En este año 2017 se cumplirán quinientos años del inicio de la Reforma Luterana, recordando el momento en el que Martín Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg. Un acontecimiento que supondría la ruptura de la cristiandad occidental. Por ello, quiero presentar, a grandes rasgos, los orígenes de dicho movimiento, así como los contenidos esenciales de la doctrina de Lutero
Una Iglesia necesitada de renovación
Al
final de la Edad Media, la Iglesia sentía la necesidad de una
profunda renovación. La situación, tras la etapa de residencia del
Papado en Aviñón, sometido a la influencia de los reyes de Francia,
y del Cisma de Occidente, con la existencia, en un momento
determinado, de tres papas simultáneos, era de desprestigio de la
autoridad pontificia, con el auge de las doctrinas conciliaristas. A
finales del siglo XV los hombres y mujeres de Europa se veían
atenazados por una profunda ansiedad. La preocupación por la
salvación angustiaba a los cristianos, acorralados entre una
concepción de un Dios todopoderoso con decisiones arbitrarias y el
miedo a un Satanás omnipresente. A la vez que se desarrollaba el
Renacimiento y el Humanismo, nos encontramos, a nivel popular, con un
incremento de la hechicería y de la caza de brujas. El clero secular
se encontraba, en gran medida, en una situación de decadencia moral,
espiritual e intelectual, con obispos de origen noble que solo se
preocupaban de sus diócesis para obtener rentas y vivían como
grandes señores, dedicados a la caza y a la guerra, y un bajo clero,
dominado por la ignorancia. Las órdenes religiosas también estaban,
en gran medida, alejadas de su espíritu evangélico original. Todo
esto hacía clamar por una reforma que condujera a una vivencia más
auténtica y profunda del Evangelio. A esto vendría a dar respuesta
el fenómeno que conocemos como Reforma.
Tradicionalmente
se ha venido denominando Reforma a la ruptura religiosa que tuvo
lugar en el centro y norte de Europa y que daría lugar al
protestantismo, mientras que a la renovación dentro del catolicismo
se le ha dado el nombre de Contrarreforma, como si tan sólo fuera
una respuesta, a partir del Concilio de Trento, a las desviaciones
protestantes. Sin embargo, cada vez aparece más claro que ambas
corrientes pertenecen a un proceso más amplio y anterior, que desde
el final de la Edad Media buscaba dar respuesta a los anhelos de
renovación, y que antes y a la vez que el proceso de ruptura de
Lutero, dio frutos de cambio y mejora dentro del mundo católico. Por
tanto, es preferible hablar de Reforma católica y Reforma
protestante, siendo lo que llamamos Contrarreforma tan sólo un
aspecto, el de la respuesta tridentina a los errores dogmáticos y
disciplinares de los protestantes.
En
el presente texto vamos a centrarnos en los orígenes de la
Reforma y en la figura del gran protagonista de su rama protestante,
Martín Lutero.
Antecedentes
de la Reforma
La
Europa de fines de la Edad Media vivió el surgimiento de diversos
movimientos de renovación espiritual. Se desarrolló una piedad
centrada en la humanidad de Jesús y de María. En el siglo XIV nació
una corriente mística, representada por algunos dominicos, como
Eckhart (1260-1327), Taulero (1300-1361) y Suso (1295-1366), junto al
sacerdote flamenco Ruysbroek, que buscaba la unión con Dios,
superando toda representación. Entre el siglo XIV y XV, el deseo de
una vida espiritual intensa conquista a hombres y mujeres fuera de
los conventos, surgiendo las beguinas y begardos, o las terceras
órdenes, como la de santa Catalina de Siena. La devotio moderna,
en la que destaca el libro la Imitación de Cristo,
atribuida a Tomás de Kempis (1380-1471), propone una espiritualidad
más profunda. Será en esta atmósfera de devoción moderna en donde
se desarrollarán los hombres del Renacimiento y la Reforma, como
Erasmo y Lutero.
La
renovación religiosa en España
La
España del siglo XV no quedó al margen de estas corrientes
renovadoras, produciéndose un fuerte movimiento que llevó, bajo el
reinado de los Reyes Católicos, y con el impulso del cardenal
Francisco Jiménez de Cisneros, a una profunda renovación de la
Iglesia en España, que daría sus mejores frutos en el desarrollo de
la ascética y mística del siglo XVI, a la gran escuela teológica
española que brillaría en Trento, y a toda una pléyade de santas y
santos, que hacen del siglo XVI un auténtico Siglo de Oro del
catolicismo en nuestro país, coincidiendo, además, con el fin de la
Reconquista en 1492, y, ese mismo año, con el descubrimiento de las
nuevas tierras americanas, que llevaría a desarrollar todo un
espíritu misionero y evangelizador de amplitud mundial.
La
reforma eclesiástica y espiritual española, hundía también sus
raíces en el nacimiento, en el siglo XIV, de nuevas órdenes
religiosas, como los jerónimos, la renovación de otras, como los
benedictinos de Valladolid. A finales del XV, la figura del cardenal
Cisneros, alentado por la reina Isabel, llevó a cabo la reforma
dentro de los franciscanos y las clarisas, mientras procuraba renovar
al clero secular de su archidiócesis de Toledo. Para ello fundó la
Universidad de Alcalá, fomentando los estudios bíblicos y
humanísticos, cuyo mejor fruto fue la Biblia Políglota Complutense.
Los Reyes Católicos buscaron para el episcopado a clérigos
preparados y de vida honesta y ejemplar, destacando la figura del
primer arzobispo de Granada, fray Hernando de Talavera, que
procuraron la mejora de las costumbres del clero y de los fieles. Se
creó, para evitar los brotes de judaísmo entre los judíos
conversos, el tribunal de la Inquisición, que desarrolló un férreo
control de la moral y las costumbres. A principios del siglo XVI, la
figura de san Juan de Ávila destacó como promotor de la renovación
del clero secular, y más tarde, santa Teresa de Jesús y san Juan de
la Cruz, junto a su dimensión de autores místicos, alentaron la
renovación de la orden del Carmen. Junto a ellos encontramos todo un
conjunto de santos renovadores, como san Pedro de Alcántara, santo
Tomás de Villanueva, san Ignacio de Loyola (fundador de la Compañía
de Jesús), san Francisco de Borja o san Francisco Javier.
La
Reforma protestante: Martín Lutero
Se
considera como fecha del nacimiento de la Reforma el 31 de octubre de
1517. Pero el gesto que realizó Lutero ese día, clavando sus 95
tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg no es sino el final de
todo un proceso, vital y espiritual, de su protagonista. Martín
Lutero, nacido en 1483 en la localidad de Eisleben, en Sajonia, había
vivido una dura infancia, en la que escuchó con terror las historias
de demonios y brujas. En 1505, tras haber sufrido una fuerte
conmoción, por el miedo a morir y condenarse, entró en la orden de
los agustinos, en Erfurt. Llevó una vida austera y se ordenó de
sacerdote, confiándole un curso de Sagrada Escritura en la
Universidad de Wittenberg. A pesar de ser un exacto cumplidor de la
regla de su orden, Lutero no encontraba la paz interior. Por fin,
leyendo la carta a los Romanos, en el pasaje que afirma "El
hombre queda justificado por la fe, sin las obras de la ley" (Rm
1,17; 3,28) logró hallar solución: el hombre no se salva por sus
esfuerzos, sino que Dios le hace justo mediante su gracia; el hombre
sigue siendo pecador, pero, en su desesperación, Dios viene a
salvarlo. De este modo encontró la alegría y la paz.
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Martín Lutero |
Por
tanto, el luteranismo va a partir de la fuerte vivencia personal de
su iniciador, que le hacía ver la salvación en la sola fe en
Cristo, la única que justifica al hombre, sin contar con la
colaboración humana, ni siquiera en las obras buenas. Personalizada
esta convicción, ve superfluas y engañosas las obras buenas y
sugiere al creyente actitudes pasivas que no impidan la obra de Dios
en él. Como consecuencia, descarta no sólo la libertad humana y las
obras buenas del hombre regenerado por la gracia de Cristo, sino
también los sacramentos y todas las mediaciones de la Iglesia.
-
Las indulgencias: el asunto de las indulgencias permitió a
Lutero dar a conocer su concepción. Los dominicos predicaron una
indulgencia (remisión de las penas debidas al pecado para los vivos
y para los muertos) cuyo producto iría a cubrir los gastos del
arzobispo Alberto de Brandeburgo. Lutero, indignado, formuló sus 95
tesis sobre las indulgencias y sus presupuestos, rechazando la falsa
seguridad que proporcionaban las indulgencias. Sus tesis tuvieron un
gran éxito en Alemania y Europa. Pronto fue acusado ante Roma.
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La ruptura: a lo largo de tres años, miembros de su orden y
algunos enviados de Roma trataron de que se retractara. Pero la
disputa se enredó con el nacionalismo alemán, de modo que Lutero
aparecía como el defensor de un pueblo oprimido por la fiscalidad
romana. Lutero escribió tres obras, en 1520, en los que expone su
pensamiento: Llamada a la nobleza cristiana de la nación alemana,
La cautividad babilónica de la Iglesia
y La libertad del cristiano.
Apeló a la reunión del concilio. Su postura poco a poco se
endureció. En junio de 1520, el papa León X, con la bula Exurge
Domine condenó cuarenta y un
proposiciones. Lutero quemó la bula. En 1521 fue excomulgado.
Convocado ante el emperador Carlos V en la dieta (asamblea de los
príncipes del Imperio) de Worms, señaló que estaba obligado por su
conciencia, manteniendo su postura. Fue desterrado del Imperio, pero,
escondido, realizó una de
sus grandes obras, la traducción de la Biblia al alemán.
Alemania
quedó dividida entre partidarios y contrarios al reformador. Los
nobles se lanzaron al asalto de las tierras de la Iglesia; en nombre
de la igualdad de los hombres ante Dios, los campesinos pobres se
sublevaron contra los señores, estallando una guerra, en la que
Lutero, viendo peligrar su obra, se puso de parte de los nobles. Al
mismo tiempo, rompió con Erasmo, pues este no aceptaba su concepción
pesimista del hombre y de la libertad. En 1525 Lutero se casó con
una antigua religiosa, Catalina Bora.
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Doctrina e Iglesia
luteranas: Lutero no
tenía la intención de fundar una nueva Iglesia. Creía que al
volver al Evangelio, se reformaría a sí misma. Pero los diferentes
conflictos y controversias le llevaron a realizar una serie de
precisiones doctrinales y
buscar un mínimo de organización. En 1529 publicó un Catecismo
menor y un Catecismo
mayor, ejemplos de un género
literario que tendría gran éxito.
Los
escritos de Lutero se difundieron muy rápidamente por la
utilización de la imprenta. Influyeron en otros reformadores, como
el francés Juan Calvino (1509-1564), fundador de otra rama
protestante, que se denominará calvinismo; Ulrich Zwinglio
(1484-1531), que realizará la Reforma en Suiza, aunque se opondrá a
Lutero en su concepción de los sacramentos (rechaza la presencia
real de Cristo en la Eucaristía; el bautismo no tiene eficacia en sí
mismo); Tomás Müntzer (1490-1525), quien promovió una revuelta
social radical y el
movimiento anabaptista. Otros
reformadores fueron Bucero, Ecolampadio y Osiander. Entre los
discípulos de Lutero destacó Felipe Melanchton (1497-1560)
El
punto central de la doctrina
luterana es la salvación
por la fe, sola
fides: Dios hace todo, el hombre
no hace nada. Las buenas obras no hacen al hombre bueno, sino que el
hombre justificado por Dios hace obras buenas.
Lutero
rechaza lo que en la tradición va contra el primado
de la Escritura y de la
fe, rechazando todo lo que aparezca como un medio: el culto a los
santos; las indulgencias; los votos religiosos; los sacramentos que
considera que no están atestiguados en el Nuevo Testamento. Frente
al sacerdocio sacramental, afirma el sacerdocio universal de los
fieles.
Sólo
admite dos sacramentos: el bautismo
y la eucaristía.
Ésta, la Cena, se celebrará en alemán, y rechazará que se hable
de sacrificio, aunque defiende la presencia real de Cristo
(empanación--> frente a la concepción católica que habla de
transustanciación). Dio mucha importancia al canto.
Como el anuncio de la Palabra de Dios y la celebración de los
sacramentos requerían un mínimo de organización, los príncipes,
cuya autoridad viene de Dios, se encargaría de ello,de modo que
Lutero refuerza el poder de los príncipes sobre la Iglesia, con lo
que las Iglesias luteranas se convertirán en Iglesias nacionales.
Podemos
resumir, de manera esquemática, la propuesta de la Reforma en cuatro
ejes:
-
Sola Escritura
-
Sola fe para lograr la justificación
-
Sola gracia
-
Solo Cristo
Se
privilegia la Palabra sobre los sacramentos, el sacerdocio universal
de los fieles sobre el sacerdocio jerárquico, la dimensión
invisible e interior de la Iglesia sobre su carácter visible e
institucional y las iglesias locales sobre la Iglesia universal de
Roma.
Muchos
príncipes y nobles de Alemania apoyaron la Reforma por motivos
políticos, para alcanzar mayor poder y autonomía. Después de años
de conflicto, en 1555, el emperador Carlos V y la liga de príncipes
que desarrollaron la reforma en sus territorios, firmaron la Paz de
Augsburgo, por el que cada región tendría la religión que eligiera
el príncipe territorial, siguiendo el principio cuius
regio, eius religio. De este
modo, quedaba sellada la ruptura religiosa del cristianismo en
Europa. Para entonces su principal protagonista, Martín Lutero, ya
había fallecido, el año 1546.
Bibliografía:
-
COMBY, Jean, Para leer la Historia de la Iglesia. Desde los
orígenes hasta el siglo XXI,
Estella, Verbo Divino, 2010, pp. 194-195.201-233
-
GARCÍA ORO, José, Historia de la Iglesia III: Edad
Moderna, Madrid, BAC, 2005, pp.
66-103