Comparto mi artículo del pasado miércoles en La Tribuna de Toledo, titulado Un centenario merecido, sobre la celebración del próximo centenario del nacimiento de Alfonso X el Sabio
La pasada semana los amantes de
Toledo recibíamos una magnífica noticia. El pleno del Ayuntamiento
aprobaba, por unanimidad, la celebración del centenario del
nacimiento de uno de los toledanos más ilustres, Alfonso X, rey de
Castilla y León, “el Sabio”, como le conoce la Historia por su
excepcional labor de mecenazgo cultural. Realmente eran dos buenas
noticias, pues el hecho de que, en un momento en el que la política
española está marcada por el partidismo cortoplacista y cerril,
todos los grupos políticos se pusieran de acuerdo para primar el
interés general es algo digno de elogio. Ojalá cunda este ejemplo
de buscar sobre todo el bien común entre nuestros políticos.
Volviendo
a nuestro personaje, nacido en Toledo el 23 de noviembre de 1221,
hijo de Fernando III y de Beatriz de Suabia, la celebración de su
centenario ha de suponer, en primer lugar, un mayor conocimiento de
su figura, así como de la época en que vivió. Superada esa falsa
imagen, creada por los humanistas italianos, de la Edad Media como
una época oscura y sombría, volver la mirada a ella supone entrar
en uno de los periodos más fascinantes, dinámicos y ricos de la
Historia de la Humanidad. Un periodo que para Toledo supuso una
proyección cultural que se extendía por la Cristiandad entera,
siendo un lugar de atracción de sabios de toda Europa, además de un
crisol en el que se vertía la tradición cultural de judíos y
musulmanes, en un ámbito que, si bien se ha mitificado demasiado,
implicaba la coexistencia y convivencia, en mayor o menor medida, de
diversos grupos religiosos, que daban a la ciudad un aire cosmopolita
comparable con cualquiera de las grandes ciudades de la actualidad.
Alfonso X, rey de Castilla |
Este
podría ser, además, uno de los objetivos del centenario, devolver a
Toledo un dinamismo cultural y artístico del que, en ocasiones,
carece. Mirar al pasado no puede ser excusa para la parálisis o la
inactividad, sino impulso y revulsivo para seguir inmersos es esa
tradición fecunda.
Es
de esperar que, siguiendo la línea de consenso y colaboración que
se lanzaba en el Consistorio, instituciones públicas y privadas,
personas individuales y las diferentes administraciones se impliquen
para alcanzar un éxito similar al que tuvo el centenario del Greco.
Exposiciones, congresos, conciertos y todo tipo de actividades
lúdicas deberían enriquecer ese año. Sin olvidar que dicho
centenario puede servir de puente al que en 2026 celebraremos
recordando el inicio de la construcción de la Catedral Primada.
Quizá,
como un primer paso, no estaría de más que se recuperara y
dignificara la abandonada escultura del rey que, primero en el
Miradero y ahora en el Parque de las Tres Culturas, sufre la incuria
y el vandalismo. Sería un estupendo comienzo.
¡Ah!
No olviden, ya que celebramos el cincuenta aniversario de la llegada
del hombre a la Luna, que un cráter lunar,
Alphonsus,
se llama así en honor de nuestro paisano.