domingo, 5 de marzo de 2017

V Centenario de la Reforma Luterana

En este año 2017 se cumplirán quinientos años del inicio de la Reforma Luterana, recordando el momento en el que Martín Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg. Un acontecimiento que supondría la ruptura de la cristiandad occidental. Por ello, quiero presentar, a grandes rasgos, los orígenes de dicho movimiento, así como los contenidos esenciales de la doctrina de Lutero

Una Iglesia necesitada de renovación

Al final de la Edad Media, la Iglesia sentía la necesidad de una profunda renovación. La situación, tras la etapa de residencia del Papado en Aviñón, sometido a la influencia de los reyes de Francia, y del Cisma de Occidente, con la existencia, en un momento determinado, de tres papas simultáneos, era de desprestigio de la autoridad pontificia, con el auge de las doctrinas conciliaristas. A finales del siglo XV los hombres y mujeres de Europa se veían atenazados por una profunda ansiedad. La preocupación por la salvación angustiaba a los cristianos, acorralados entre una concepción de un Dios todopoderoso con decisiones arbitrarias y el miedo a un Satanás omnipresente. A la vez que se desarrollaba el Renacimiento y el Humanismo, nos encontramos, a nivel popular, con un incremento de la hechicería y de la caza de brujas. El clero secular se encontraba, en gran medida, en una situación de decadencia moral, espiritual e intelectual, con obispos de origen noble que solo se preocupaban de sus diócesis para obtener rentas y vivían como grandes señores, dedicados a la caza y a la guerra, y un bajo clero, dominado por la ignorancia. Las órdenes religiosas también estaban, en gran medida, alejadas de su espíritu evangélico original. Todo esto hacía clamar por una reforma que condujera a una vivencia más auténtica y profunda del Evangelio. A esto vendría a dar respuesta el fenómeno que conocemos como Reforma.

Tradicionalmente se ha venido denominando Reforma a la ruptura religiosa que tuvo lugar en el centro y norte de Europa y que daría lugar al protestantismo, mientras que a la renovación dentro del catolicismo se le ha dado el nombre de Contrarreforma, como si tan sólo fuera una respuesta, a partir del Concilio de Trento, a las desviaciones protestantes. Sin embargo, cada vez aparece más claro que ambas corrientes pertenecen a un proceso más amplio y anterior, que desde el final de la Edad Media buscaba dar respuesta a los anhelos de renovación, y que antes y a la vez que el proceso de ruptura de Lutero, dio frutos de cambio y mejora dentro del mundo católico. Por tanto, es preferible hablar de Reforma católica y Reforma protestante, siendo lo que llamamos Contrarreforma tan sólo un aspecto, el de la respuesta tridentina a los errores dogmáticos y disciplinares de los protestantes.
En el presente texto vamos a centrarnos en los orígenes de la Reforma y en la figura del gran protagonista de su rama protestante, Martín Lutero.

Antecedentes de la Reforma

La Europa de fines de la Edad Media vivió el surgimiento de diversos movimientos de renovación espiritual. Se desarrolló una piedad centrada en la humanidad de Jesús y de María. En el siglo XIV nació una corriente mística, representada por algunos dominicos, como Eckhart (1260-1327), Taulero (1300-1361) y Suso (1295-1366), junto al sacerdote flamenco Ruysbroek, que buscaba la unión con Dios, superando toda representación. Entre el siglo XIV y XV, el deseo de una vida espiritual intensa conquista a hombres y mujeres fuera de los conventos, surgiendo las beguinas y begardos, o las terceras órdenes, como la de santa Catalina de Siena. La devotio moderna, en la que destaca el libro la Imitación de Cristo, atribuida a Tomás de Kempis (1380-1471), propone una espiritualidad más profunda. Será en esta atmósfera de devoción moderna en donde se desarrollarán los hombres del Renacimiento y la Reforma, como Erasmo y Lutero.

La renovación religiosa en España

La España del siglo XV no quedó al margen de estas corrientes renovadoras, produciéndose un fuerte movimiento que llevó, bajo el reinado de los Reyes Católicos, y con el impulso del cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, a una profunda renovación de la Iglesia en España, que daría sus mejores frutos en el desarrollo de la ascética y mística del siglo XVI, a la gran escuela teológica española que brillaría en Trento, y a toda una pléyade de santas y santos, que hacen del siglo XVI un auténtico Siglo de Oro del catolicismo en nuestro país, coincidiendo, además, con el fin de la Reconquista en 1492, y, ese mismo año, con el descubrimiento de las nuevas tierras americanas, que llevaría a desarrollar todo un espíritu misionero y evangelizador de amplitud mundial.
La reforma eclesiástica y espiritual española, hundía también sus raíces en el nacimiento, en el siglo XIV, de nuevas órdenes religiosas, como los jerónimos, la renovación de otras, como los benedictinos de Valladolid. A finales del XV, la figura del cardenal Cisneros, alentado por la reina Isabel, llevó a cabo la reforma dentro de los franciscanos y las clarisas, mientras procuraba renovar al clero secular de su archidiócesis de Toledo. Para ello fundó la Universidad de Alcalá, fomentando los estudios bíblicos y humanísticos, cuyo mejor fruto fue la Biblia Políglota Complutense. Los Reyes Católicos buscaron para el episcopado a clérigos preparados y de vida honesta y ejemplar, destacando la figura del primer arzobispo de Granada, fray Hernando de Talavera, que procuraron la mejora de las costumbres del clero y de los fieles. Se creó, para evitar los brotes de judaísmo entre los judíos conversos, el tribunal de la Inquisición, que desarrolló un férreo control de la moral y las costumbres. A principios del siglo XVI, la figura de san Juan de Ávila destacó como promotor de la renovación del clero secular, y más tarde, santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz, junto a su dimensión de autores místicos, alentaron la renovación de la orden del Carmen. Junto a ellos encontramos todo un conjunto de santos renovadores, como san Pedro de Alcántara, santo Tomás de Villanueva, san Ignacio de Loyola (fundador de la Compañía de Jesús), san Francisco de Borja o san Francisco Javier.

La Reforma protestante: Martín Lutero

Se considera como fecha del nacimiento de la Reforma el 31 de octubre de 1517. Pero el gesto que realizó Lutero ese día, clavando sus 95 tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg no es sino el final de todo un proceso, vital y espiritual, de su protagonista. Martín Lutero, nacido en 1483 en la localidad de Eisleben, en Sajonia, había vivido una dura infancia, en la que escuchó con terror las historias de demonios y brujas. En 1505, tras haber sufrido una fuerte conmoción, por el miedo a morir y condenarse, entró en la orden de los agustinos, en Erfurt. Llevó una vida austera y se ordenó de sacerdote, confiándole un curso de Sagrada Escritura en la Universidad de Wittenberg. A pesar de ser un exacto cumplidor de la regla de su orden, Lutero no encontraba la paz interior. Por fin, leyendo la carta a los Romanos, en el pasaje que afirma "El hombre queda justificado por la fe, sin las obras de la ley" (Rm 1,17; 3,28) logró hallar solución: el hombre no se salva por sus esfuerzos, sino que Dios le hace justo mediante su gracia; el hombre sigue siendo pecador, pero, en su desesperación, Dios viene a salvarlo. De este modo encontró la alegría y la paz.

Martín Lutero
Por tanto, el luteranismo va a partir de la fuerte vivencia personal de su iniciador, que le hacía ver la salvación en la sola fe en Cristo, la única que justifica al hombre, sin contar con la colaboración humana, ni siquiera en las obras buenas. Personalizada esta convicción, ve superfluas y engañosas las obras buenas y sugiere al creyente actitudes pasivas que no impidan la obra de Dios en él. Como consecuencia, descarta no sólo la libertad humana y las obras buenas del hombre regenerado por la gracia de Cristo, sino también los sacramentos y todas las mediaciones de la Iglesia.

- Las indulgencias: el asunto de las indulgencias permitió a Lutero dar a conocer su concepción. Los dominicos predicaron una indulgencia (remisión de las penas debidas al pecado para los vivos y para los muertos) cuyo producto iría a cubrir los gastos del arzobispo Alberto de Brandeburgo. Lutero, indignado, formuló sus 95 tesis sobre las indulgencias y sus presupuestos, rechazando la falsa seguridad que proporcionaban las indulgencias. Sus tesis tuvieron un gran éxito en Alemania y Europa. Pronto fue acusado ante Roma.
- La ruptura: a lo largo de tres años, miembros de su orden y algunos enviados de Roma trataron de que se retractara. Pero la disputa se enredó con el nacionalismo alemán, de modo que Lutero aparecía como el defensor de un pueblo oprimido por la fiscalidad romana. Lutero escribió tres obras, en 1520, en los que expone su pensamiento: Llamada a la nobleza cristiana de la nación alemana, La cautividad babilónica de la Iglesia y La libertad del cristiano. Apeló a la reunión del concilio. Su postura poco a poco se endureció. En junio de 1520, el papa León X, con la bula Exurge Domine condenó cuarenta y un proposiciones. Lutero quemó la bula. En 1521 fue excomulgado. Convocado ante el emperador Carlos V en la dieta (asamblea de los príncipes del Imperio) de Worms, señaló que estaba obligado por su conciencia, manteniendo su postura. Fue desterrado del Imperio, pero, escondido, realizó una de sus grandes obras, la traducción de la Biblia al alemán.
Alemania quedó dividida entre partidarios y contrarios al reformador. Los nobles se lanzaron al asalto de las tierras de la Iglesia; en nombre de la igualdad de los hombres ante Dios, los campesinos pobres se sublevaron contra los señores, estallando una guerra, en la que Lutero, viendo peligrar su obra, se puso de parte de los nobles. Al mismo tiempo, rompió con Erasmo, pues este no aceptaba su concepción pesimista del hombre y de la libertad. En 1525 Lutero se casó con una antigua religiosa, Catalina Bora.
- Doctrina e Iglesia luteranas: Lutero no tenía la intención de fundar una nueva Iglesia. Creía que al volver al Evangelio, se reformaría a sí misma. Pero los diferentes conflictos y controversias le llevaron a realizar una serie de precisiones doctrinales y buscar un mínimo de organización. En 1529 publicó un Catecismo menor y un Catecismo mayor, ejemplos de un género literario que tendría gran éxito.
Los escritos de Lutero se difundieron muy rápidamente por la utilización de la imprenta. Influyeron en otros reformadores, como el francés Juan Calvino (1509-1564), fundador de otra rama protestante, que se denominará calvinismo; Ulrich Zwinglio (1484-1531), que realizará la Reforma en Suiza, aunque se opondrá a Lutero en su concepción de los sacramentos (rechaza la presencia real de Cristo en la Eucaristía; el bautismo no tiene eficacia en sí mismo); Tomás Müntzer (1490-1525), quien promovió una revuelta social radical y el movimiento anabaptista. Otros reformadores fueron Bucero, Ecolampadio y Osiander. Entre los discípulos de Lutero destacó Felipe Melanchton (1497-1560)
El punto central de la doctrina luterana es la salvación por la fe, sola fides: Dios hace todo, el hombre no hace nada. Las buenas obras no hacen al hombre bueno, sino que el hombre justificado por Dios hace obras buenas.
Lutero rechaza lo que en la tradición va contra el primado de la Escritura y de la fe, rechazando todo lo que aparezca como un medio: el culto a los santos; las indulgencias; los votos religiosos; los sacramentos que considera que no están atestiguados en el Nuevo Testamento. Frente al sacerdocio sacramental, afirma el sacerdocio universal de los fieles.
Sólo admite dos sacramentos: el bautismo y la eucaristía1. Ésta, la Cena, se celebrará en alemán, y rechazará que se hable de sacrificio, aunque defiende la presencia real de Cristo (empanación--> frente a la concepción católica que habla de transustanciación). Dio mucha importancia al canto.
Como el anuncio de la Palabra de Dios y la celebración de los sacramentos requerían un mínimo de organización, los príncipes, cuya autoridad viene de Dios, se encargaría de ello,de modo que Lutero refuerza el poder de los príncipes sobre la Iglesia, con lo que las Iglesias luteranas se convertirán en Iglesias nacionales.

Podemos resumir, de manera esquemática, la propuesta de la Reforma en cuatro ejes:
  1. Sola Escritura
  2. Sola fe para lograr la justificación
  3. Sola gracia
  4. Solo Cristo
Se privilegia la Palabra sobre los sacramentos, el sacerdocio universal de los fieles sobre el sacerdocio jerárquico, la dimensión invisible e interior de la Iglesia sobre su carácter visible e institucional y las iglesias locales sobre la Iglesia universal de Roma2.

Muchos príncipes y nobles de Alemania apoyaron la Reforma por motivos políticos, para alcanzar mayor poder y autonomía. Después de años de conflicto, en 1555, el emperador Carlos V y la liga de príncipes que desarrollaron la reforma en sus territorios, firmaron la Paz de Augsburgo, por el que cada región tendría la religión que eligiera el príncipe territorial, siguiendo el principio cuius regio, eius religio. De este modo, quedaba sellada la ruptura religiosa del cristianismo en Europa. Para entonces su principal protagonista, Martín Lutero, ya había fallecido, el año 1546.

Bibliografía:

- COMBY, Jean, Para leer la Historia de la Iglesia. Desde los orígenes hasta el siglo XXI, Estella, Verbo Divino, 2010, pp. 194-195.201-233
- GARCÍA ORO, José, Historia de la Iglesia III: Edad Moderna, Madrid, BAC, 2005, pp. 66-103

1RICO PAVÉS, José, Los sacramentos de la Iniciación cristiana, Toledo, Instituto Teológico San Ildefonso, 2006, pp. 309-317.
2CORDOVILLA, Ángel, (coord.) Cristianismo y hecho religioso, Madrid, Universidad Pontificia Comillas, 2013, p. 275

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