Comparto el texto de mi columna del pasado miércoles en La Tribuna de Toledo, una invitación a la lectura y a la escritura creativa en medio de la pandemia.
Vivimos en una sociedad adanista,
presentista, que cree que todo ha comenzado con ella. Esto es especialmente
sentido por muchos jóvenes que desconocedores de la historia, como consecuencia
de los nefastos planes educativos que soportamos, ignoran, como nos advirtió
Qohelet, que “no hay nada nuevo bajo el sol”. La actual pandemia no es algo
novedoso e inesperado, ni la distopía de unos literatos hecha realidad. No, a
lo largo de su historia la humanidad ha conocido múltiples epidemias, algunas
terriblemente letales, que, como un cisne negro, han trastocado la economía, el
pensamiento, la percepción del mundo de las sociedades que las han sufrido.
Una de ellas fue la peste negra
de 1348, quizá la más terrible pandemia de todas, que, procedente de Asia,
aniquiló a gran parte de la población europea y que tuvo como consecuencia
directa la persecución de las comunidades judías, acusadas de ser las
causantes, dando lugar a diferentes pogromos por toda Europa. Es este el
contexto que sirvió de marco para una de las obras cumbres de la literatura
universal, el Decamerón de Giovanni Boccaccio. En ella se nos narra, tras
describir la epidemia, cómo un grupo de diez jóvenes, tres hombres y siete
mujeres, se refugian, huyendo de la plaga, en una villa en las afueras de
Florencia, y para pasar el tiempo, se narran cien cuentos de diferente temática.
El Decamerón |
Traigo este recuerdo porque estos
días de cuarentena pueden ser una gran oportunidad para la lectura. Todos
tenemos libros pendientes acumulados en los anaqueles o en el escritorio, que
vamos dejando, en el fragor vertiginoso de los días, para “cuando tengamos
tiempo”. Pues ahora lo tenemos de sobra. El encierro que, como ciudadanos
responsables, hemos de guardar, nos permite saborear con sosiego el placer de
la lectura. Matar las horas descubriendo nuevas obras, o releyendo viejos
libros que en su momento nos atrajeron, e incluso tratando de vencer la
resistencia de tal o cual novela o ensayo que se nos atragantó.
Por otra parte, las epidemias han
sido motivo de inspiración para la escritura de algunas de las obras más
señaladas de la literatura universal. No sólo Boccaccio dejó testimonio del
impacto de la peste en su época. Baste evocar “La peste” de Albert Camus, donde
nos muestra cómo el ser humano se enfrenta al absurdo, o “Muerte en Venecia”,
de Thomas Mann, con la bellísima adaptación cinematográfica de Luchino
Visconti, en la que se describe la pasión por la belleza de un escritor en una
ciudad asolada por el cólera.
Quizá, además de leer, estos días
podrían ser una oportunidad para animarnos a escribir relatos, microrrelatos, cuentos,
algún ensayo. Este reto se lo lanzaba a mis alumnos para que fomentaran su
creatividad. Tal vez descubramos un talento escondido que ignoramos. Tiempo
tendremos. La peste de 1348 tuvo su Boccaccio, ¿quién escribirá la novela del
coronavirus? Podría ser usted…o a lo mejor, hasta yo.
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