárabe de la diócesis de Madrid, en Memoria Ecclesiae XXXV pp. 531-556, Oviedo, Asociación de Archiveros de la Iglesia en España, 2011