domingo, 19 de agosto de 2018

Rávena (y III)

Sin duda, lo más espectacular de Rávena es el conjunto formado por dos edificios muy cercanos entre sí, el mausoleo de Gala Placidia y la basílica de San Vital. Ésta es un extraordinario ejemplo de la arquitectura bizantina. Fue iniciada, aún bajo dominio ostrogodo, por el obispo Ecclesio, en el 527 y la consagró, el 17 de mayo del 548, el obispo Maximiano, representado junto al emperador Justiniano en uno de los mosaicos del ábside.

El cortejo de Justiniano, con el obispo Maximiano
De planta central, poco común a las iglesias de Occidente, externamente muestra una cúpula octogonal, mientras que del ábside surgen diversas construcciones, en degradación, redondas y cuadradas, que corresponden a la prótesis y al diaconicón. En el interior encontramos dos deambulatorios, uno superior, que corresponde al matroneo y otro inferior; ocho grandes pilastras sujetan la cúpula y crean ocho grandes hornacinas. La basílica ha perdido gran parte de la decoración en mosaico, pero la que conserva en el ábside es impresionante. En el centro del mismo, Cristo, joven e imberbe, sentado sobre el globo celeste, ofrece la corona de gloria a san Vital, mientras que a su izquierda el obispo Ecclesio presenta a Cristo la maqueta de la iglesia. A los lados, los cortejos de Justiniano y de Teodora avanzan ofreciendo sus dones, el emperador una patena, mientras que la emperatriz, vestida con lujosos ropajes en los que se representa a los Reyes Magos, porta un cáliz en sus manos.
El resto de la decoración, riquísima, nos muestra escenas de la vida de Moisés, de Abraham, profetas, evangelistas, animales simbólicos. Una exhuberancia que eleva los sentidos hacia lo trascendente, recordando que es el espacio en el que se celebra la Divina Liturgia, anticipo en la Tierra del banquete de la Jerusalén celestial.

San Vital, los sacrificios de Abel y Melquisedec
Sin embargo, y a pesar de la grandiosidad y belleza de la basílica, en mi opinión queda ésta eclipsada por el cercano mausoleo de Gala Placidia. En efecto, el austero exterior del pequeño edificio no permite sospechar la espectacularidad de su interior.

Exterior del mausoleo de Gala Placidia
La parte externa, modesta, realizada en ladrillo y enriquecida con pilares, arcos y tímpanos, oculta un deslumbrante interior, realizado en mosaico, resaltando el azul intenso de la cúpula central, que nos evoca el cielo tachonado de estrellas, en el que brilla una cruz que nace de Oriente, el lugar de donde procede la salvación. Alrededor, los símbolos de los evangelistas.

Decoración de la cúpula
Originalmente, y más allá de que haya podido albergar realmente los restos de la emperatriz, era un oratorio dedicado a san Lorenzo, representado en el muro frontal. Fue construido entre el 425 y el 430, tras el regreso de Gala Placidia de Constantinopla.

Interior del mausoleo de Gala Placidia: el mártir san Lorenzo
En el muro de la entrada nos encontramos un bellísimo mosaico que representa al Buen Pastor. El resto del edificio, sobre el amplio zócalo de mármol, está recubierto con imágenes de los apóstoles y elementos simbólicos, como las vides, las palomas, peces, ciervos; estos simbolizan a los catecúmenos que acuden al bautismo. Las vides expresan la unión y fecundidad de los cristianos con Cristo; las palomas, portadoras de la paz celeste, son la imagen del alma cristiana. La riqueza y cromatismo de los mosaicos producen una sensación de belleza difícilmente explicable. Uno se puede dedicar horas a la contemplación de un ámbito excepcionalmente hermoso.

El Buen Pastor
Quizá haya sido este pequeño edificio el que más me ha impresionado de la visita a la ciudad. Hubiera seguido allí, sin moverme, el resto del día. Pero aún quedaba mucho por conocer. Realmente, sólo por pasar un rato en el interior de esta pequeña joya, vale la pena el viaje a Rávena.

Yo, a punto de entrar en éxtasis...
Creo que la ciudad de Rávena, habitualmente apartada de los grandes circuitos turísticos, merece una visita sosegada. Es tal la concentración de Historia y Arte entre sus muros, que cualquier amante de la Belleza disfrutará como en pocos lugares. Marché de la ciudad, tras visitar por último el mausoleo de Teodorico, con el propósito de regresar alguna vez de nuevo, para volver a embriagarme de la hermosura de sus mosaicos y de las páginas de la Historia que la han configurado. Animo a conocer esta espléndida ciudad a quien me haya seguido en esta pálida evocación de una visita inolvidable.

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