Comparto mi artículo del pasado miércoles en La Tribuna de Toledo, en el que hablaba del olvidado centenario de la Acción Católica de la Mujer en Toledo (y en España)
UN CENTENARIO OLVIDADO
Una de las mayores quejas que
tenemos docentes e historiadores es la constatación de la profunda
ignorancia que de la historia de España existe en nuestro país.
Ignorancia que, combinada con la tergiversación y excesiva
politización, lleva a posturas antagónicas, como complejos absurdos
de inferioridad o de superioridad. Conocer bien nuestro pasado es
condición ineludible para construirnos como sociedad democrática y
moderna, consciente tanto de las luces como de las sombras que han
tejido esa historia, que no son ni mayores ni peores que las de
cualquier otra nación de nuestro entorno.
Esa ignorancia afecta a
personajes y acontecimientos que nos han influido más de lo que
creemos. Esta semana, sin ir más lejos, vamos a conmemorar, sin que
lo conmemore apenas nadie, el centenario de la creación en Toledo,
por parte del cardenal Victoriano Guisasola, de la Acción Católica
de la Mujer, una institución que, junto a su finalidad religiosa,
supuso un gran impulso para la promoción de las mujeres en nuestro
país. Sobre Guisasola, quizá la figura más avanzada del
catolicismo social español de su época, llamado el “demócrata
purpurado”, cuando en España se imponían corrientes
intransigentes, volveré otro día, pues vale la pena rescatarlo del
olvido.
El 23 de junio de 1919 Guisasola
constituyó en Toledo la Acción Católica de la Mujer, presidida por
la marquesa viuda de Gallegos. La finalidad era defender los
intereses religiosos, morales, jurídicos y económicos de las
mujeres españolas; fundar, impulsar y proteger obras femeninas de
todo género, especialmente obreras; representar a la mujer española
ante la opinión y los poderes públicos, recabando de estos y de los
patronos el cumplimiento de los deberes de justicia y caridad
cristiana en cuanto a la jornada laboral, salario y demás
condiciones del trabajo; vigilar el cumplimiento de las leyes
sociales referentes al trabajo de mujeres y niños, procurando su
perfeccionamiento; defender el derecho de la mujer a intervenir en la
solución de los problemas que le afectasen, buscando su
representación en organismos como Cámaras de Comercio e Industria,
Instituto de Reformas Sociales, así como el amplio ejercicio de los
derechos de ciudadanía de las mujeres, además de imponer en la
sociedad el respeto a las mismas.
El cardenal Victoriano Guisasola |
Un programa que se
complementaría con el del Grupo de la Democracia Cristiana, surgido
un mes después con el apoyo de Guisasola. Este Grupo tenía el
objetivo de poner al catolicismo español al nivel del italiano o el
belga, punteros en Europa por su compromiso social, e incluía la
petición de voto para las mujeres, una reivindicación del
catolicismo social pionera en España, que no se realizó hasta la
llegada de la República. Cuando en la década de los años veinte
sean nombradas las primeras mujeres concejales en España, la
mayoría, como fue el caso de Toledo, provendrían del movimiento
católico femenino.
Supongo que este recordatorio
puede ser un auténtico descubrimiento. Y es que la historia, como la
vida, “te da sorpresas”.
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