Comparto mi columna del pasado 24 de noviembre en el diario La Tribuna de Toledo, sobre el rey Alfonso X el Sabio en su octavo centenario
Toledo es cuna de muchos hombres y mujeres ilustres, la
mayoría bastante olvidados. Sin embargo, siempre ha mantenido, con orgullo, el
recuerdo de uno de sus hijos más preclaros, de quien celebramos ahora el octavo
centenario de su nacimiento, el rey Alfonso X de Castilla, una de las figuras
más importantes, no sólo de su tiempo, sino de toda la Historia de España, de
cuyo estudio sería gran impulsor.
En un tiempo en el que los soberanos eran conocidos por
apelativos guerreros, como “el Fuerte”, “el Bravo” o “el Conquistador”, es
hondamente significativo que nuestro paisano sea denominado “el Sabio”,
señalando uno de sus principales rasgos, el amor profundo, apasionado, por el
saber, por la cultura, por la producción científica. Una dimensión que, en
muchas ocasiones, siendo siempre alabada, se ha contrapuesto a una actuación
política que ha sido en gran medida descalificada, no haciendo justicia a la
verdadera labor del rey.
Alfonso X de Castilla, el Sabio |
Recordar las figuras del pasado no puede ser un ejercicio
estéril de nostalgia. El centenario, más allá de los diferentes eventos
programados, es una oportunidad magnífica para preguntarnos acerca del valor de
la cultura, de la ciencia, de la investigación en nuestra sociedad, de un modo
particular de su impulso y desarrollo en nuestra ciudad. Hemos de plantear
seriamente cómo se transmite ese rico acervo recibido a las nuevas generaciones
–no, desde luego, con una nefasta legislación educativa que, bajando los
niveles, va a condenar a la precariedad laboral a los hijos de las familias con
menor nivel económico-, especialmente el amor a nuestra historia, que explica y
da sentido a lo que somos. Las Humanidades, potenciadas por el rey, hoy tan
maltratadas, y que son la mejor y mayor garantía para una ciudadanía libre,
tolerante, comprometida, necesitan ser recuperadas y valoradas. Alfonso X
cultivó las matemáticas, la astronomía, la historia, la poesía, sin marcar esa
dicotomía tan nefasta entre ciencias y letras, pues ambas son necesarias al ser
humano para lograr un desarrollo integral.
Bajo el rey Sabio prosiguieron las obras de la catedral
primada, iniciadas por su padre, san Fernando III. El centenario del monarca
debería servir de prólogo y arranque de la preparación del de la Dives Toletana
que celebraremos en 2026.