Comparto mi columna del pasado miércoles, en La Tribuna de Toledo
Aunque oficialmente ya ha finalizado la Navidad, siguiendo el
viejo refrán, “hasta San Antón, Pascuas son”, les voy a hablar hoy de belenes,
en concreto de belenes italianos, el país donde nació esta tradición, extendida
por todo el mundo. Porque los presepi italianos
son particularmente bellos, y estos días, en mi deambular por las calles de
Roma, visitando las grandes basílicas o adentrándome en las pequeñas iglesias
apartadas de las rutas turísticas, puedo disfrutar de algunos ejemplares
realmente hermosos.
El presepe o presepio, que de las dos formas se
denomina en italiano, nace, como representación del nacimiento de Jesús, en la
noche de Navidad de 1223, en Greccio, una población del Lacio, en la que
Francisco de Asís quiso evocar el acontecimiento de Belén, organizando una
representación viviente de aquel hecho. Según la leyenda hagiográfica, durante
la misa apareció en la cuna un niño de carne y hueso que el santo tomó en sus
brazos. Así surgiría la tradición del pesebre, aunque parece que en Nápoles con
anterioridad a esa fecha ya se había instalado algún belén en iglesias. La
representación artística del nacimiento de Cristo la encontramos en los
primeros siglos del cristianismo, la más antigua en las catacumbas de Priscila,
en Roma, donde aparece María con el Niño en brazos ante los magos de Oriente,
en una pintura del siglo III ubicada en la capilla griega. En cualquier caso,
parece que el paso de la representación viviente que comenzó san Francisco a la
realizada con figuras fue muy temprana, de modo que en los siglos XIV y XV
muchas iglesias italianas se decoraban con belenes. En 1534, san Cayetano de
Thiene creó un pesebre elaborado con figuras de madera pintada, cubiertas con
ropa, y con la cabeza confeccionada en terracota o madera; para que se pudieran
articular, dentro de las mismas se introducía un alambre.
Durante el siglo XVIII, los belenes napolitanos, plenos de
barroquismo, llegaron a España al suceder Carlos VII, rey de Nápoles, a su
hermano Fernando VI, con el nombre de Carlos III. El espléndido Belén del Príncipe, que se puede
contemplar en el Palacio Real de Madrid en Navidad, data de ese momento. La
costumbre se extendió durante el siglo XIX por toda España, convirtiéndose en
un elemento esencial tanto en las casas como en las iglesias, creando
auténticas joyas de arte efímero.
Presepe |
Una hermosa tradición que, además, se puede disfrutar hasta
el 2 de febrero, fiesta de la Candelaria.